ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Ha pasado medio siglo, pero cuando Án­gel Fernández Vila, Waldo Jorrín Ibáñez y Moisés Hernández Fernández hablan de su etapa de estudiantes, la mirada se les ilumina. Fueron momentos especiales, recuerdan, y más cuando su graduación contó con la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro.

Ellos son parte de la primera graduación de profesionales de la salud formados por la Revolución, de los alrededor de 400 médicos y 26 estomatólogos que el 14 de noviembre de 1965 realizaron su ceremonia en el pico Cuba de la Sierra Maestra, luego de haber llegado hasta el Turquino.

Habían comenzado el curso en 1959 y lo terminaron ese año. Incluyó a estudiantes que paralizaron sus estudios cuando Batista cerró la Universidad, y desde el primer mo­mento el tránsito por la carrera estuvo marcado por una intensa lucha ideológica.

Muchos profesores venían de la etapa anterior. Algunos muy buenos, otros reaccionarios, que se opusieron a que entraran todos los alumnos que habían quedado fuera por el cierre de la universidad y se ponían obstáculos al desarrollo de la enseñanza.

Luego “la cosa” se complicó más. El 50 % de los médicos se fue del país y entre ellos casi todos los profesores.

Muchos de estos jóvenes se convirtieron entonces en alumnos ayudantes e instructores no graduados de asignaturas como propedéutica clínica, y daban clases a los de cursos inferiores.

También se incorporaron profesores internacionalistas de México, Argentina o del antiguo campo socialista.

“Los que se quedaron fueron profesores de primer nivel, con una alta calificación y mu­cho rigor en la enseñanza. Creo que fuimos privilegiados”, acota Jorrín Ibáñez, quien también recuerda que en el curso comenzaron aproximadamente 660, cifra que dis­minuyó también por la emigración de estudiantes.

Fernández Vila añade que dentro de la escuela de Medicina se creó una de marxismo, y en las tardes, algunos profesores y alumnos avanzados en esas ideas, comenzaron a preparar a los estudiantes para que comprendieran lo que estaba pasando entonces.

Fue un grupo que vivió momentos intensos de la Revolución: la Reforma Agraria, la Campaña de Alfabetización, la nacionalización de las empresas norteamericanas, la lucha contra bandidos, Playa Girón…

Luego vinieron misiones internacionalistas en Argelia, Vietnam, Guinea, el Congo, Etiopía, Angola, Nicaragua y otros países… algunas militares, otras de colaboración científica, en la que 57 de ellos intervinieron, entre ellos Ángel, Waldo y Moisés.

Ninguno de los tres dejó de recordar a Pe­dro Borrás Astorga, Lázaro Zerquera Pala­cios, Raúl Currás Regalado y Martín Chang Puga, los mártires del grupo. El primero mu­rió en Playa Girón, el segundo en el Congo y los dos últimos en Angola.

UNA GRADUACIÓN HISTÓRICA

El día 6 de noviembre un grupo de jóvenes partía para el Oriente del país. Iban a concretar su sueño de convertirse en médicos y estomatólogos y lo harían entre las lomas de la Sierra y guiados por Fidel.

“Dolores Luzua Estrada, fue la de la idea de decirle al Comandante que queríamos graduarnos en el Turquino”, recuerda entre risas Fernández Vila.

Antes pasarían por Holguín, donde se inauguraría el hospital Lenin y luego segui­rían rumbo al Caney de las Mercedes, en Bar­tolomé Masó, Granma.

“Fueron cinco jornadas de caminata, casi seis o siete horas diarias. Del Caney de las Mer­cedes a Mompié, de allí a La Plata; luego a Palma Mocha donde tuvimos un día terrible, llovió mucho. Preparamos una fogata para calentarnos y comer algo. Seguimos hasta La Aguada del Joaquín y el quinto día llegamos al Turquino. Después bajamos al pico Cuba donde dormimos esa noche y al otro día hicimos la graduación”, apunta Jorrín Ibáñez.

Decirlo así parece fácil, pero los tres recuerdan muy bien los días en campaña, la vida de guerrilla con la mochila al hombro, las no­ches durmiendo a la intemperie. Tampoco faltaron las anécdotas jocosas y las enseñanzas del Comandante.

“Fidel, cuando llegamos a La Plata, nos preguntó si estábamos muy cansados, porque él nos tenía una sorpresa. Nos había llevado helado Coppelia hasta allá arriba, como también les garantizó a las muchachas que se arreglaran el pelo y fueron bellísimas a la graduación”, cuenta Fernández Vila.

Jorrín Ibáñez recuerda que siempre estaba preocupado porque los varones ayudaran a las muchachas y les decía que no era importante quién llegara primero, que lo único importante era que llegaran todos. Les en­señaba desde entonces la cooperación entre compañeros.

Eso lo puso en práctica también Fernán­dez Vila: “Éramos 17 brigadas y una de ellas se desvía en La Plata y bajaron a la costa, y tuvimos que salir a buscarlos, regresamos en la madrugada”.

Cuentan que en todos los lugares los recibieron los campesinos, y Fidel decía que los conocieran, que ellos eran los que los ayudaron a resistir en la Sierra, los mismos que esperaban que ellos cuidaran de su salud. Dijo sentirse orgulloso de que hubieran pasado por esas lomas, pues le hacía sentir que valió la pena lo que habían hecho en la Sierra.

Hernández Fernández, como los demás, guarda en la memoria las esencias de las pa­labras del Comandante cuando dijo: “Es que unos van cuesta abajo por el camino de la vida, sin principios, desmoralizados, y otros van cuesta arriba. Y lo importante es que los que marchan cuesta arriba no solo son mu­chos más, sino que son mucho mejores que los que marchan cuesta abajo”.

El Comandante en Jefe entregó el diploma a los ocho graduados sobresalientes y a los padres de Pedro Borrás Astorga, el mártir de Girón. En todos los diplomas de graduados constó la firma de Fidel.

Vitelio Monagas fue el que dijo las palabras centrales en nombre de los graduados. Vestidos con uniforme gris, el mismo con el que irían a cumplir el servicio rural, hicieron su juramento en el que renunciaban al ejercicio privado de la Medicina, extendían a dos años el servicio rural y tres si fuera necesario, para poder llegar a los lugares más intrincados de las lomas, y se comprometían a impulsar al máximo la Medicina y la Estomatología preventiva.

También mantendrían vigente el espíritu de superación científica y política y estaban dispuestos a brindar su ayuda científica o de cualquier otra índole a los pueblos que luchaban por la liberación nacional. Tampoco faltó el compromiso de defender con sus vidas la Revolución.

Así, Fernández Vila llegaría hasta el dispensario de Bernardo de Baracoa, Jorrín Ibáñez hasta Moa y Gran Tierra de Maisí, y Her­nán­dez Fernández hasta Nicaro. Y hasta hoy se mantienen trabajando en las funciones de profesor consultante de la Facultad de Cien­cias Médicas Enrique Cabrera, o editor del boletín semanal de vigilancia epidemiológica en el Ministerio de Salud Pública o desde el Instituto Nacional de Higiene, Epidemio­lo­gía y Microbiología.

Antes vendrían los tiempos de las especialidades, de las categorías científicas, de los resultados investigativos, de las responsabilidades políticas y administrativas, de la labor en las FAR o el Minint, de los aportes de toda una generación que abrió las puertas a una nueva época, y se convirtió en los cimientos de lo que sería el sistema de salud cubano.

Los médicos graduados en el Pico Cuba cuentan con:

4    Mártires

227   Especialistas.

93   Desarrollaron estudios como becados (PFT y cadetes de las FAR)

57   Cumplieron Misiones Internacionalistas y de colaboración.

28   Asumieron la docencia como alumnos ayudantes e instructores no
      graduados.

2 fueron viceministros del MINSAP.

33 fueron directores provinciales y municipales de Salud.

3  Profesores de Mérito.

54  profesores consultantes

39  profesorestitulares

27  profesoresauxiliares

9  investigadores titulares

8  investigadores auxiliares

4  investigadores académicos

4  doctores en Ciencias

14 doctores en Ciencias Médicas

12 máster en Ciencias

1 investigador con resultados relevantes económicos para el país Carlos Miyares Caotratamiento único en el mundo contra el vitiligo.

57 hicieron medicina dentro de las FAR y el MININT.

 
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Ventura Carballido Pupo dijo:

1

14 de noviembre de 2015

02:59:22


Excelente información un acto de justicia con los protagonistas. Me parece faltó consignar el juramento de los graduados. Felicito al Periodista. Esta historia debe salir concretada en un libro que sirva como legado a las nuevas generaciones de profesionales de la salud. Ojala se logre

Blanca Noemí Quijano dijo:

2

14 de noviembre de 2015

20:26:51


Me llena de satisfacción ver y saber que cuando se ama la patria y se es solidario con la causa no importa ,hasta ofrendar la vida ,por tener un mundo mejor ,gracias Fidel ,cuanto sacrificio y lucha ,por Tu pueblo y admiration y respeto para el sabio pueblo Cubano ,por estar contigo y serte fiel a to y a la causa ,amor con amor se paga .hasta la Victoria siempre .

Blanca Noemí Quijano dijo:

3

14 de noviembre de 2015

20:30:20


Cuanto admiracion y respeto para ti Fdel y a Ty sabio pueblo Cubano ,hasta la Victoria siempre.

Arístides Rodríguez Ch. dijo:

4

15 de noviembre de 2015

12:11:05


Leer estas líneas de deja una vez más con la seguridad de lo espresado en la cubanisima frase popular que resa: "El Comandante Es El Caballo"

Arístides Rodríguez Ch. dijo:

5

15 de noviembre de 2015

12:30:09


Me ha encantado este articulo, lo unico que deseo le agregasen la relacion de nombres de esos medicos graduados y marcar con un asterisco los q aun estan ejerciendo la medicina en Cuba. Gracias