De abril de 2014 a marzo de este año las afectaciones que ha sufrido el sistema educacional cubano como consecuencia de la política de bloqueo económico, financiero y comercial norteamericano contra la Isla, lejos de disminuir, se han incrementado.
Sin lugar a dudas desde diciembre pasado las relaciones entre Cuba y Estados Unidos iniciaron el recorrido por la senda del acercamiento, pero el cerco económico continúa afectando su desarrollo.
Solo en materia de educación el país caribeño ha tenido que pagar tarifas abultadas para transportar desde China productos que, de no existir la práctica genocida de la medida unilateral, se habrían podido comprar en mercados más cercanos.
Dicho de otro modo: el traslado de contenedores desde Asia le costó a la Isla 1 942 800 dólares. Realizar la misma operación desde La Florida habría costado 771 600. Es bastante ostensible la diferencia.
Sobre Cuba sigue pesando la prohibición de emplear el dólar estadounidense para adquirir materiales necesarios para el funcionamiento de la red escolar.
Como impedimento adicional, el acceso a las herramientas informáticas continúa limitado y la Mayor de las Antillas enfrenta dificultades a la hora de recibir el pago por los servicios que profesionales de la educación brindan en otras naciones. Estas operaciones deben realizarse empleando otras divisas internacionales como el euro o el dólar canadiense.
Todas las modalidades del sistema educacional cubano también ven frenado su avance por las mismas razones. En la Educación Agropecuaria, por solo citar un ejemplo, el impacto negativo se traduce en falta de insumos para el funcionamiento de los huertos escolares y carencia tanto de recursos para los laboratorios como de implementos para manipular animales vacunos.
En el plano tecnológico se hace difícil migrar hacia tecnologías más actuales y hasta el momento ha sido imposible el acceso a las herramientas informáticas necesarias para producir multimedias educativos.
La Educación Artística es una de las más afectadas, ya que es imposible asignar todos los implementos que necesitan los programas de enseñanza. Algunos ni siquiera es posible comprarlos para todas las escuelas.
Persisten daños como los obstáculos que entorpecen el intercambio académico con profesionales norteamericanos y limitaciones que impiden adquirir insumos para las instituciones escolares.
Las escuelas de idiomas, de adultos, de oficios; los laboratorios, los círculos infantiles, las universidades, todos los centros docentes y quienes en ellos trabajan y estudian experimentan de una manera u otras las consecuencias de una práctica, que desde hace más de dos décadas recibe el más absoluto rechazo cada año en Naciones Unidas. En 2015 no será la excepción.



















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