Raúl Cepero Bonilla nació el 28 de septiembre de 1920 en Sagua la Grande, actual provincia de Villa Clara. Graduado de Derecho Civil en la Universidad de La Habana (1942) y en la escuela de periodismo Manuel Márquez Sterling en 1951.
Sus años de adolescencia y primeros de adultez fueron los de la compleja etapa posterior a la Revolución del 30, escenario de grandes huelgas obreras, frustración popular y represiones policiacas, pero también de nuevas coyunturas que propiciaron avances y madurez en la conciencia nacional, uno de cuyos resultados fue la Constitución del 40. Esta mostraba un camino de avanzada —en particular la proscripción del latifundio— cuya materialización encontró tenaz resistencia en la derecha nacional, representante de los latifundistas y en la burguesía azucarera y comercial y defensora a ultranza de los intereses del imperialismo.
Como otras mentes preclaras de su generación, tal estado de cosas no fue percibido por Cepero Bonilla como un obstáculo insalvable sino como un reto a vencer por la nación que pujaba por alcanzar su materialización plena. Le correspondería a él ser uno de los que mostrara el camino para conseguirlo.
No fue el foro la trinchera por él escogida, sino que con una temprana aprehensión del instrumental marxista hurgó en la historia —en particular en la historia económica, cuyo resultado más conocido es el libro Azúcar y abolición, de 1948— para entender las condicionantes de la situación entonces existente, esbozar un camino digno para la consecución de los ideales nacionales y luchar a ultranza, con la palabra escrita, para hacerlo realidad.
Transgresor de cánones y polemista incansable, fue capaz de refutar la tesis imperante de que “sin azúcar no hay país” para llegar a demostrar que la posición contraria a los intereses nacionales de los dueños de los grandes latifundios cañeros y del proceso industrial azucarero —la mayor parte de propiedad estadounidenses o estrechamente vinculada a esos intereses—, y quienes los representaban en los cargos gubernamentales, era lo que traía consigo la inexistencia de la nación de todos y para el bien de todos por el que se luchaba desde el siglo XIX.
La necesidad de la nacionalización de la agroindustria azucarera; así como su crítica mordaz a la política económica del batistato, a las tesis de sus principales ideólogos y a instituciones como el corrupto Instituto Cubano de Estabilización del Azúcar, aparecidos sistemáticamente en artículos en Tiempo en Cuba, Prensa Libre y otros medios —con ideas luego incluidas en el libro Política Azucarera— tributaban directamente a las bases de la ideología de la Revolución cubana, cuya última etapa se gestaba en las entrañas de la sociedad cubana del momento. Basándose en la historia y en los estudios económicos Raúl Cepero Bonilla ofrecía argumentos que fueron hechos suyos por la Generación del Centenario y por la Revolución triunfante en enero de 1959, momento en que emergió como Ministro de Comercio y, posteriormente, Presidente del Banco Nacional de Cuba.
Tempranamente fallecido en un accidente aéreo en Perú, el 27 de noviembre de 1962, a su regreso de un evento internacional en que presidía la delegación cubana, su principal legado se encuentra en la obra de la Revolución.
Quienes trabajamos en los campos de sus tres grandes pasiones —la historia, la economía o el periodismo— estamos obligados a hacer mucho más conocida su obra entre las nuevas generaciones.
* Vicepresidente de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba en La Habana.
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Pavel dijo:
1
28 de septiembre de 2015
03:11:37
Raciel dijo:
2
29 de septiembre de 2015
09:26:29
Migdrey dijo:
3
13 de noviembre de 2019
17:04:22
Joaquin dijo:
4
5 de abril de 2020
16:39:18
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