ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La sustitución de importaciones, mediante diferentes producciones, es una prioridad para la UBPC. Foto: del autor

MATANZAS.—En el ámbito productivo de la provincia de Matanzas resuena el nombre de la unidad básica de producción coo­pera­tiva (UBPC) El Sordo, ubicada en la norteña región del municipio de Martí. De los resultados se desprende claramente que es una de las más eficientes y productivas del país.

En lo que va de año los trabajadores de esa entidad entregaron más de 11 000 toneladas de productos agrícolas, casi el triple de lo conseguido hace una década y un volumen que no exhiben muchas empresas e inclusive al­gunos municipios en la nación.

Distinguen especialmente en el cultivo de la papa, con rendimientos que superan las 28 toneladas por hectárea. El salario medio es de unos 1 100 pesos, y no pocos obreros devengan una cifra mucho mayor.

Desde que en el 2004 tomó las riendas de la unidad, su presidente tuvo la certeza de que cada trabajador debía sentirse personalmente interesado por la campaña agrícola que iba a iniciarse, y que dependía de ellos mismos la suerte de las cosechas. Fue un principio fundamental que se puso de manifiesto y dio fruto en el curso de los años.

Lo más importante fue hacerles saber que se puede vivir del trabajo en el campo, que la mayor fortaleza es laborar duro, estar bien organizados y unidos, recuerda Isaías Piedra Hernández, quien 11 años después se muestra orgulloso por lo conseguido.

Con su energía habitual Isaías recorre des­de bien temprano los sembradíos de la UBPC, siempre deseoso de asegurarse un buen co­mienzo de la jornada. Vela hasta por los detalles más mínimos. Sabe además que el ejemplo personal cala en el alma de los obreros. “Aquí la gente tiene sus garantías y vive del trabajo, no es necesario arengar para que cada quien cumpla con su jornada laboral”, comenta.

Una de sus primeras aspiraciones fue reunir con prontitud a quienes habían abandonado la cooperativa, gente del campo que sabe cómo trabajar la tierra y algunos de los cuales habían ido a la actividad turística. “Desde hace ya varios años tenemos una estabilidad total de la fuerza laboral. La relación entre los trabajadores es familiar, prima el colectivismo, la disciplina y el sentido de pertenencia. Una cosa importante es que vayan acompañados los resultados colectivos e individuales”.

En los últimos diez años la UBPC multiplicó sus tierras cultivables. De unas 200 hectá­reas hoy suman mil dedicadas a los cultivos varios y unas 300 a la caña. Del total de tierras, 600 hectáreas están bajo riego. De forma paralela incrementó sus volúmenes productivos y además de la papa ostenta excelentes dividendos en la producción de maíz y frijoles.

Isaías insiste en que el hecho de disponer de tierra no es de por sí factor capaz de suscitar un buen resultado productivo. Atribuye significación particular a la rotación de las tierras (2,3 veces por año) y las atenciones culturales a las cosechas.

Le concede valor también al alto aprovechamiento de la maquinaria, el 93 % de la cual está en activo. Ahora los anima la llegada de una nueva dotación integrada por seis tractores New Holland, varias cosechadoras y otros componentes. Eso les permitirá asumir con mayor eficacia las cosechas de maíz, frijoles y arroz, y cerrar el año con ingresos totales por encima de los 21 millones de pesos.

A partir de las ganancias que obtienen cada año se benefician los cooperativistas y respaldan el desarrollo social de las comunidades de San Luis Viejo, Carlos Rodríguez y El Sordo, enclavadas en su entorno.

El programa de atención es amplio e incluye a los más destacados en el sistema de emulación. Eso nosotros lo vemos con mucha simpatía, señala Yadiel Díaz, obrero de la cooperativa. “Es la retribución al sacrificio de todos los días. Aquí se trabaja cómodo pero muy duro”.

Yadiel reside en el poblado de Itabo y asegura que no tiene intenciones de abandonar la UBPC. “Aquí estoy a gusto, vine por poco tiempo y me quedé. El salario es bueno y lo quieren a uno; eso me hace sentir importante”.

El relato de Danilo González, operario de equipo, ratifica el espíritu de su compañero. “Laboro en este lugar desde hace unos diez años. He visto su crecimiento productivo y creo que he podido aportar mi granito de arena a la reputación de la UBPC. Mi función principal es sacar el mejor provecho a mi equipo y cuidarlo”.    

Aunque los trabajadores son propensos a atribuirles una sabiduría especial para conducir al colectivo, Isaías insiste en que el secreto del éxito está justamente en el empuje de los obreros, movidos, desde luego, por las ventajas que les reporta el trabajo conjunto. “El mérito mío solo consiste en convencerlos de que sí se puede”, dice sonriente.

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