
PINAR DEL RÍO.—El comandante del Ejército Rebelde, Julio Camacho Aguilera, vive convencido de que es en el mar, en los más de 200 galeones hundidos en las costas de Guanahacabibes, donde yacen las enormes riquezas, fruto de la piratería en esta remota porción del occidente cubano.
“En tierra, que yo sepa, nunca se ha hallado nada”, dice.
Desde su llegada a la península hace casi un cuarto de siglo, con el propósito de impulsar el desarrollo de una región tan bella como apartada, donde no había carreteras ni se captaban las señales de la radio y la televisión, el tema siempre ha estado latente.
“La gente no deja de hablar de eso, de la leyenda del tesoro de Mérida y de otras más, que datan de la época en que los corsarios y piratas se ocultaban aquí, para atacar los barcos que trasladaban las riquezas de la América del Sur hacia España. Incluso nos han mostrado documentos antiguos, con mapas de supuestos enterramientos que hoy estarían valorados en miles de millones de dólares”.
Ante la posibilidad de un hallazgo de tal magnitud, Camacho confiesa que se autorizó a que un grupo de personas trabajara en esa dirección, sin que hasta ahora se haya obtenido algún resultado.
A pesar de ello, no considera que la falta de éxito de esas exploraciones sea relevante. “Desde que conocí su naturaleza, su posición geográfica privilegiada y sus 22 playas, siempre he pensado que el gran tesoro de Guanahacabibes es la península en sí”.
BASES PARA EL DESARROLLO
Con esa convicción, desde el año 1990 dedica todos sus esfuerzos al desarrollo de este lugar.
“Fidel nos autorizó la tarea y Raúl nos apoyó con casas de campaña y otros medios para iniciar el trabajo”. De esta manera surgía lo que años más tarde se convertiría en la Oficina para el Desarrollo Integral de Guanahacabibes (ODIG), encabezada por el propio Camacho.
“Primero exploramos todo el territorio, buscando agua dulce, haciendo perforaciones, hasta que por fin, al cabo de casi tres años, apareció un pozo a unos 1 800 metros del Faro Roncali, que abastece a todas las instalaciones que tenemos hasta hoy”.
Después le seguirían otras obras fundamentales, como la construcción de una carretera a lo largo de la península, una pista para helicópteros y una marina concebida para el aprovisionamiento de las embarcaciones que transitan por el estrecho de Yucatán.
Además, se han instalado transmisores para recibir las señales de radio, televisión y la telefonía móvil.
“Aquí nada más se escuchaban estaciones extranjeras, porque las emisoras y canales cubanos entraban muy débiles, y se interrumpían con facilidad”.
Alrededor de 150 habitaciones existen ya en la península a disposición del turismo, en el Centro Internacional de Buceo de María la Gorda y en el Cabo de San Antonio, pero este es solo el comienzo.

HACIA LO DESCONOCIDO
Camacho estima que la cifra definitiva pudiera llegar a las 2 000 capacidades, en seis o siete de las 22 playas de Guanahacabibes.
Así lo han determinado los numerosos estudios realizados durante más de dos décadas.
De conjunto con otros 15 organismos que tienen intereses en la península, el director de la ODIG precisa que se han realizado investigaciones de todo tipo, desde las corrientes marinas, la fauna, la vegetación y los sitios donde sería factible establecer construcciones sin comprometer la biodiversidad, hasta el trazado de un nuevo acueducto que dé respuesta al crecimiento turístico.
“Hemos hecho un trabajo integral de todos los aspectos, que constituye la base para pasos posteriores”, explica Camacho.
Georgina Leyva Pagán, su compañera de toda la vida, quien también ha formado parte de esta experiencia desde el principio, recuerda que como resultado de ello, se descubrieron playas que el Instituto de Planificación Física (IPF) no tenía registradas, y se ha rescatado la historia de una zona de la que se conocía muy poco.
“Guanahacabibes siempre se asoció con la piratería y los tesoros, sin embargo, en ella han tenido lugar muchos otros acontecimientos relevantes. El poblado de Cortés, por ejemplo, lleva ese nombre porque fue el sitio desde donde Hernán Cortés partió con su flota a la conquista de México”, comenta Georgina, y añade que “la península también fue escenario de expediciones mambisas, durante la guerra contra el colonialismo español, y de la trocha de Jaimiquí a Sitio Nuevo, cruzada en su momento por Antonio Maceo”.
DESPEJANDO LAS DUDAS
“Hoy uno lo cuenta en pocos minutos y parece fácil, pero todo lo que se ha hecho ha demandado un gran esfuerzo”, señala el comandante Julio Camacho Aguilera.
“Tuvimos que partir de cero, porque aquí no había nada. Solamente nosotros y la naturaleza, con muchos mosquitos y jejenes, y cangrejos que se colaban en las casas de campaña”.
Por otro lado, tampoco faltaron los detractores, que consideraban que el desarrollo podía traer consecuencias irreversibles para el medio ambiente, en una zona con ecosistemas muy fráfiles, que ostenta la categoría de Reserva de la Biosfera.
“Al principio hubo una etapa de escepticismo, porque existían personas que tenían la inquietud de que esto no se fuera a cuidar, de que viniéramos a destruir la península con el objetivo de crear algunas obras”, reconoce Georgina.
Sin embargo, lejos de comprometer sus valores naturales, el programa encabezado por la ODIG ha contribuido a preservarlos.
“Cuando comenzamos a trabajar, a inicios de la década de 1990, aquí se cortaban cada año millones de cujes para la actividad tabacalera. Tuvimos que librar una larga lucha para lograr que tales prácticas terminaran y que cada municipio fomentara sus propios bosques”, añade.
Algo similar sucedía con especies amenazadas de extinción como las tortugas; con el venado, las cotorras y las maderas preciosas.
“Todo eso se ha frenado gracias al desempeño conjunto de la Oficina con todos los organismos implicados en el desarrollo de la península, entre los que figuran el Citma, la Forestal, el Cuerpo de Guardabosques”.
De hecho, el Parque Nacional Guanahacabibes es la única área de Cuba incluida en el Protocolo de Áreas Especialmente Protegidas del Gran Caribe, por el alto grado de conservación de sus valores naturales y los resultados de su administración.
Y TODAVÍA LA LEYENDA...
Con un extenso programa bien definido hasta el año 2030, el plan de desarrollo de la península prevé entre sus próximas obras, la construcción de un restaurante que pueda dar servicio a quienes van allí de excursión, un centro con salas de reuniones para acoger eventos científicos y un área para la conservación y el monitoreo de los cocodrilos.
Paralelamente, Camacho explica que se dan los pasos pertinentes para el inicio de un gran proyecto que incluiría el establecimiento de varios campos de golf, inmobiliarias y una marina, en la zona comprendida entre La Fe y Punta Colorada.
“Esta es una idea que se debe ir concretando por partes. De momento, los estudios se concentran en las primeras 700 hectáreas”, asegura.
Para el director de la ODIG, aun cuando hay quienes insisten en la búsqueda de tesoros en el interior de la península, es en estos planes donde radican las verdaderas perspectivas económicas de la región.
“Sinceramente, no le tengo fe al hallazgo en tierra firme de esas grandes fortunas que refieren las leyendas, porque durante mucho tiempo se ha tratado de ubicarlas y nunca ha habido nada real.
“Hace algunos años, mediante un convenio firmado entre GEOCUBA y una empresa canadiense, se hicieron exploraciones en el mar, que arrojaron que hay más de 200 embarcaciones hundidas en los alrededores de Guanahacabibes.
“Los documentos de todo eso se conservan, por si algún día el país estuviera en condiciones de continuar las investigaciones, porque se trata de una labor muy costosa, ya que el barco menos profundo se encuentra sumergido a 600 metros de la superficie.
“Ahí, en algunos de esos galeones, es donde creo que están los tesoros que muchas personas han tratado de encontrar durante siglos”, considera el comandante Camacho, alguien que también soñó con ellos una vez, antes de establecerse con una casa de campaña en las entrañas de la península, y descubrir que la mayor riqueza de estos 1 060 kilómetros cuadrados de tierra virgen, está en su historia y en esa naturaleza que nadie hallará jamás en otra parte, aunque disponga de todo el oro del mundo.
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12 de junio de 2015
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13 de junio de 2015
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