PINAR DEL RÍO.—En junio del año 1900, en medio de la intervención militar norteamericana que sobrevino a la guerra del ‘95, un grupo numeroso de maestros cubanos fue llevado a los Estados Unidos por iniciativa del gobierno de aquel país, con el supuesto objetivo de contribuir a su formación pedagógica.
El verdadero propósito, sin embargo, iba mucho más allá de una simple colaboración en el ámbito de la enseñanza.
Para el historiador Rolando Jesús González, este puede haber sido uno de los primeros actos concretos de Washington en el terreno ideológico, para tratar de influir de manera directa en el pueblo cubano. Así lo plantea en un libro inédito sobre el tema, que le tomó varios años de investigación.

A partir del hallazgo del diario de Antonia Llorens, una de aquellas maestras que durante casi dos meses recibió adiestramiento en la emblemática Universidad de Harvard, Rolando, quien labora en el museo del municipio pinareño de Consolación del Sur, ha conseguido reconstruir la historia de un suceso que 115 años después, asombra por su vigencia.
Cuenta que inicialmente el gobierno norteamericano había tenido la intención de traer acá un grupo de educadores de su país, pero la idea de venir a un lugar devastado por la guerra, no encontró suficientes seguidores. De modo que se optó por invertir la ecuación y llevar los cubanos a tierra estadounidense.
En total, Rolando asegura que más de 1 000 educadores tomaron parte del “Curso Especial para Maestros Cubanos”, que tuvo su sede principal en la influyente universidad, aunque incluyó también un gran número de visitas a lugares representativos de la pujante nación.
Entre ellos, la academia militar de West Point, el Capitolio, la Casa Blanca y las ciudades de Nueva York, Boston y Filadelfia.
“Cuando uno analiza las materias recibidas, aprecia un desbalance, una desproporción grande entre las horas clase dedicadas a la enseñanza del inglés y de la historia de los Estados Unidos, en comparación con otras materias como la pedagogía y la historia latinoamericana.
“En tanto, la de Cuba se obviaba completamente, como si Varela, Céspedes, Agramonte, o el ideario martiano, tan vivo entonces, nunca hubieran existido”, dice Rolando y añade que no es de extrañar, teniendo en cuenta que después de intervenir en una guerra prácticamente ganada por los mambises, y frustrar los esfuerzos por conquistar la independencia, el gobierno estadounidense manejaba varias vías para consolidar su dominio sobre nuestro país, incluyendo la anexión.

Ante cualquiera de las variantes, el deslumbramiento de cientos de educadores de toda la Isla con el modo de vida norteamericano, su familiarización con la cultura y la historia de aquella nación, podían ser una valiosa ayuda para allanar el camino de una nueva forma de colonización.
El sentimiento independentista que había estado fraguando desde hacía mucho tiempo, y que tuvo un impulso definitivo luego del levantamiento armado liderado por Céspedes, el 10 de Octubre de 1868, sería sin embargo mucho más fuerte. La intención de que los maestros tomaran la iniciativa para facilitar la presencia norteamericana, nunca cristalizó.
“De forma general, a su regreso, aquellos educadores fueron de los primeros en defender la cubanidad, el concepto de Patria, en rescatar los héroes de la guerra y en mantener vivos los sueños de soberanía entre varias generaciones que no pararon de luchar hasta alcanzar la verdadera independencia”, asegura Rolando.
“Contrario a lo que se pretendió, este sería el gran epílogo de aquel viaje”.



















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Rné dijo:
1
13 de mayo de 2015
13:53:35
rv dijo:
2
13 de mayo de 2015
14:21:43
Ramón dijo:
3
13 de mayo de 2015
17:11:29
Pirolo dijo:
4
14 de mayo de 2015
21:03:30
Fernando dijo:
5
17 de mayo de 2015
14:37:28
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