
Para unirse a las fuerzas independentistas marchó el joven de 17 años Francisco Adolfo Crombet el 20 de noviembre de 1868. La jefatura mambisa le rechazó por su corta edad. Sin embargo, su llanto a lágrimas vivas, ante la exclusión de la que era objeto, determinó la final incorporación a las filas insurrectas. Así, como soldado raso se iniciaba la carrera militar de uno de los más destacados combatientes del Ejército Libertador de Cuba, quien popularmente es conocido como el Mayor General Flor Crombet.
Nacido el 17 de septiembre de 1851, en Belle Vue, cafetal de Hongolosongo, en El Cobre, Santiago de Cuba, Crombet integró la Compañía denominada “La Francesita”. Esta la formaban seis hombres vinculados a esa nacionalidad: el mismo Flor, el Comandante Prudencio Coureau, su hermano Emiliano Crombet y los esclavos libertos Camilo Crombet, Noel Crombet y Cefiro Coureau. Progresivamente bajo el mando de diferentes jefes como el chino Coronel Juan Cintra y el General en Jefe Máximo Gómez, demostró su valor patriótico que le mereció consecutivos ascensos.
El Presidente de la República en Armas Carlos Manuel de Céspedes, en carta a su esposa Ana de Quesada —el 13 de septiembre de 1872— expresaba: “Flor Crombet es un francesito criollo, de unos 22 años, alto, delgado, muy elegantito y simpático: promete ser uno de nuestros mejores jefes”.
Y el 9 de diciembre de 1872, Céspedes escribía: “…se reunió con nosotros la columnita del Teniente Coronel Crombet y salimos hasta la trinchera española que hubo en Barajagua, donde formó la tropa y después de haber elogiado a aquellos valientes al frente de banderas, desfilaron en columnas de honor al toque de cornetas y estruendos de los vivas. Efectivamente se portaron bien en su arriesgada incursión. En 40 días fueron del Cobre a Guisa y de Guisa a Arroyo Naranjo en la costa de Santiago de Cuba, por cuyos suburbios pasaron; de ahí se retiraron a Jarahueca y de Jarahueca vinieron a Barajagua, siguiendo marcha el mismo día. Ni los antiguos romanos sobrepujaron estas jornadas de hombres descalzos, a pie y peleando contra un enemigo muy superior en fuerzas…”
En febrero de 1874, Flor Crombet participó en la invasión a Las Villas y en el combate de El Naranjo, en este último recibió una herida en el labio inferior que le marcó por vida. Al concluir la Guerra de los Diez Años (1868-1878) apoyó la Protesta de Baraguá y continuó la lucha emancipadora con acciones como la ocupación del aserradero y los cinco fortines que defendían este lugar.
Impuesto el cese de las hostilidades por la pacificación colonialista, Flor Crombet persistió en su afán independentista. De esta forma fue detenido y deportado a España cuando el fracaso de la Guerra Chiquita (1879-1880). Allí permaneció casi dos años preso en distintas cárceles hasta que se le fijó residencia en Madrid, de donde logró escapar al poco tiempo. Establecido en Centroamérica radicó en Costa Rica y Honduras. En este último país se le reconoció su grado militar y fue designado Comandante General del Departamento de La Paz y Secretario del Tribunal Supremo de Guerra y Justicia, así como Inspector General de Cuarteles y Palacios.
Flor Crombet fue uno de los primeros veteranos de la primera contienda independentista en solidarizarse con la guerra justa y necesaria preconizada por José Martí.
El fracaso del plan expedicionario de Fernandina (enero de 1895) no desanimó la fe de Flor Crombet, en el proyecto insurreccional martiano. El 26 de febrero de 1895 —iniciadas ya las hostilidades anticolonialistas en la Isla— Martí escribió a Antonio Maceo: “…la ida de usted y de sus compañeros es indispensable, en una cáscara o en un leviatán… yo tengo de Flor Crombet la seguridad de que, con menos de la suma ofrecida, puede tentarse con éxito la salida que de ahí pueden ir en una embarcación propia, decidido que usted y yo dejemos a Flor Crombet la responsabilidad de atender ahí a la expedición, dentro de los recursos posibles, porque si él tiene modo de que ustedes puedan arrancar de ahí con la suma que hay, ni usted ni yo debemos privar a Cuba del servicio que él puede prestar… El ejército está allá. La dirección puede ir en una uña”.
El 1ro. de abril de 1895 desembarcaba en Duaba, la expedición organizada por Flor Crombet, que trajo a la Patria a valerosos patriotas encabezados por Antonio Maceo. Crombet escribió una proclama que constituye un testamento político. Declaraba en uno de sus párrafos: “Mientras Cuba sea esclava no habremos cumplido ni con nuestra conciencia ni con el hermoso programa americano. Ayacucho no es la última palabra de ese gran drama; a Cuba le cabrá la gloria de pronunciarla. América lo espera. Nuestro honor, además lo exige (…) Compatriotas. No permitamos que nuestra Patria pase al siglo XX cubierta de cadenas; esforcémonos porque sea admitida como la heroína del Mar Caribe y no juzgada de otra manera por la posteridad”.
Luego del desembarco y el primer choque victorioso con el enemigo, los patriotas se dividieron en dos grupos. Unos continuaron el avance con Antonio Maceo y otros siguieron a Flor Crombet y José Maceo. Estos últimos —el 10 de abril de 1895— sorpresivamente se enfrentaron con los guerrilleros colonialistas de Yateras, en la loma de Alto de Palmarito.
Como resultado del desafortunado encuentro pereció en combate Crombet junto con algunos de sus compañeros. José Martí en su Diario de Campaña y en carta a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra expresaría su honda pena por la desaparición física de Crombet, uno de los más dignos ejemplos de combatiente mambí, quien entregó su existencia a la noble causa de la liberación de la Patria.



















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rose morales dijo:
1
9 de abril de 2015
23:34:57
Palax dijo:
2
10 de abril de 2015
08:37:22
Lic. Pierre Millet dijo:
3
10 de abril de 2015
12:45:00
eliezer dijo:
4
30 de noviembre de 2017
08:27:15
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