A las once de la mañana, sin previo anuncio, una canción de moda comenzó a escucharse simultáneamente en varias emisoras: “Ricordati Marcelino, sole pane y sole vino...”. Tras un breve silencio, las notas iniciales del Himno Invasor preludiaron la arenga: “¡Atención, cubanos! ¡Atención! Es el 26 de Julio llamando a la Huelga General Revolucionaria. Adelante cubanos. Desde este momento comienza en toda Cuba la lucha final que solo terminará con el derrocamiento de la dictadura...”
Había comenzado la Huelga del 9 de abril de 1958.
A partir de ese momento, se luchó y murió en toda Cuba. En la capital, un grupo de jóvenes asaltaron la Armería de la calle Mercaderes y solo una casualidad, ya ocupadas las armas, les impidió repartírselas a los demás comandos acampados en la Habana Vieja. En el Cotorro los jóvenes derrocharon coraje y Guanabacoa estuvo bajo su dominio absoluto durante horas.
En Sagua la Grande, los revolucionarios tomaron prácticamente la ciudad, muchas más horas que en cualquier otra localidad del país. Hubo acciones de envergadura en Matanzas, Santa Clara, Camagüey. Se logró la paralización completa de todo Oriente por la acción combinada de las fuerzas guerrilleras y de la clandestinidad, incluido el ataque al Cuartel de Boniato por las milicias santiagueras dirigidas por René Ramos Latour, Daniel. Santiago de Cuba ofrendó la vida de 24 de sus jóvenes.
Pero a pesar de tanto heroísmo, ya en la tarde la huelga fue decreciendo. No se había logrado una correcta coordinación con otras fuerzas revolucionarias, como había orientado Fidel, y sobre todo en La Habana, hubo grandes fallas en la organización, pues nunca aparecieron las armas para todos los combatientes que se movilizaron.
Según relatara Faustino Pérez, jefe del Movimiento en la capital, cuando la Dirección Nacional del M–26–7 en las ciudades se había reunido con Fidel en El Naranjo, Sierra Maestra, para precisar detalles sobre la realización de la huelga, semanas antes de su estallido, el Jefe de la Revolución preguntó una y otra vez acerca de la fortaleza de la organización obrera, de la incorporación de otras fuerzas revolucionarias a la acción y cómo se llevarían a cabo las tareas de agitación y propaganda. “Le interesaba mucho conocer el ambiente psicológico que existía en La Habana, lo que ocurriera en ella sería fundamental, se le asignaba el mayor peso para decidir el resultado de la huelga... Le preocupaba la situación que tenía el Movimiento en la capital para enfrentar los acontecimientos”, añadía Faustino en su testimonio.
Aun sin armas, muchas acciones se realizaron el 9 de abril en la capital de todos los cubanos. Sabotajes apartes, los obreros paralizaron varios importantes centros industriales. Las mujeres también aportaron su cuota de heroísmo y Pastorita Núñez organizó un Comando Femenino que operó el día de la huelga como apoyo a los grupos de acción.
Ante la incertidumbre de por qué el transporte en La Habana no se había paralizado, el dirigente del M-26-7 Marcelo Salado abandonó el cuartel general del Movimiento. En el garaje de G y 25 fue reconocido por un traidor que ya trabajaba a las órdenes del criminal represor Esteban Ventura. Una ráfaga de ametralladora lo hizo caer. En el suelo lo remataron.
Al atardecer, era evidente que en la capital había fracasado el paro y se cursó la orden de cesar las acciones. Aislada, cuando la huelga agonizaba en toda Cuba, la heroica Sagua la Grande fue víctima de la peor de las represiones por parte de la tiranía batistiana.
Apenas 15 días después de los sucesos del 9 de abril, Fidel le escribiría a los combatientes del llano: “Tengo la más firme esperanza de que en menos de lo que muchos son capaces de imaginar, habremos convertido la derrota en victoria”. No se equivocó. La tiranía se obnubiló con el revés revolucionario y organizó la cacareada ofensiva final o Plan FF (Fin de Fidel) que en poco menos de tres meses fue liquidada por el Ejército Rebelde. Camilo y Che invadieron Las Villas. Los combates de Guisa, Yaguajay, Maffo, Palma Soriano y Santa Clara produjeron el colapso final de la tiranía. El sátrapa huyó. La Huelga General Revolucionaria del 2 de enero, esta vez con organización y correctas coordinaciones, consolidó el triunfo revolucionario.
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Angel dijo:
1
9 de abril de 2015
05:23:42
manuel dijo:
2
9 de abril de 2015
13:37:23
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