Con un análisis de los aportes en materia de alfabetización, acceso a la educación y salud infantil en Cuba, iniciaron los debates en el grupo de trabajo dedicado a tratar los temas de educación y salud, en el foro Pensando Américas, donde se conciben propuestas concretas que la sociedad civil cubana presentará a la Cumbre de las Américas, en Panamá.
Gilberto García, presidente de la Asociación de Pedagogos de Cuba (APC) se refirió a la educación como una tarea de todos, refrendada en el artículo 39 de la Constitución de la República, en la cual se expresa que el Estado orienta, fomenta y promueve la educación, la cultura y las ciencias sociales en todas sus manifestaciones.
Destacó los proyectos que se potencian desde la APC, entre los que se encuentran: Transformar para Educar, que ha llegado a 90 municipios del país y está vinculado al quehacer de los consejos de escuela, con sus fundamentos en la educación popular; el proyecto Educadores Destacados del siglo XX, para identificar a esos pedagogos que han realizado aportes con el fin de elevar la calidad de la Educación, y el proyecto Con infinito amor, dedicado al trabajo de formación vocacional y orientación profesional en las escuelas pedagógicas.
Otro logro de la educación cubana se registra en el tema de la educación de adultos, en la cual según trascendió, la matrícula asciende a más de 128 000 estudiantes en los 402 centros distribuidos en todo el territorio nacional.
Entretanto, Jaime Cardoso, impulsor del método de alfabetización Yo sí puedo, sostuvo la importancia de la voluntad política y de las organizaciones en la ampliación del derecho universal a la educación y significó que sin ese apoyo hubiera sido imposible concretar la graduación de más de 8 millones de personas por este método, que tiene su continuidad en el Yo sí puedo seguir.
Gladis Abreu, presidenta de la Sociedad Cubana de Pediatría, declaró que en los años 60 se establece un sistema único de salud en Cuba, con acceso pleno de igualdades para todos los individuos, y la creación de un servicio médico rural, el incremento del número de instituciones y el desarrollo de la atención primaria.
Entre otros logros de la salud cubana apuntó al programa materno infantil dedicado a preparar a la madre para enfrentar en mejores condiciones el momento del parto y poder detectar anomalías que afecten al niño. Asimismo insistió en el descenso notable de la mortalidad infantil (4,2 por cada mil nacidos vivos) a lo largo de los 57 años de Revolución, que ubica a Cuba entre los primeros países de América Latina en ese indicador.
Jorge Pérez, director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, se refirió a aquellas enfermedades que han sido erradicadas en Cuba luego de 1959, como la malaria, la poliomelistis, la tuberculosis, entre otras.
La doctora Beatriz Marcheco Teruel, del Centro Nacional de Genética Médica, propuso desarrollar en la región una estrategia para la prevención de enfermedades congénitas basados en un programa educativo que forme parte de una alianza de la sociedad civil para esos propósitos, teniendo en cuenta que uno de cada cinco niños que nacen en América mueren por esa causa en los primeros 28 días de la vida.
Además, planteó la importancia de desarrollar una iniciativa para identificar los factores de riesgo desde el punto de vista genético que predisponen a la disminución de la calidad de vida y enfermedades propias del área, que integre los esfuerzos tecnológicos de manera particular en el campo de la genética.
El Premio Nacional de Ciencias Sociales, Pedro Pablo Rodríguez, sostuvo que sin desconocer las diferencias que tenemos entre las distintas sociedades civiles, se trata de llevar a Panamá propuestas que puedan ser valederas para el resto de la región. Admitió que nuestro país tiene todavía mucho que aprender en materia de participación, pero que nunca debemos retroceder a un capitalismo dependiente, represivo, autoritario y aplastante, “que siempre va a ser igual o peor que el que tuvimos antes del Triunfo de la Revolución”.
Annia Esther Vives, perteneciente al Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día, habló desde su experiencia personal sobre las prácticas de prevención que se desarrollan desde su iglesia en la comunidad donde está enclavada, entre las cuales destacan donaciones de sangre, charlas educativas, ferias de salud, consejos nutricionales, con el propósito de responsabilizar a las personas con mantener un estilo de vida saludable; y concluyó haciendo un llamado a involucrar a todos los miembros de la sociedad civil en la solución de los problemas de la comunidad.
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