
Los estudios sobre la identidad nacional y la cubanía tienen, en el antropólogo Fernando Ortiz y en nuestro Héroe Nacional José Martí Pérez, a dos de sus principales referentes. Desde el Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar, escrito por el primero, hasta Mi raza, del más universal de los cubanos, por solo mencionar dos ejemplos, se establecen definiciones relacionadas con nuestros orígenes, y nos ayudan a respondernos quiénes somos y de dónde venimos, interrogantes ancestrales que continúan siendo objeto de investigación de científicos, antropólogos, biólogos... con respuestas cada vez más sorprendentes, cualesquiera sean las áreas de donde provengan los resultados.
La conferencia magistral Cuba: color de la piel, mestizaje étnico e identidad genética, de la doctora Beatriz Marcheco Teruel, del Centro Nacional de Genética Médica (CNGM) —que sirvió para inaugurar la Convención Internacional de Antropología y el XII Simposio de Antropología Física Luis Montané—, constituye una muestra fehaciente de ello. El más reciente estudio realizado por un equipo de profesionales del CNGM en el campo de la genética, para caracterizar la estructura de la población cubana, reveló las peculiaridades del mestizaje en nuestro archipiélago y el origen de nuestros ancestros y, sobre todo, corroboró la certeza martiana de que no hay razas, y aquella del acervo popular: “En Cuba, quien no tiene de congo, tiene de carabalí”.
La investigación analizó una muestra de 1 019 personas (hombres y mujeres) de todas las provincias y del 81,5 % de los municipios del país, pertenecientes a zonas urbanas y rurales, y comprendidos en edades desde los 18 hasta los 95 años, lo que constituye una prueba de su rigor científico, y convierte a Cuba en uno de los países mejor caracterizados de la región. De esa forma, utilizando marcadores genéticos, arrojó que el 72% de los genes de la población cubana actual proviene de ancestros europeos, el 20 % de africanos, y el 8 % de ancestros nativos americanos.
Los individuos analizados mostraron genes de los tres grupos étnicos originarios de la población cubana, lo cual demuestra cuán difícil puede ser delimitar las fronteras en el color de la piel en nuestro país. Por ejemplo, las personas de piel blanca tuvieron alrededor de un 7 % de genes de origen africano, las mestizas un 25, 5 %, y las de piel negra alrededor de un 65 %, y asimismo, se obtuvo el porcentaje de genes de origen nativo americano y europeo. “No encontramos ningún individuo que el 100 % de su información genética fuera de origen europeo o de origen africano”, explicó la investigadora.

Pudo comprobarse también cómo se ha conformado esa mezcla, cuántos de esos genes han venido por la vía materna y cuántos por la vía paterna, a través del estudio del ADN mitocondrial y el cromosoma Y. “En 938 personas de las 1 019 que conformaron la muestra se reveló que el 39 % de la información genética que se transmite por las madres procede de ancestros africanos, el 36 % de una madre nativo americana, y el 26 % de mujeres europeas”.
Por otro lado, se demostró que, como promedio, el 81 % de los genes transmitidos por la vía paterna son de origen europeo, el 18 % de origen africano y solo un 0, 5 % de genes nativos americanos. Así, los investigadores lograron conformar el árbol filogenético evolutivo de la población cubana a través de la herencia materna y paterna.
Minutos después de su intervención, la investigadora accedió a conversar con Granma sobre la novedad científica, el impacto de su estudio, y los rumbos que tomará en lo adelante el CNGM:
“Es la primera vez que una investigación, utilizando marcadores genéticos, puede determinar el porcentaje de la información genética que procede de nuestros ancestros.
“Hoy sabemos que esas enfermedades que ocupan las primeras causas de morbilidad, de riesgo para enfermar, o de mortalidad en nuestra población, como en otras poblaciones, tienen factores de riesgo genético, y esos factores a su vez en muchos casos están relacionados con el componente étnico de una población. De manera que estudiando más detalladamente la distribución de esas características y variantes genéticas procedentes de África, de los nativos americanos y de Europa, buscamos conocer también si tienen factores de riesgo genético asociados a esas enfermedades que podamos llegar a conocerlos.
“El CNGM tiene el reto de estudiar las enfermedades genéticas, las malformaciones congénitas y su impacto en el estado de salud de la población cubana. Pero ahora tiene que moverse a lo que el mundo denomina hoy en el campo de la genética las enfermedades del adulto, porque un país que envejece, que incrementa su esperanza de vida, y eso es muy positivo, también tiene el reto de enfrentar enfermedades que aparecen en edades avanzadas de la vida que hoy sabemos que tienen factores de riesgo genético. Y podemos modelar nuestra conducta, nuestro hábito alimentario, el cuidado de la salud, podemos incrementar la esperanza de vida y modificar las principales causas de muerte”, concluyó la experta.



















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