
HOLGUÍN.—La pasión impulsa los relatos de Celia Portelles Gómez y Nelson Arias Rodríguez, testigos de primera línea en sucesos que confirmaron el advenimiento de cambios definitivos en Cuba tras el triunfo de la Revolución.
Una mezcla de azar y temprana militancia social los situó el 26 de febrero de 1959 en el céntrico parque Calixto García de la ciudad de Holguín. Ansiosos, igual que centenares de compatriotas, se congregaron allí para escuchar a Fidel, quien habló desde uno de los balcones de la emblemática Periquera.
Nelson, entonces estudiante de secundaria básica, reconoce que quedó impactado por las palabras del Comandante invicto. Habló, comenta, de planes inmediatos y futuros.
“Recuerdo que destacó la belleza de nuestras playas y de las posibilidades de desarrollar el turismo. Anunció la creación de una Universidad y continuó con asuntos tan importantes como la solución de los problemas del abasto de agua, pues la ciudad dependía de una pequeña presa.
“Se refirió a las mejoras que requería el servicio de electricidad, dependiente de Chaparra en aquel momento. En sus preocupaciones estaban igualmente el desarrollo de las comunicaciones, la agricultura y la industria. En resumen, abordó transformaciones solicitadas por la población durante años”.
Tiempo después comprendió que Fidel es líder por ser visionario. “Llevaba poco más de 50 días en el poder y sabía cómo renovar la estructura de gobierno del país en momentos tan complejos, con poca disponibilidad de recursos financieros.
Batista, en sus mandatos de terror, saqueó el tesoro público y para colmo, al huir robó otros 300 millones de pesos”.
“Fidel tiene muchas virtudes y una de ellas es asumir compromisos y cumplirlos. Jamás nos ha mentido”.
Celia asegura que la misma emoción los atrapó casi un año después, el 24 de febrero de 1960, cuando el Jefe de la Revolución participó junto al Che Guevara y Armando Hart en la inauguración de la Ciudad Escolar Oscar Lucero Moya, en las instalaciones donde radicó el temido Regimiento No. 7 de las fuerzas de Batista, en las cercanías de la ciudad de Holguín.
Hasta el triunfo de enero de 1959 aquel sitio fue centro de atroces crímenes, enfatiza ella, y toma tiempo para buscar en un bien surtido librero la biografía de Lucero Moya, impresa en un folleto obsequiado a los presentes en el acto inaugural.
Nelson aprovecha la pausa de su compañera para agregar que del otrora odiado cuartel salieron las hordas uniformadas que reprimieron bárbaramente, sin oportunidad de procesos judiciales, a los opositores a la tiranía. Sus huellas de muerte, cita con pesar, quedaron, entre otros sitios de los alrededores de la ciudad de Holguín, en la salida a Las Tunas, donde fueron masacrados varios jóvenes revolucionarios.
“El día en que el cuartel fue convertido en escuela yo era integrante de las milicias estudiantiles. Me correspondió portar una bandera cuando mi grupo entró marchando al área del acto y no se me olvida la señal de aprobación que nos dirigió el Che. De verdad que estábamos acoplados y nuestro paso era muy elegante”.
Vuelve Celia a la conversación. Describe como memorable la jornada, en la que ella y sus compañeras y compañeros de la Escuela Normal para maestros decidieron marchar a pie desde la ciudad hasta la instalación que sería transformada en centro escolar.
“Al llegar al sitio del acto nos alinearon a ambos lados del pasillo por donde avanzarían los dirigentes. Imagine la emoción sentida al ver muy de cerca a Fidel, al Che y a sus acompañantes, quienes llegaron para hacer realidad el empeño de convertir los calabozos en aulas y dar oportunidades de estudios a todos los niños y jóvenes. Fue un instante que marcó mi vida porque me transmitió entusiasmo y optimismo para desenvolverme como educadora y en las demás tareas revolucionarias que luego vinieron”.
En aquellos momentos Celia y Nelson no habían contactado. Su encuentro transcurrió muchos años después, cuando gran parte de los sueños enunciados por Fidel estaban materializados y otros iban por idéntico camino. Lo cierto es que desde que formaron pareja, con frecuencia evocan tan cruciales instantes, porque los consideran legítimamente bellos y conmovedores.



















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Nébuc dijo:
1
26 de febrero de 2015
12:48:02
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