
Cuando en 1970 —justamente el 24 de febrero— un grupo multidisciplinario de especialistas, dirigido por el profesor Abelardo Buch, director-fundador del Instituto de Nefrología en Ciudad de La Habana, practicó el primer trasplante de riñón exitoso (de un donante cadáver), a un joven de 16 años, Víctor Blanco Conde, quizá no imaginaron que el paciente sobreviviría a ese día unas dos décadas.
Los cirujanos principales que participaron en el proceder fueron los profesores Oscar Suárez Savio y Alfredo Gómez Sampera; y el equipo estuvo integrado también por Charles Magrans, Reynaldo Mañalich, Sergio Arce, Olga González Sureda, Armando Heras, especialistas en Nefrología, Urología e Inmunología, conjuntamente con anestesiólogos, técnicos en laboratorio y enfermeros.
Desde antes del año 1966, en que se funda el Instituto, muchos de ellos avizoraban, y como partícipes comenzaban a erigir entonces lo que 45 años después de esa fecha constituye el principal logro de la Nefrología cubana: construir y consolidar una red de servicios en todo el territorio nacional.
“Siempre pensaron en el país, con el firme propósito de salvar vidas”, dice a Granma el doctor Guillermo J. Guerra Bustillo, director del Instituto de Nefrología Dr. Abelardo Buch López, que lleva este nombre en honor al prestigioso médico.“Hoy todavía contamos en nuestro colectivo con integrantes de ese núcleo fundador además de una gran cantidad de prestigiosos profesionales que se fueron sumando”, explica el entrevistado.
Y justamente para el doctor Guerra Bustillo, “con 51 servicios de nefrología distribuidos en todo el país, esta red —concebida para atender tanto a los pacientes adultos como pediátricos— constituye la principal fortaleza de la especialidad en Cuba, y el mayor logro de la institución”.
De acuerdo con el especialista, la estructura organizativa para el trasplante renal está compuesta por cinco regiones: Oriente Sur (Santiago de Cuba y Guantánamo), Oriente Norte (Holguín, Granma y Las Tunas), Centro-Oriente (Camagüey y Ciego de Ávila), Centro (Villa Clara, Sancti Spíritus y Cienfuegos) y Occidente (Pinar del Río, Artemisa, La Habana, Mayabeque, Matanzas y el municipio especial de Isla de la Juventud); y nueve centros acreditados para el trasplante renal, el Juan Bruno Zayas, de Santiago de Cuba; Lucía Íñiguez, de Holguín; Manuel Ascunce Domenech, de Camagüey; Arnaldo Milián Castro, de Villa Clara, más los cinco centros de la capital: Instituto de Nefrología, hospital Hermanos Ameijeiras, hospital Luis Díaz Soto, el pediátrico de Centro Habana y el Centro de Investigaciones Médico-Quirúrgicas (Cimeq).
La red es dirigida desde el Instituto de Nefrología por el Centro coordinador del Programa de enfermedad renal crónica, diálisis y trasplante, desde el año 1988.
El especialista advirtió sobre la tendencia en aumento de la enfermedad renal crónica y la insuficiencia renal. “Hoy ya pasamos la cifra de 3 000 pacientes en diálisis, pues al cierre del 2014 había 2 982 pacientes necesitados de este proceder”.
De ellos, dijo, estaban en el programa de trasplante renal 995 y de estos últimos aptos para el trasplante, con los estudios necesarios completados y en espera de un órgano compatible, 488.
“Hay un grupo de pacientes que pese al trabajo de prevención llegan a necesitar de métodos sustitutivos de la función renal, como son la diálisis peritoneal, las hemodiálisis y los trasplantes. Cada vez aumenta el número de pacientes de avanzada edad, y aquellos con diabetes o hipertensión”, señaló el experto.
De ahí que el programa se enfoque en la visión de cuidados integrados. “Estas tres opciones de tratamiento son complementarias, no se oponen unas a otras, pues lo que buscamos es que el paciente pase de una a otra y sumar años de vida”.
En ese sentido, el doctor Guerra Bustillo explicó que “sigue siendo el trasplante la que mejor relación de costo beneficio y efectividad tiene para el enfermo y la que mayor satisfacción y calidad de vida le da al paciente, ya que el mismo logra mayor independencia y puede integrarse mejor a la sociedad”.
Sobre la importancia de la prevención, añadió el entrevistado, que es fundamental educar a la población para disminuir la carga de riesgo y con ello los grupos vulnerables que tienen la mayor probabilidad de enfermar; como son los mayores de 60 años, y quienes tengan antecedentes de enfermedad renal, entre otros.
Entre los principales factores de riesgo mencionó la diabetes, la hipertensión, la automedicación, la exposición a tóxicos, inadecuados hábitos de ingesta de líquidos, dieta no saludable, el hábito de fumar, y el abuso del alcohol.
“El diagnóstico precoz es esencial para disminuir la progresión del daño renal, y existen un grupo de herramientas que permiten caracterizar a los pacientes de riesgo, como el diagnosticador para la microalbuminuria que hoy está disponible y puede aprovecharse mejor”, señaló.
Al respecto, puntualizó que hoy se trabaja en la capacitación tanto de los médicos de la familia como los médicos del “primer contacto”, atendiendo a que otros especialistas como los angiólogos, cardiólogos, endocrinos o geriatras pueden buscar la presencia de esta enfermedad en el paciente si observa síntomas.
Al cierre de diciembre del 2014 ya sumaban unos 5 449 trasplantes renales los realizados en Cuba, 5 004 con donante cadáver y 445 con donante vivo, gracias al acto solidario de miles de personas. Una historia que comenzó el 24 de febrero de 1970, con aquel primer milagro de dar vida.



















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Carolina Polanco dijo:
1
4 de mayo de 2016
10:36:44
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