
El Museo de la Alfabetización, situado en Ciudad Escolar Libertad, en Marianao, La Habana, atesora las memorias de la epopeya que erradicó el analfabetismo en Cuba, uno de los seis problemas fundamentales planteados por Fidel en La historia me absolverá.
Los expedientes de 100 000 brigadistas Conrado Benítez, las pertenencias de algunos de los mártires de la campaña, como Manuel Ascunce Domenech y Delfín Sen Cedre, uniformes, faroles, cuartillas, manuales y disímiles fotografías, ubican al visitante en la Cuba de 1961.
Muchas historias inéditas guardan las cuatro paredes de la sala principal. ¿Sabía usted que los participantes más jóvenes de la campaña fueron Elam Manuel Menéndez Menocal y Griselda Aguilera Cabrera, ambos con solo ocho años de edad?
El pequeño Elam había cursado la enseñanza primaria hasta el tercer grado, y fue alfabetizador en la zona de Río Seco, Güines. Actualmente es técnico veterinario. Griselda, hoy profesora, cumplió su labor educativa como maestra popular en la Plaza de Cuatro Caminos, del habanero municipio del Cerro.
Del otro lado del aula, Isadora Pupo y María de la Cruz Semanat demostraron que nunca es tarde para aprender. Cuando la obra de la Revolución llegó a sus vidas tenían 102 y 106 años, respectivamente.
Semanat en un encuentro con el Comandante en Jefe Fidel Castro, dijo haber nacido esclava, y siempre deseó aprender a leer y a escribir. “En los tiempos de España, los negros esclavos no podíamos siquiera pensar en eso, para nosotros solo cepo y cuero limpio”, confesó a Fidel.

La directora del Museo, Luisa Campos, mostró un sinnúmero de documentos que certifican la participación en la Campaña de ciudadanos franceses, italianos, venezolanos, españoles y estadounidenses, lo que constituyó una de las primeras muestras de solidaridad con la Revolución Cubana.
Integraron las Brigadas Conrado Benítez, 48 niños y jóvenes norteamericanos, de entre 10 y 18 años, procedentes de distintas ciudades de Estados Unidos como Tampa, Filadelfia, Michigan y Nueva York. Formaban parte de este grupo siete parejas de hermanos.
Asimismo, 96 fueron los peninsulares que dijeron presente en la contienda alfabetizadora. Las edades y regiones de origen eran diversas: Málaga, Orense, Santander e Islas Canarias. Entre estos se incorporó una familia malagueña, integrada por un matrimonio y sus dos hijos.
Para finalizar viene como anillo al dedo la confesión de Luisa Campos:
“Aquí enseñamos, a todos los que nos visitan, los secretos de lo que fue la Campaña de Alfabetización. Mostramos a sus mártires, la letra y melodía de su himno. Porque consideramos que la información que se ofrece en las escuelas no es suficiente. La historia del pueblo no está solo en los libros, está también en el mismo pueblo”.



















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Margarita Guzmán Roque dijo:
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5 de febrero de 2015
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5 de febrero de 2015
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6 de febrero de 2015
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8 de marzo de 2015
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