
Haití.— Apenas dos semanas faltan para que Haití celebre el aniversario 211 del triunfo de su revolución, la primera que abrió el camino de la independencia en el continente latinoamericano, en el ya lejano 1804.
Fue exactamente un 1ro. de enero cuando la pequeña nación del Caribe conquistó la gloria de la insurrección de negros esclavos y mulatos contra la dominación colonial francesa.
Con 13 años de lucha sobre sus espaldas, aquellos revolucionarios —quienes aprendieron a sentir la libertad y a procurarse la justicia por sí mismos— fundaron la primera república negra en América Latina, que luego dotarían de una constitución que establecía que todas las personas nacen y son libres.
Sin embargo, la festividad el primer día del 2015 por el nuevo aniversario no será la única fecha conmemorativa, en enero, para el pueblo haitiano. Varios días después, el 12, una jornada de silencio y tristeza ensombrecerá al país en homenaje a las miles de personas que sepultó el terremoto del 2010.
Muy diferentes a las celebraciones de su calendario —que suelen tener ese rasgo colorido de la idiosincrasia caribeña— cada 12 de enero es para los haitianos un día de luto, solemnidad y calma. Las personas lloran a sus muertos, rezan oraciones y colocan en las calles ramos de flores, mensajes o fotos de sus seres queridos: esos que aun descansan en fosas comunes, pero que vivirán por siempre en el recuerdo de una nación entera, que tan solo en un día vio cómo se ahogaban las sonrisas.
A casi un lustro del fatídico sismo, Haití poco a poco deja atrás su historia “maldita”. Víctima a lo largo de los años de intervenciones militares, dictaduras, inestabilidad política, miseria crónica, abandono y ostracismo a nivel internacional, el pueblo está hoy más que nunca consciente de que lo que quiere, de lo que es y hacia dónde puede dirigir su porvenir.

La prioridad hacia las esferas de salud y educación de los más pequeños, la reconstrucción de la infraestructura de las ciudades y el ligero aumento de la calidad de vida dan fe de que paso a paso, uno de los países más pobres de la región se levanta, también, con la ayuda de nuestros países latinoamericanos.
No obstante, la tarea aún es bastante difícil de concretar y el camino está lleno de encrucijadas. Sumido actualmente en una profunda crisis política, producto de conflictos de intereses, Haití debe seguir luchando por su entera soberanía, pero siempre con el pueblo como único protagonista real y beneficiario del cambio.
Solo de esa manera, los haitianos serán capaces de variar el curso de su condición desheredada y de vindicar su tradición con la misma luz de sus antepasados.



















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reynier dijo:
1
24 de diciembre de 2014
08:02:32
rodolfo valentino dijo:
2
24 de diciembre de 2014
11:28:45
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