LAS YAGÜITAS, Sierra Maestra.—A casi un kilómetro de altura y una docena más por caminos cordillera adentro, este caserío singular se ha aferrado al lomo de una montaña con una fidelidad asombrosa, solo explicable con ciertas garantías de vida que aun tan lejos y tan alto tienen sus pobladores.
Es uno de los confines que limitan por el firme de la Sierra al municipio granmense de Buey Arriba con su vecino de Guisa, y allí llega quien se atreva al reto de muchos pasos de ríos y pendientes peligrosas que enlazan un pico con el siguiente, en un ascenso de apariencia interminable si se emprende por primera vez.
“Yo mismo me pregunté varias veces: ¡¿a dónde me han mandado!?, el primer día que vine. Oiga, valga que practico fútbol, y aun así llegué molido”, apuró Leandro, sin asomo de ínfulas “postgraduadas” ni términos protocolares.
La conversación tuvo toda la jovialidad y sencillez de sus 25 años, pero en el carácter se le notó enseguida la responsabilidad en pleno proceso de maduración, esa gestación acelerada que provoca el trabajo en el paso del niño al hombre.
Nacido y criado en plena ciudad, Leandro Fidel Escalante ayer mismo era apenas un estudiante, de esos de bata blanca con la universidad a la vuelta de la casa; pero tras recibir su título de médico, en pocos días entendió que aquel papel era solo un permiso para intentar demostrar si en verdad lo merecía.
De un día para el otro, el bayamés se vio de pronto en medio de las montañas más altas de la Isla, convertido en un paisano vital, imprescindible, al servicio de la gente natural de aquellas cumbres.
“En los dos meses que llevo aquí he comprendido que hay una verdadera graduación, más práctica y valiosa que el título recibido al final del sexto año. El médico se gradúa con la gente que cura, que salva, que educa para prevenir enfermedades.
“Ya sabía que la práctica es la mejor escuela; pero en la comunidad, cuando estás solo y todo el mundo viene a ti, y tú eres su hospital, su consuelo, su consejero, de salud y de otras cosas, te da la idea real de lo útil que puede ser un hombre que sirve a los demás.
“No sé si es una cosa especial de la montaña, pero en la familiaridad de los pacientes no se nota la conveniencia de ser amigo del médico que te resuelve rápido. Es como una preocupación común, sincera, por hacer que te sientas bien, por cuidarte, porque eres tú quien los cuidas a ellos”, resalta.
El “centro” de Las Yagüitas es un paraje peculiar sobre el estrecho lomo de una montaña. Precipicio de un lado y de otro, llega a tener la estrechez de una senda para un solo carro; pero donde la meseta es algo más ancha, las viviendas no superan la decena porque comparten el espacio con la escuelita, la sala de televisión con paneles solares y señal digital, la bodega y el consultorio atendido ahora por Leandro.
“Realmente mi consultorio está en siete caseríos, algunos muy distantes de aquí, a diferentes alturas. Atiendo casi 100 casas muy dispersas unas de otras, pero el agotamiento se compensa con el trato de estas personas maravillosas. Es increíble el afecto que ofrecen, y el respeto.
“Es hasta cómico que un adulto venga a pedirte permiso para darse un trago ese día, o que un niño sorprendido descalzo se disculpe con uno y hasta invente una excusa incoherente; pero eso indica que te escuchan e influyes en sus hábitos. He aprendido a quererlos mucho en poco tiempo, y lo mismo que extraño mi ciudad si demoro aquí, así extraño este pedazo de montaña cuando vuelvo allá”.
LA MANO DERECHA
Aparejado a la presencia indispensable del médico, Las Yagüitas ha tenido en la enfermera Rosabel Almeida una garantía para la asistencia médica permanente durante 11 años.
Anclada allí por el amor en su servicio social, ella sentó familia incluso un poco más lejos, cruzando la frontera hacia Guisa, en el escarpado Providencia.
“Todos los días hago a pie o sobre un mulo los ocho kilómetros que me separan de Las Yagüitas, pero no falto jamás, y me quedo cuando el médico baja. Conozco cada familia al dedillo, y eso ayuda mucho al doctor”.
Los de más edad la tienen “como una hija”, al decir de Mirta Rodríguez, vecina de Providencia que la prefiere a ella para atender sus achaques; mientras los bisoños que encargaron temprano su descendencia, encuentran en Rosabel “una madre alternativa”, a juzgar por el criterio de Arisleydis Sánchez, ya con tres niñas a sus 26 años.
“En todo este tiempo he aprendido a querer a la montaña, y estoy acostumbrada al esfuerzo adicional de ejercer la enfermería acá. Siento el mismo orgullo de cualquier internacionalista, porque esto es como una misión, solo que con nuestra propia gente, y eso también es importante.
“Si ahora mismo debo irme a luchar contra el ébola, con todos sus peligros, estoy dispuesta, pero al final tendré la misma satisfacción que siento aquí”.
SIN EXCEPCIONES
Ni para las estadísticas, ni para el discurso, ni siquiera para los índices que miden la atención de salud a la población cubana, ni Leandro ni Rosabel son casos excepcionales.
Como ellos, andan miles por los campos de Cuba, ayer estudiantes y ahora profesionales, en busca de una segunda graduación en el contacto diario e inmediato con la familia. Hay que ver cuánto la habilidad se pule y se les curte el carácter cuando tienen que decidir solos, manejar una emergencia, prodigar confianza.
Leandro y Rosabel no serán excepciones, pero su ejemplaridad sobrada nos recuerda que la Medicina es un oficio con clase de sacerdocio, valioso tanto si se practica del otro lado del mar como en el patio de la casa.
Salvar, curar y prevenir será siempre un acto solidario, sea donde sea, y en su ejercicio la humildad es un valor esencial que puede aprenderse joven, pero no despojarse nunca de él.
Esa es la escuela mayor que pasó Rosabel y ahora cursa Leandro, con notas sobresalientes en poco tiempo: ser buenos profesionales y mejores personas; porque el menoscabo de esta anula aquella, y el médico debe ser esta y aquella, competente y humano, a prueba de privilegios que marean y ganancias que pueden corromper la humildad.
Ellos no son excepciones… y eso es precisamente lo que hace falta.



















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fonseca dijo:
1
16 de diciembre de 2014
06:18:52
jose angel dijo:
2
16 de diciembre de 2014
10:23:46
Luis Celeiro dijo:
3
16 de diciembre de 2014
11:05:28
FRANCISCO M BARROSO dijo:
4
16 de diciembre de 2014
12:37:06
Jorge dijo:
5
16 de diciembre de 2014
14:02:52
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