
Sabemos por la confesión que hiciera el terrorista Eduardo Arocena, al ser interrogado por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) de los Estados Unidos, que Pedro Crispín Remón fue quien realizó los disparos que ocasionaron la muerte al emigrado cubano Eulalio José Negrín, cerca de su casa en Nueva Jersey. Según testimonio del interrogado —jefe máximo de la organización terrorista Omega 7—, Remón comandaba una célula del grupo contrarrevolucionario y en él era el matón principal. Arocena le había entregado una pistola ametralladora Mac-10, el tipo de arma identificada tanto en este crimen como en el del diplomático cubano Félix García Rodríguez, un año más tarde.
El cabecilla de Omega 7 confesó también que su sicario titular, cuando era quien disparaba, utilizaba una máscara negra con unos bordes negros y amarillos, similar a la usada por el asesino de Negrín y a la que halló la amante de Remón en su maletín, junto con un tipo de ametralladora, en un motel de paso donde se solazaba con él. Ella comentó al FBI que cuando la gran mayoría de la comunidad cubano-americana manifestó su horror al conocer que Negrín había sido ultimado delante de su hijo de 12 años, Remón se encogió de hombros y dijo simplemente: “Se suponía que el niño no estuviera allí”.
Negrín sabía que lo iban a matar, desde que, en las calles de San Juan, Puerto Rico, el 28 de abril de 1979 cayó abaleado el joven emigrado cubano Carlos Muñiz Varela, miembro de la brigada Venceremos y fundador de la agencia de viajes Varadero. Una voz, en nombre de un llamado Comando Cero, anunció por una emisora radial que la víctima era el primero de una larga lista de personas condenadas a muerte por la organización. “Ahora tenemos 74 más que ejecutar”. Sin dudas se refería al Comité de los 75, organización que a finales de la década de 1970 agrupó a representantes de la comunidad cubana en el exterior en favor del diálogo franco entre compatriotas y la reunificación familiar.
Historiadores y periodistas puertorriqueños insisten en afirmar que Comando Cero y Omega 7 eran organizaciones fraternales o tal vez la misma. Incluso hay quienes señalan hoy día a Pedro Crispín Remón como participante activo en la muerte de Muñiz Varela. Omega 7 ya había realizado varias acciones terroristas durante 1979, entre ellas, un bombazo en un local de la empresa Trans World Airlines (TWA) en el aeropuerto Kennedy y otro, en la misión de Cuba en las Naciones Unidas (ONU). Incluso en marzo de ese año, la organización terrorista había efectuado un atentado dinamitero contra el local del Programa Cubano de New Jersey, fundado por Negrín, quien ante las constantes amenazas que recibía, denunciaba en una carta testamento, el 15 de agosto de 1979: “Por este medio, y hoy en vida, acuso al gobierno de los Estados Unidos de conspirar conjuntamente con elementos cubanos falsamente anticomunistas y mafiosos a nivel local, estatal y federal, en contra de mi vida”.
EL POR QUÉ DE UN CRIMEN
Eulalio José Negrín Santos era oriundo de Unión de Reyes, provincia de Matanzas. En 1962 emigró a los Estados Unidos. Según Miguel Fernández, periodista cubano residente en Miami, “su negativa de vestir el uniforme del extranjero invasor durante la genocida guerra de Vietnam, y la experiencia de ver como muchos de los que como él habían salido a un exilio sin nombre, se amparan en el terrorismo más sádico contra su propia gente, se convirtieron en factores concientizadores de su futura vida”.
Miembro del Grupo de los 75, que arribó a la Isla en diciembre de 1978 para abrir espacios de diálogo con la Revolución Cubana, Negrín devino defensor de la reunificación familiar, condenó el bloqueo y abogó por el sostenimiento de relaciones normales entre la nación caribeña y los Estados Unidos.
En la carta testamento ya mencionada en este trabajo, declaró: “Por este medio: Se le da poder a mis familiares residentes en Cuba y a las autoridades competentes cubanas tanto en Cuba, en New York o cualquier otro país, de disponer de mis pertenencias personales y de que en caso de asesinato, accidente o sabotaje mi cuerpo sea trasladado a la República de Cuba y enterrado junto a mi señor padre en el pueblo de Sabanilla del Encomendador, hoy Juan Gualberto Gómez, en la provincia de Matanzas”.
El deseo de que sus restos reposaran en su pueblo natal fue cumplido el 18 de junio de 1983. Una multitud de coterráneos asistió al entierro.



















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