SANTA CLARA.—Hace unos años, en la parte del maciso montañoso Guamuhaya perteneciente a Villa Clara, se llegaron a producir hasta 572 000 latas de café, es decir, más de 1 000 toneladas. Hoy, en cambio, se pugna por alcanzar las 86 toneladas, cifra muy distante de las verdaderas potencialidades de una zona eminentemente cafetalera.
Las causas de tal decrecimiento resultan variadas, y en esencia están vinculadas con la grave crisis económica que vivió el país en los años más duros del Periodo Especial, la cual provocó el éxodo de buena parte de la fuerza de trabajo y la consiguiente desatención a las plantaciones.
Ante tal situación, la dirección de la agricultura en la provincia, bajo la guía del Partido, decidió poner en práctica un programa de desarrollo cafetalero que en su primera etapa abarca hasta el 2020, el cual prevé un crecimiento sostenido de la producción del grano hasta llegar a alcanzar ese año las 300 toneladas, cifra que, aunque distante de los rendimientos históricos de la zona, debe marcar un punto de partida para nuevas metas.

Para Edelse Navarro Jiménez, director de la Empresa Agropecuaria Jibacoa, rectora de la actividad en el lomerío, el lento pero sostenido crecimiento va demostrando que puede revertirse la crítica situación de las dos últimas décadas, cuando llegaron a cosecharse solo 22 toneladas.
Al respecto, ilustra con algunos datos que resultan reveladores. Si en el 2010 se obtuvieron solo 32 toneladas, ya en el 2013 se recolectaron 76; el año en curso la cifra debe rondar las 86 y el próximo, la meta es lograr 110, de modo que han avanzado, aunque no con la celeridad que demanda la economía de la nación.
El ligero incremento tiene que ver, según el director de la entidad, con la correcta estrategia diseñada que permitió sellar los cafetales en más de un 90 %, a lo cual contribuyó el hecho de poseer un banco de semillas certificado con variedades de alto potencial productivo, además de tener uno de los pocos centros de investigación con que cuenta el país.
Asimismo, ya tienen en funcionamiento una moderna planta despulpadora, completamente ecológica, que permite vender un café de primera calidad en un 90 %, y antes de finalizar el año deben montarse cinco sistemas de riego, que beneficiarán unas 34 hectáreas, refiere Edelse.
A pesar de estos logros, aún persisten algunas indisciplinas tecnológicas y fallas en la organización y planificación de las cosechas, que han dado al traste con la obtención de mejores resultados, las cuales, de no resolverse pudieran poner en peligro la materialización del referido programa.
Sobre el tema, Navarro Jiménez reconoce como los tropiezos más frecuentes la poca confiabilidad en los estimados de cosecha, el atraso en el llenado de las bolsas, dificultades en el sellaje de algunos campos, inferior al 95 % como está estipulado, y la mala calidad de las posturas empleadas en determinados lugares.
También menciona otros elementos que han conspirado contra la voluntad de avanzar, entre los cuales señala problemas con la siembra y resiembra de las posturas, plantadas fuera de la etapa óptima; dificultades con la regulación de la sombra, la pobre generalización de los resultados científicos entre los caficultores, además de la poca vinculación de los Técnicos Integrales de la Montaña a los resultados finales de la producción.
A ellos se unen otros problemas, como la carencia de fuerza de trabajo necesaria y las dificultades en el acceso a recursos imprescindibles como machetes, limas, hachas, motosierras y otros insumos, sin los cuales resulta difícil progresar en la tarea, asegura Edelse.
RESPETO AL CONTRATO TAMBIÉN PRODUCE CAFÉ
La falta de seriedad y de previsión de algunos organismos, y el incumplimiento de lo planificado, han sido otras de la limitaciones y barreras con que ha chocado el programa de desarrollo cafetalero en las montañas del Escambray villaclareño.
En ese sentido, ha sido notable el irrespeto al contrato en lo concerniente a la entrega en tiempo de algunos fertilizantes vitales para incentivar la producción, como el fósforo, la urea y el NPK o fórmula completa, los cuales, unas veces no llegan y cuando lo hacen es fuera de fecha, en el momento en que ya la planta no lo precisa.
Ismeisy López, la presidenta de la CPA Ángel Bombino, de Güinía de Miranda, ha sentido en carne propia los efectos de tales desatinos. Al respecto, reconoce que este año, por citar un ejemplo, recibieron en tiempo solo el fósforo; sin embargo, nunca llegaron la urea ni la fórmula completa, razón por la cual no pudieron aplicarlos cuando las plantaciones más los necesitaban, lo que tendrá consecuencias negativas en la producción final.
“Aquí, en la montaña, se está haciendo un gran esfuerzo para saltar el bache, y por todos lados se nota el empeño por salir adelante; sin embargo, creo también que debían ser más serios con nosotros a la hora de cumplir lo contratado”, refiere Ismeisy.
Yoel Méndez, ingeniero de esa CPA, explica que ha faltado previsión de las entidades de la Agricultura responsabilizadas con esto a la hora de planificar la entrega de los recursos, y menciona el caso de los referidos fertilizantes, muy necesarios en el lomerío, atendiendo a la plasticidad de sus suelos y las variedades que proliferan allí, el Arábico y Robusta, fundamentalmente.
Al respecto, el director de la Empresa Agropecuaria Jibacoa corrobora lo expresado por los directivos de la Ángel Bombino, al reconocer que, por ejemplo, del NPK o fórmula completa, debían recibir 347 toneladas, de las cuales solo han llegado 180 debido tanto a atrasos en las importaciones como a problemas en la distribución, por lo que tendrán que esperar a la próxima campaña para usarlo, porque en esta ya no hay tiempo.
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Gilberto Gomez dijo:
1
4 de noviembre de 2014
08:33:24
pavel dijo:
2
4 de noviembre de 2014
09:35:49
Leandro dijo:
3
4 de noviembre de 2014
16:19:49
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