Cuando en octubre del 2010 comenzaron a otorgarse nuevas licencias para el ejercicio del trabajo por cuenta propia, la autorización de nueve actividades amparadas en esa forma de gestión quedó suspendida, pues en aquel momento no se contaba con un mercado lícito para adquirir las materias primas, equipos y otros insumos.
No es secreto, sin embargo, que las labores en cuestión se extendían (y se extienden) por todo el archipiélago, más allá de las aprobaciones, entre subterfugios e ilegalidades.
Hace aproximadamente un año tal restricción fue invalidada para ocho de estas modalidades de empleo, entre las cuales figuran chapistero, fundidor, herrero, oxicortador, elaborador vendedor de artículos de mármol, de aluminio o de fundición no ferrosa y pulidor de pisos.
Como se informó tras la publicación de dichas normativas en septiembre del 2013, el país, en aras de continuar desarrollando la gestión no estatal y buscar un clima de legalidad en ese ejercicio, destinó un monto de recursos en el Plan de la Economía para garantizar los aseguramientos de las actividades antes mencionadas. Además fue creando las condiciones para su venta en la red de tiendas, así como en otros puntos específicos según las características del producto a ofertar.

En ese sentido se previó la comercialización, entre otros insumos, de botellones de oxígeno y acetileno, empleados fundamentalmente por los chapisteros. No obstante hoy, pese al tiempo transcurrido desde la aprobación de las ventas en determinadas tiendas recaudadoras de divisas, de acuerdo con datos suministrados por la Empresa de Gases Industriales, son muy pocas las compras reportadas: apenas unos 34 cilindros de oxígeno y 25 de acetileno. Y en La Habana, por ejemplo, no se contabilizan expendios, aunque las actividades por cuenta propia continúan sin contratiempos evidentes.
De acuerdo con varios chapisteros entrevistados por Granma, el elevado precio de los botellones, equivalente a 486.50 CUC, resulta la causa principal de las exiguas ventas, atendiendo además que esos no son los únicos insumos que requieren para laborar.
Sin embargo, Paula Lobón Fernández, directora general de la Empresa de Gases Industriales (EGI), no comparte totalmente la idea. “El precio de esa inversión contempla la vida útil de los cilindros, la cual es de 20 años. Además, hablamos de recursos que a nivel mundial son caros, pues solo el precio de importación de los balones puede llegar hasta 150 dólares en mercados europeos”.
Unido a la baja comercialización, comparada con los 1 497 cuentapropistas inscritos en el país, cuyas labores demandan el uso de los gases, existe otra problemática que también preocupa —quizás más— a los especialistas de la entidad encargada del suministro. Se trata del manejo inadecuado de estos y de la falta de condiciones mínimas en muchos talleres donde se practica la chapistería y otras tareas afines.
“Las violaciones durante el almacenamiento y manipulación de los cilindros han ocasionado accidentes fatales, no solo a los operarios de los mismos, sino a personas cercanas al lugar donde ha ocurrido la explosión”, asegura Lobón Fernández.
El llamado constante a cumplir las normas de seguridad y el interés por ofrecer una preparación básica a quienes se dedican a esas labores constituyen, por tanto, directrices obligatorias del quehacer de la empresa, la cual insiste en elevar de igual modo la percepción de riesgo de la población.
RESPONSABILIDAD COMPARTIDA
Ante las escasas ventas, los directivos de la EGI —compuesta por 17 Unidades Empresariales de Bases diseminadas en todo el país—, se dieron a la tarea de interactuar con todos los cuentapropistas vinculados al uso de oxígeno y acetileno, de acuerdo con los registros del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Según Paula Lobón ese primer acercamiento, efectuado en marzo pasado, tuvo como objetivos conocer los criterios del sector respecto a la compra de materias primas, los precios de estas y cuanto elemento pudiese estar afectando su desempeño. Además le ofrecieron una explicación sobre el manejo adecuado de los gases, en extremo peligrosos. No obstante, en mayo solo se habían vendido dos parejas de cilindros.
Fue entonces cuando deciden realizar visitas a los talleres. Del recorrido, que tuvo lugar en junio, trascendieron las inconformidades sobre el costo de los botellones y las precarias condiciones en que muchos ejercían su oficio. Locales hacinados, con poca ventilación, muy próximos a los hogares —propios o no—, cilindros acostados… resultaron características reiteradas en la mayoría de los lugares.
Asimismo las personas parecían no reconocer el riesgo que entraña el tratamiento indebido del oxígeno o el acetileno. Baste decir que la explosión de estos causa daños materiales considerables e incluso puede cobrar vidas, asegura Roberto Sánchez de la Vega, jefe de Seguridad y Protección de la EGI.
En esa oportunidad —refiere— les señalamos las deficiencias o limitaciones, les entregamos un plegable con las normas básicas para el manejo de los gases, e incluso decomisamos 336 cilindros debido a su procedencia ilícita.
Ubicado en el capitalino municipio de Boyeros, el taller de Amaury Montesinos Casañas clasificó entre los más preocupantes, rememora Sánchez de la Vega. Allí la estrechez del sitio destinado a la actividad, la cercanía a su vivienda y la disposición indebida de los botellones favorecían la ocurrencia de un accidente.
Pero cuando Granma lo visitó recientemente ya el panorama era otro. Aunque todavía quedaban algunos elementos por corregir, los cambios reflejaban los efectos positivos de la inspección anterior.
Por su parte el local de Luis Alberto Echevarría Suárez, situado en La Lisa, emuló entre los de mejor diseño. Este equipo de reporteros pudo constatar las buenas condiciones en cuanto a ventilación, iluminación y espacio. Igualmente resultó loable la ubicación de los cilindros: verticales sobre una carretilla, amarrados para evitar caídas o golpes y bien conectados los reguladores, alejados de sustancias combustibles como aceites, grasas, petróleo…
También llamó la atención el uso de medios de protección (guantes, careta…), los cuales —dijo Echevarría Suárez— “consiguió hace tiempo, pues en ninguna tienda ha podido adquirirlos”. En ese sentido manifestó su preocupación ante la imposibilidad de acceder a extintores, tan necesarios en su oficio.
Respecto al dominio de las medidas de seguridad, ambos chapisteros aludieron al conocimiento que emana de la experiencia, de los años dedicados a un mismo oficio. En ningún caso mencionaron cursos de preparación o actividades similares.
Para las personas relacionadas con la chapistería, y en especial aquellos que comienzan, tales acciones devienen imprescindibles, hasta para reconocer los gases, los cuales se identifican por el color del cilindro. No en vano Paula Lobón subrayó que la EGI contempla la capacitación de este sector no estatal, aunque dicho interés no haya logrado convertirse en una práctica sistemática.
Tampoco ha sido suficiente (si ha existido) la evaluación, antes y después de otorgada la licencia, de las aptitudes y condiciones básicas de los aspirantes. Tanto al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, a los Consejos de Administración Provinciales y Municipales, como a los miembros de la Dirección de Inspección y Supervisión les toca velar por la ordenanza.
Incluso a la población le corresponde una cuota de esa responsabilidad compartida, en aras de elevar la percepción de riesgo e impedir lamentables accidentes, que como reza el spot televisivo no son tan accidentales ni tan inevitables.
EL DILEMA DEL ABASTECIMIENTO
Desde hace 17 años Luis Alberto Echevarría se dedica a la chapistería. “En cuanto comenzaron a otorgarse las licencias saqué la mía y asumí con mucho entusiasmo la posibilidad de comprar directamente en las tiendas las materias primas, sobre todo la pareja de botellones de oxígeno y acetileno que es lo más complejo; pero los precios tan altos me han desestimulado. Los chapisteros hacemos dinero, pero la cuenta (su cuenta) no da”.
Para realizar una chapistería general a un carro americano (almendrones), de los tantos que andan por la ciudad —ejemplifica Luis Alberto— se necesitan alrededor de ocho parejas de cilindros. “De comprar un par al precio actual (486.50 CUC), unido al costo del relleno y de los demás insumos, ¿cuánto tendría que cobrarle al cliente para que mi trabajo resultara rentable?”, aduce.
Desde ese punto de vista parece casi imposible costear los gastos. Sin embargo, en opinión de los especialistas, dichos niveles de consumo no se corresponden con las cifras estándares. Al mismo tiempo, Paula Lobón explica que durante el recorrido por los talleres hallaron contratos cuyos montos podrían sufragar, con cierta comodidad, el valor de las materias primas.
De cualquier forma muchos cuentapropistas, como Amaury Montensinos por ejemplo, han buscado “alternativas para viabilizar su gestión”. Este joven, luego de obtener su licencia en febrero, ha decidido efectuar contratos “solo” con las empresas estatales pues ellas se encargan de los aseguramientos. Tal proceder, que mantiene con vida el negocio de casi todos los que se dedican a esa actividad (con permiso o sin él), forma parte del entramado de distorsiones que envuelve hoy al fenómeno del abastecimiento.
Según los resultados de la encuesta que aplicara la EGI a los cuentapropistas visitados en junio, son las entidades del Estado las principales suministradoras de las materias primas requeridas, con predominio de empresas subordinadas al Ministerio de la Agricultura y al Grupo Azucarero Azcuba.
De la pesquisa también llamó notablemente la atención que solo en el 50 % de los casos mediaba un contrato, pero ninguno hacía referencia a las normas de consumo, ni a una ficha del servicio que fijara el costo de los insumos otorgados por la empresa. Por consiguiente, resultaba muy ambigua la correspondencia entre los suministros y la labor a efectuar.
No es de extrañar entonces el comportamiento de los chapisteros, quienes aprovechan las “bondades” de las empresas para apertrecharse de recursos y hacer varios de los trabajitos extra. Así lo reconocieron varios trabajadores por cuenta propia entrevistados.
Vale recordar que el costo de los botellones de gases al sector estatal resulta casi irrisorio comparado con los precios minoristas. Por ello, tal vez, los empresarios le ponen tan poco asunto al uso/abuso de dichos insumos.
¿SOLUCIONES?
Teniendo en cuenta estos comportamientos y el impacto negativo de las ventas de oxígeno y acetileno por parte de las tiendas recaudadoras de divisas, los directivos de la Empresa de Gases Industriales, de conjunto con el Ministerio de Finanzas y Precios, evalúan una propuesta para presentar a instancias superiores, sobre el arrendamiento de cilindros a los cuentapropistas, la cual incluye la transportación y donde los precios deben resultar más atrayentes.
Asimismo se estudia la incorporación del nitrógeno y el argón a las ventas liberadas, gases empleados fundamentalmente en la refrigeración y las soldaduras especiales, los cuales ya han sido solicitados por las cooperativas no agropecuarias.
Como respaldo a esa demanda y a los incrementos que pudieran suscitarse, Paula Lobón reiteró que el plan productivo de la empresa (sobrecumplido hasta agosto casi en su totalidad) contempló el desarrollo de la gestión no estatal.
Ante la ausencia de un mercado mayorista para abastecer a los trabajadores por cuenta propia, el país ha buscado y ajustado mecanismos con el propósito de favorecer el avance del sector no estatal, garantizar la legalidad en su ejercicio y permitir que de una vez el Estado se concentre en actividades trascendentales para el desarrollo económico.
También sobre la comercialización de oxígeno y acetileno habrá entonces que hacer ajustes, los cuales deberán tocar incluso las puertas de las empresas, sin que ello suponga restricciones absurdas para unos o contratiempos para otros.
Medidas de seguridad imprescindibles
• Los cilindros de oxígeno y acetileno se almacenarán y transportarán en posición vertical y con la tapa roscada, asegurándose para evitar choques entre sí.
• Deberán ser almacenados bajo techo, en lugares ventilados y alejados de toda fuente de calor y de sustancias combustibles como grasas, aceites, petróleo… Tampoco deberán manipularse las botellas con las manos, telas, guantes u otros objetos con residuos de las sustancias antes mencionadas.
• No se permite estibar objetos o sustancias sobre el cilindro estando lleno o vacío. No usar nailon, goma u otro material como junta para eliminar salideros en la válvula y/o conexión del regulador.
• Ante cualquier salidero u otra anomalía cierre inmediatamente el cilindro e informe a la Empresa de Gases Industriales o la unidad más cercana. Se prohíbe pintar las botellas o reparar las válvulas.

COMENTAR
Roquin dijo:
1
26 de septiembre de 2014
03:40:00
vladimir dijo:
2
26 de septiembre de 2014
09:04:14
Titafora dijo:
3
26 de septiembre de 2014
10:08:54
vladimir dijo:
4
26 de septiembre de 2014
11:22:16
Artemio Viguera V dijo:
5
26 de septiembre de 2014
11:24:59
Antonio Vera Blanco dijo:
6
26 de septiembre de 2014
12:28:25
UN LECTOR dijo:
7
26 de septiembre de 2014
13:01:00
Roberto dijo:
8
26 de septiembre de 2014
14:23:34
marcopolo dijo:
9
26 de septiembre de 2014
14:25:55
osmani dijo:
10
26 de septiembre de 2014
15:25:51
Simplicio dijo:
11
27 de septiembre de 2014
22:59:53
Antonio Vera Blanco dijo:
12
29 de septiembre de 2014
14:51:20
Responder comentario