
PINAR DEL RÍO.—Ni siquiera de niño, José Dionisio Cruz soñó con una profesión diferente. Cuenta que con apenas nueve años ya había aprendido a pelar, y hasta tenía sus propios clientes.
Fue Severino, su padre, quien lo adiestró desde muy pequeño en los secretos del oficio. “Como niño al fin, cada vez que tenía un chance me iba a jugar. Así que quienes querían pelarse conmigo iban al parque a buscarme, me cargaban sobre los hombros y me llevaban hasta la barbería”, recuerda.
“Mi padre había dicho que a su primer hijo varón le iba a enseñar todo lo que sabía, para que siguiera sus pasos”. Sin embargo, su primogénito nacería con problemas de salud y la segunda sería una hembra. De modo que fue José Dionisio, el tercero, el elegido para hacerlo.
“Poco a poco me fue explicando cómo agarrar la tijera, el peine, a dar los cortes. Incuso, cuando lo cogía la noche, me ponía a alumbrarle con una lamparita para tener mejor iluminación.
“Siempre estuve muy apegado a él, al punto de que a los nueve años ya pelaba como un barbero viejo, encaramado en un banquito para poder llegar al sillón”.
Una década más tarde, tras haber concluido la escuela de oficio y el servicio militar, comenzaría, oficialmente, su vida laboral. Primero, en la barbería del poblado de El Caribe, y luego en la cabecera municipal de Consolación del Sur.
Doce años como vanguardia provincial, múltiples reconocimientos en diferentes eventos, un constante afán de superación y un destacado papel en la formación de nuevos profesionales, avalan desde entonces su desempeño.
“En el periodo especial, por ejemplo, me dediqué a buscar soluciones ante la falta de medios para trabajar. Así logré hacer una navaja a partir de una lima de afilar machetes que había sido desechada. Fue una innovación que alcanzó tremenda popularidad. Incluso vinieron de la empresa a buscarla, para presentarla en los demás municipios”, afirma.
Además, José Dionisio crearía una colonia para después de afeitar a partir de plantas, y un talco a base de yuca que obtuvo premio en un fórum de ciencia y técnica. “Si lo hago y lo pongo al lado de una muestra de talco normal, usted no sabría diferenciarlos”, dice.
Habilitado para ejercer tanto la peluquería como la barbería, durante estas cerca de cuatro décadas ha tenido a su cargo el adiestramiento de cientos de hombres y mujeres de Consolación del Sur. Primero lo hizo con los muchachos que llegaban a su unidad para hacer las prácticas profesionales, luego, impartiendo los cursos de peluquería organizados por la FMC, y en la actualidad, en el local que decidió arrendar para trabajar junto a sus hijos, el cual funciona como aula anexa de la escuela de oficios.
“La mayoría de las peluqueras de la cabecera municipal y de otras zonas como Puerta de Golpe, Herradura, Pilotos o Alonso de Rojas, las he formado yo”, dice.
Teniendo en cuenta este desempeño, los Comités de Defensa de la Revolución acaban de conferirle el reconocimiento por los oficios del barrio, por el bienestar proporcionado a la comunidad.
“Para mí, ha significado un honor grandísimo. Es algo que me ha sorprendido y que me llena de orgullo ante mi familia”, comenta.
Tal como su padre, José Dionisio también se propuso que sus hijos siguieran sus pasos en la profesión. “Algunas personas no me creían que yo hubiera aprendido a pelar a los nueve años. Por tanto, me propuse probarlo mediante ellos, e incluso, hacerlo en menos tiempo, y lo conseguí”.
No ha sido el único en imitarlo. También Javier, su otro hijo; Luis, su hermano, Raciel; su sobrino, y Andrea, su esposa, han aprendido el oficio con él, y la lista aún puede seguir creciendo. “Tengo cuatro nietos, de modo que la tradición va a continuar”.








    
    










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Jose dijo:
1
25 de septiembre de 2014
10:22:36
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