
Para medir el impacto que causó en la vida de la sociedad la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) habría que regresar al 23 de agosto de 1960, cuando la unión de todos los grupos femeninos les dio la oportunidad a las abuelas de la mayor de las Antillas de tener voz y voto, las dotó de autonomía y las sacó de la cocina.
Innegables han sido los niveles de empoderamiento femenino que ha alcanzado la sociedad cubana gracias, indudablemente, al trabajo de la FMC. Pero lejos de conformarse con lo que se ha hecho hasta el presente, la organización busca atemperarse a los tiempos que corren, cuando el escenario económico y social del país es otro.

La celebración de su 9º Congreso en marzo pasado fue una clara muestra de cuán necesario es en la actualidad hablar de los desafíos que enfrentamos para hallar el modo de solucionarlos, y del importante papel de las mujeres en el desarrollo del país.
Algunos datos son bastante ilustrativos: más de 16 000 mujeres son arrendatarias de tierras en usufructo, también son mujeres el 20 % de los trabajadores agrícolas y el 66 % de la fuerza laboral del país, las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia atienden cada año a más de 60 000 personas, el 36 % de las dirigentes de las estructuras de base de la FMC son jóvenes.
A lo largo de estos 54 años, la FMC ha ido creciendo a la par del proceso revolucionario cubano sin apartarse de su esencia como organización. Es por eso que Teresa Amarelle Boué, su secretaria general, reconoce entre los objetivos fundamentales de la Federación la defensa de la Revolución y la lucha por la igualdad.
En la actualidad el 90 % de las mujeres de más de 14 años -más de cuatro millones en total- son miembros de la organización que en estos momentos perfecciona su trabajo gracias al tránsito generacional en sus estructuras de base. Esto, a no dudarlo, es todo un reto que implica utilizar métodos más atractivos para acercarse a las jóvenes de nuestros días.
Además del trabajo que realiza en la comunidad, la Federación de Mujeres Cubanas es el ente nacional que, en diálogo con el Gobierno, impulsa políticas públicas a favor de la mujer. De esto se derivan alianzas con los ministerios de Educación, Salud, Justicia, Trabajo y otras entidades encargadas de velar por el adelanto femenino.

Por eso se le presta tanta atención a la prevención de los problemas de salud que más afectan a las mujeres, a las leyes que protegen sus derechos y su integridad física, a la participación femenina en el empleo, tanto en el escenario urbano como rural; al modo en que ellas tienen y crían a sus hijos y a todo cuanto les atañe.
Esa es la Federación hoy: una organización de mujeres más preparadas que saben el lugar que tienen en la sociedad y lo que deben hacer para no perderlo.
























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