Concluye la etapa estival en Cuba, caracterizada por las numerosas iniciativas generadas en todos los territorios para hacer más placentera la vida de millones de personas que disfrutaron de unas merecidas vacaciones.
Atrás quedaron las fiestas, los viajes a la playa, los paseos, las reuniones familiares y entre amigos y otras formas de esparcimiento, concebidas de manera individual o colectiva, lo cual conllevó un esfuerzo adicional de las autoridades en medio de las carencias y limitaciones por las que atraviesa nuestra economía.
Allí donde se lograron desplegar a plenitud las iniciativas, con creatividad y organización, y se sumaron a las festividades los cientos de talentos existentes en cualquier rincón de la nación, las cosas funcionaron como era debido y quedó en la población un sabor capaz de impulsar las nuevas metas por venir.
En Villa Clara, por ejemplo, hubo muchísimas propuestas loables, como la Caravana de la Alegría, que visitó los lugares más recónditos de la provincia, donde rara vez había llegado un grupo musical, una obra de teatro, un mago y hasta ofertas de lujo como el trío Trovarroco y el Quinteto Criollo, encabezado por Ernestina Trimiño, por solo citar algunos de sus componentes.
Y así, fueron cientos las actividades desarrolladas en Consejos Populares, parques zoológicos, instituciones culturales, museos u otros sitios, en una demostración de cuanto puede lograrse cuando prima la unidad de todos los implicados en ese sano propósito.
Ahora bien, cabría preguntarse ¿por qué muchas de esas iniciativas no se mantienen?, al menos en su concepción, y si no pueden hacerse todos los días, que se realicen con una frecuencia semanal o mensual, en dependencia de los recursos de que se dispongan, pero al menos deben ser conservadas porque el pueblo necesita recrearse siempre, no solo dos meses al año.
Muchas veces me he preguntado ¿por qué desapareció aquella magnífica idea de traer hasta el Complejo Escultórico Comandante Ernesto Che Guevara, de Santa Clara, a los niños de los lugares más apartados de la provincia?.
No puedo olvidar los rostros de satisfacción de ciento de infantes que se encontraron por primera vez con tantos recuerdos vinculados al Che y sus hombres. Cuántos valores pueden formarse en ese sitio sagrado de la Patria. Sin embargo, por la falta de sistematicidad que nos caracteriza, aquel proyecto fue abandonado.
Y como esa, otras buenas intenciones debieran mantenerse. No cuesta tanto preservar ciertos lugares en los cuales la familia pueda recrearse el fin de semana, o donde los jóvenes, acudan a bailar y a divertirse, por solo citar algunos ejemplos de cosas que se hacen bien durante los meses de julio y agosto, mas luego resultan olvidadas.
En el tema del verano hay que pensar con luz larga y aprender de las cosas que nos salen bien, desterrando aquellas que no triunfaron. Esa tarea, también forma parte del cambio de mentalidad a la que ha llamado la dirección de la Revolución.
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