
HOLGUÍN.— Disfrutar de una película o un programa favorito de la televisión se asume con tanta naturalidad, que los espectadores por regla general no dedican un segundo a quienes desafían diversos y riesgosos obstáculos con el propósito de garantizar la trasmisión de las señales hasta los telerreceptores hogareños.
Semejante situación no altera el comportamiento del especialista de planta exterior en la división RadioCuba de esta provincia, ingeniero en telecomunicaciones, Marcelino Rodríguez Sosa, acostumbrado a hacer diagnósticos técnicos en los puntos más altos de torres que pueden rebasar los 200 metros sobre el suelo.
Acumula 16 años de ascensos y descensos por esas atalayas metálicas. Dice que se ha sobrepuesto a calambres en las manos y en las piernas a causa de los esfuerzos físicos. Siempre ha tenido en cuenta las medidas de seguridad, y aun así, protegido por arneses, ha resbalado más de una vez y la sensación de ser engullido por el vacío lo ha dejado blanco como un papel. “Pero renunciar, ¡nunca mientras esté apto física y mentalmente!”, asegura.
Meses atrás, en compañía de especialistas de la División de Construcción y Montaje de la Empresa RadioCuba, participó en las labores de ensamblaje de la torre de 158 metros del Centro de Transmisión de Televisión de Ramón de Antilla, acción que beneficia a los pobladores de siete municipios. Fue una misión compleja, motivo por el cual se decidió adquirir en España un aditamento conocido como pluma, empleado para subir los segmentos de la larga estructura.
“Pero ese equipo tardaba en llegar, e igual que los seis hombres de la brigada de torreros, estuve de acuerdo en hacerlo del modo tradicional. Usamos combinaciones de patecas (poleas) y cables de acero halados por motores eléctricos en el proceso de izado de los tramos que pesan hasta 3,5 toneladas”.
Sorprendido, ríe con franqueza al preguntarle acerca de la cantidad de tornillos empleados durante el montaje. “¡Más de diez mil, pero fue superior el número de tuercas! Lo más difícil estuvo en llevar cada tramo a su lugar y fijarlo bien”.
Al insistirle en recordar complejidades enfrentadas, vuelve a ubicarse en Ramón de Antilla, pero se remonta a septiembre del 2008, cuando hubo que desmontar una estructura de características similares, dañada por el huracán Ike. “Quedó completamente torcida, lo cual hizo más peligrosas las operaciones, pero así y todo, la cortamos en partes que pesaban una tonelada, los cuales depositamos sobre la tierra sin lamentar accidentes. De verdad que los hombres de la brigada de linieros de nuestra división lucieron muy bien, como profesionales al fin”.
Si de alturas vencidas se trata, otorga el primer lugar al ascenso a la torre de televisión de Camagüey, que posee 232 metros. En cuanto a otros momentos inolvidables vividos, no duda en hablar de la participación en el montaje de antenas que hacen posible la transmisión de las señales de los canales educativos en La Habana, Ciego de Ávila y Holguín.
Casi al concluir la conversación confiesa que embriaga trabajar en lo alto de una torre.“Es una prueba constante de valor personal y de conocimientos técnicos”.
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sachiel dijo:
1
4 de agosto de 2014
09:56:15
Fast dijo:
2
4 de agosto de 2014
13:47:38
abelboca dijo:
3
4 de agosto de 2014
14:16:50
Anzardo dijo:
4
4 de agosto de 2014
14:18:04
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