ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El CIGB se ha convertido en uno de los primeros sectores exportadores de bienes de Camagüey. Foto del autor

CAMAGÜEY. — Con más de dos décadas de intensa vida laboral, inmerso en investigaciones, proyectos de desarrollo tecnológico y realizaciones productivas de alto valor agregado, pudiera parecer que es poco lo que a Jesús Zamora Sánchez le queda ya por aprender en el fascinante mundo de las ciencias.

Recién nombrado director del Centro de In­geniería Genética y Biotecnología (CIGB), de esta provincia, el joven científico descarta de plano tal suposición:

“Estamos lejos aún de llegar a la concepción del compañero Fidel para este tipo de centro, inaugurado por él hace cinco lustros, exac­tamente el 25 de julio de 1989. El trabajo que nos queda en el futuro es arduo para conver­tirnos en una genuina empresa de alta tecnología y consolidar el prestigio de la biotecnología cu­bana”.

La institución camagüeyana tiene como misión fundamental la generación de biofármacos para aplicarlos en la rama agropecuaria en el combate contra plagas y enfermedades que atacan las plantas y los animales, lo que no niega la prometedora incursión de sus investigadores en la esfera biomédica.

“En estos 25 años, reconoce Zamora Sán­chez, hemos tenido que sortear obstáculos de todo tipo, pero los resultados están a la vista: tenemos varios productos que han logrado cerrar el ciclo de investigación, desarrollo, producción y comercialización, y constituyen hoy una importante fuente de ingresos para el país”.

Bajo el principio de crear no solo valores científicos, sino generarlos también en el orden financiero, el CIGB de Camagüey se ha convertido en los últimos años en uno de los primeros sectores exportadores de bienes del territorio, fruto del talento, la consagración y el empeño de sus investigadores y tecnólogos.

A modo de ejemplo, informa el director que durante el 2013 la institución tuvo una favorable gestión investigativa, productiva y comercial, avalada por el cumplimiento de los planes de exportación, además de cerrar las operaciones con altos niveles de rentabilidad y productividad.

“Ello, explica, nos pone en condiciones de asumir en lo adelante proyectos mucho más ambiciosos: en menos de cinco años debemos duplicar los niveles productivos y de venta con un incremento insignificante del número de trabajadores, lo que nos obligará a aprovechar to­das las oportunidades posibles”.

DE PRODUCTOS Y TRABAJADORES ESTRELLAS

Jesús Arturo Junco Barranco (de pie) y Roberto Basulto Baker, principales promotores del proyecto de la vacuna terapéutica contra el cáncer de próstata. Foto del autor

Poco avanzarían en la materialización de tales propósitos de no contar con un colectivo de elevada calificación profesional, estable en su desempeño y que ha encontrado en el quehacer en equipo su principal fortaleza para enfrentar y salir airoso de las más complejas coyunturas.

A esa comunidad científica de 123 trabajadores se incorporó hace cuatro años Arlenis Alfaro Martínez, ingeniera química que pudo hallar en sus predios una buena dosis de apoyo, atención esmerada, oportunidades de desarrollo y, de paso, al operario que a la postre resultaría su pareja en la vida.

“Considero que el centro, y lo digo por experiencia propia, es un ejemplo de inserción de los estudiantes universitarios dentro del proceso in­vestigativo-productivo de la organización. Aquí hice las prácticas y tan pronto me gradué vine para acá”, dice la joven, satisfecha por la decisión tomada.

Especialista de la subdirección de producción, Arlenis sigue de cerca, con especial rigor, los ciclos de elaboración de dos productos fundamentales: la vacuna recombinante para el control de la garrapata en el ganado bovino (Gavac) y el bionematicida ecológico cubano, conocido como Hebernem.

El inmunógeno Gavac es, hoy por hoy, el producto estrella del CIGB de Camagüey, de acuerdo con los niveles de exportaciones alcanzados hacia varios países de América Latina y los índices crecientes de aceptación y empleo en el ámbito nacional, lo que posibilita la sustitución de importaciones de plaguicidas.

El Hebernem, por su parte, es muy efectivo en el control de nemátodos (gusanos parásitos), sobre todo en casas de cultivos protegi­dos, sin tener que acudir para enfrentarlos al uso de sustancias tóxicas al hombre y al medio ambiente.

El biopreparado se fabrica, por ahora, en pequeña escala y se distribuye a todas las provincias del país, pero está en vías de materializarse un convenio de transferencia tecnológica que le permitirá acceder a importantes mercados interesados en sus incuestionables bondades.

“En ninguno de los casos, comenta Arlenis, hemos recibido reclamaciones de los clientes por dificultades con los productos. Aquí trabajamos bajo buenas prácticas de manufactura, que exigen cumplir estrictos requisitos y cuya calidad es verificada durante todo el ciclo productivo”.

OPORTUNA REORIENTACIÓN PROFESIONAL

En el colectivo del CIGB de Camagüey confluyen, por solo citar algunas especialidades, médicos, ingenieros químicos, biólogos y veterinarios, mezcla heterogénea que, lejos de obstaculizar los procesos, se considera algo positivo por la manera de enfocar los problemas científicos desde diversas perspectivas.

En ello coincide Nemecio González Fer­nán­dez, jefe del grupo de desarrollo, pues él mis­mo, tras graduarse en 1993 como licenciado químico en Moscú, Rusia, tuvo que reorientar su formación hacia la biología y la ingeniería para ponerse a tono con las exigencias del centro.

“A mí, confiesa, ha sido lo mejor que me pudo pasar, porque aquí, aunque uno se especializa en determinada rama, tiene que asimilar disímiles conocimientos para poder integrarlos después. Gracias al esfuerzo personal y al apo­yo de la institución, con el paso de los años pude hacerme Doctor en Ciencias”.

El área que dirige Nemecio se considera la interfase entre investigación y producción: por allí transitan todos los proyectos que pueden llegar a ser un producto potencial, tanto de investigaciones agropecuarias de Camagüey como del CIGB de La Habana, para adaptar la tecnología en las plantas de producción.

Vale mencionar, por citar apenas dos ejemplos, los candidatos vacunales contra la fiebre hemorrágica del conejo y contra la peste porcina clásica, ambos en fase de desarrollo y con prometedoras perspectivas para resolver problemas puntuales del país y cubrir necesidades del mercado internacional.

“En el caso del preparado vacunal contra la peste porcina clásica, asegura Nemecio, este año debe solicitarse el registro al Instituto de Medicina Veterinaria, que es el ente rector para otorgar la licencia correspondiente. Si se nos concede, ya en el 2015 podemos estar distribuyendo otro producto más”.

NUEVOS Y PROMISORIOS HORIZONTES

A partir de un proyecto para una vacuna con fines veterinarios iniciado en los años no­venta del siglo pasado, surgieron evidencias preclínicas de un posible efecto sobre la próstata, hallazgo que motivó a los investigadores a dirigir los esfuerzos para obtener un candidato vacunal contra el cáncer de esa glándula en el hombre.

Desde ese momento comenzaron a realizarse estudios en diferentes modelos de animales, hasta reunir suficiente información experimental que permitió a la autoridad regulatoria cubana dar la aprobación, en el 2007, para un primer ensayo de seguridad e indicios de eficacia en seres humanos.

Refiere Jesús Arturo Junco Barranco, jefe del proyecto, que los progresos alcanzados permitieron iniciar una segunda fase de los estudios en el 2012, para evaluar diferentes dosis de la vacuna en 56 pacientes de los hospitales Marie Curie, de Camagüey, y Vladimir Ilich Lenin, de Holguín.

“La vacuna, expresa el investigador, demostró ser segura y en más del 80 % de los pacientes se obtuvo el resultado esperado, que era la disminución del tamaño de la próstata y la evolución favorable de otros parámetros bioquímicos que permiten comprobar la progresión del cáncer”.

Sostiene el jefe del proyecto que, luego de dos años de evaluación, está previsto realizar estudios clínicos Fase III, donde se incluya a un mayor número de pacientes para determinar la verdadera eficacia y el impacto de la vacuna en relación con los medicamentos que ya se en­cuentran en el mercado.

Graduado de médico en 1990, Junco Ba­rranco se incorporó desde entonces al CIGB de Camagüey, al que considera una verdadera escuela de formación de investigadores y tecnólogos, y hace 14 años está vinculado al proyecto para la obtención de la vacuna terapéutica contra el cáncer de próstata.

“Ha sido una gran oportunidad, afirma, ha­ber podido formar parte del quehacer científico-investigativo del centro. Son muchos años de estudios, de trabajo intenso en los laboratorios y luego en la parte clínica con los pacientes, pero tanto esfuerzo se revierte en satisfacción con cada paso que damos en la materialización de nuestros sueños y proyectos”.

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Heriberto Martínez dijo:

1

21 de julio de 2014

20:40:49


El trabajo significa. Nuestra existencia pero la revolución nos invita a la superación,Htm!!,

Linda dijo:

2

22 de julio de 2014

13:45:40


Un buen ejemplo de lo que puede hacer la Ciencia por la sociedad, aún en un país subdesarrollado como Cuba.

Pablo Albiol dijo:

3

22 de julio de 2014

16:59:15


Yo quisiera que el emblem del CIGB debieran de darle una pintuta que resalte , ya que es un lugar de desarrollo de la Patria y hay que embellecerlo.