GUANTÁNAMO.— El 19 de julio de 1964 balas enemigas, disparadas por marines de la ilegal Base Naval yanki en Guantánamo, asesinan al combatiente del Batallón Fronterizo, Ramón López Peña, un joven de apenas 19 años, mientras cumplía con su servicio de guardia.
La nueva víctima de la soberbia imperialista era definida por sus compañeros como un magnífico soldado, afable, cumplidor con sus tareas y un gran hijo de la Patria.
Ramón López Peña había nacido en 1946 en Puerto Padre, actual provincia de Las Tunas, donde desde temprana edad trabajó la tierra para ayudar a sus padres y a numerosos hermanos, de los cuales era el mayor. Esa razón le impidió rebasar el cuarto grado.
Con 15 años de edad se incorpora a las milicias y seguidamente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Su desempeño en la División 50, en Mangos de Baraguá, y su participación en la Lucha Contra Bandidos facilitan su ingreso al Batallón Fronterizo de Guantánamo (posteriormente convertido en la Brigada de la Frontera), donde mantuvo sobresalientes resultados en la preparación combativa y política, la superación cultural y en tres zafras del pueblo.
Al morir se convirtió en el primer mártir de esa unidad ejemplar entre ejemplares, punta de vanguardia de nuestro sistema defensivo y del socialismo en América Latina.
El General de Ejército Raúl Castro encabezó el sepelio del joven asesinado, el cual constituyó la más grandiosa manifestación de duelo popular en Guantánamo. Más de 50 mil pobladores expresaron su repudio e indignación ante el crimen.
Eunomia, su madre, al encontrarlo tendido en el Círculo Social Rubén López Sabariego (pescador cubano asesinado también por marines de la ilegítima Base Naval, en 1961), se vistió de miliciana para rendirle homenaje, y escribió ante una solicitud de la prensa:
“Yo, como madre cubana que he perdido un hijo asesinado por los yankis, pido a las demás madres que sigan la lucha, que no desmayen, que ante un dolor como este el enemigo no vea nuestras lágrimas, sino que ocupemos el lugar del hijo caído, y si es necesario dar la vida por la Revolución, la daremos”.
Raúl entregó a Andrés, el padre del combatiente ultimado, el carné que reconocía a Ramón López Peña como el primer militante de la Unión de Jóvenes Comunistas en las FAR, y sentenció en su enardecido discurso: “¡Que viva la paz, pero con los fusiles, cañones y tanques bien engrasados...!”
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vicente dijo:
1
19 de julio de 2014
11:05:36
Francisco Valdés Medina dijo:
2
19 de julio de 2014
12:41:08
Jorge Luis Merencio Cautin dijo:
3
19 de julio de 2014
15:53:57
julio cesar martinez dijo:
4
20 de julio de 2014
08:47:14
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