ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La construcción y mantenimiento manual de canales garantiza el flujo del agua que asegura la supervivencia del manglar. Foto: Dilbert Reyes Rodríguez

CAMPECHUELA, Granma .—Ya el paisaje en la línea de costa no es un peladero, y hasta el Campeche —el árbol casi extinto que da nombre a este municipio litoral de la oriental provincia de Granma— robustece con seguridad y cada vez más rodeado del rey de la floresta en aquel largo límite entre mar y tierra: el mangle.

Diez años han pasado desde la primera vez que un pico y una pala, manejados por un puñado de hombres esperanzados en salvar lo poco que quedaba de bosque endógeno, cavaron allí una zanja por donde el agua de mar devolvería la vida al inmenso manglar, entonces plagado de claros desiertos, raíces secas, algún ave que pasaba sin posarse y sobre todo de un silencio sepulcral, sin trinos ni gorjeos, solo quebrado a ratos por el golpe seco de un hacha o el disparo de un fusil.    

“Era un lugar muerto, sin movimiento”, recuerda Enrique Corrales, pescador y operario fundador de la Brigada 17 de la Unidad Zonal de Conservación Humedales de Cam­pechuela; uno de aquellos que en el 2004 em­puñaron el pico y la pala sobre el arenal despoblado.

Calificado después del Delta del Cauto co­mo el mayor bosque de manglar de Granma, en la franja de Campechuela los muchachos de la Brigada 17 tenían ante sí el desafío de rescatar a la vida una vasta extensión de 300 hectáreas de la planta costera, y al cabo de una década ya están cerca de vencer la mitad del reto.

Pero los números no cuentan, ni piensan en ellos, cuando están “clavados hasta la rodilla” en el cieno de una zanja que abren a mano o siembran en sus bordes, metro a metro, con semillas cosechadas el día anterior.


RUTINA

Pescadores por tradición, el trajín del día comenzó a ser diferente para ellos con el nuevo oficio. Ya no solo navegarían mar adentro, sino en paralelo y muy cerca de la costa, rumbo a los cayos o alguna zona cercana a la desembocadura del río Guá, centro de la segunda cuenca fluvial más grande de la provincia.

No eran entonces los 54 hombres que hoy componen la brigada, pero aquellos pocos aceptaron la propuesta que realmente inició en el 2001, con las labores de reconocimiento y tasación de las áreas, el acondicionamiento “por esfuerzo propio” de embarcaciones y medios de trabajo, además de establecer un régimen de vigilancia contra la tala y la caza ilegal.

“Al menos la gente comenzó a saber que existía un grupo de personas dedicado a velar la zona y se redujeron las violaciones. Hicimos un trabajo personalizado, de advertencia con todos los dueños de armas de fuego, los cortadores de leña, y como aquí todo el mundo nos conoce, supieron enseguida que el llamado era muy serio”, explica Belcy Corría, jefe de la brigada.

La siembra manual acelera la repoblación del mangle en los espacios que la acción del hombre y el clima han afectado. Foto: Dilbert Reyes Rodríguez

“La otra tarea, la fundamental, fue la que iniciamos en el 2004: echar pie en tierra y batirse a pico y pala con el fango y la arena. La idea era comenzar a abrir zanjas de al menos un metro de profundidad por dos de ancho, para que el agua de mar llegara lo más adentro posible del manglar, y con la actividad de la marea hubiera un flujo y reflujo constante del agua”, explica Belcy.

“Esta es la garantía de vida del mangle: la circulación del agua”, calza el biólogo Gabriel Cisneros, especialista de Flora y Fauna que atiende la repoblación del mangle en la costa del Golfo del Guacanayabo al sur del municipio de Manzanillo hasta Pilón.

“La canalización es la acción más importante porque arrastra y distribuye la semilla de modo natural, oxigena las raíces, y la profundidad determina que no se azolve tan rápido”, apunta.

Pero para asegurarse un buen final la clave principal es la cotidianidad, que por su rudeza tiene más de maña que de instrucción de manual.

“Lo primero es remar hasta la zona, que no es tan recio mientras no tengamos que ir al cayo, a nueve kilómetros”, narra Enrique Corrales.

“Claro, no todos realizamos el mismo trabajo a la vez: unos buscan las vías más accesibles para construir la zanja, otros hacen el canal, si es tiempo de siembra algunos recolectarán semillas, y el resto plantará. Lo que sí nos toca a todos, permanentemente, es vigilar.

“Abrir y mantener los canales es la parte más dura, al sol siempre, porque el mangle es un arbusto bajo. Además, la acción de la marea genera mucho arrastre de lodo y sargazo que ciega las zanjas y obliga a la rectificación constante.

“La anchura del manglar también provoca que los conductos sean largos y puedan inundar las zonas bajas separadas de la costa, más vulnerables. Ahí se evidencia la mayor despoblación, aunque el rescate de muchas de ellas ya es un hecho que hemos logrado con la plantación, preferentemente entre junio y septiembre”, precisa Corrales.

Aunque todos hacen de todo, Leodanis y Alexis son más ágiles en la recolección y plantación. “Un día antes recogemos la semilla, que asemeja un lapicero más largo y grue­so —ex­plica el primero—. Cerca de las seis de la mañana siguiente arrancamos con la siembra, para la cual hay que quitar a cada semilla una especie de estrellita que tiene en la punta, por donde brota el retoño”.

Este es uno de los momentos en que la maña supera la teoría, porque cumplir la instrucción milimétrica de una planta a un metro de distancia, no se aguanta por mucho tiempo cuando se hace encorvado, atascado a media pierna y bajo un sol quebrador de espaldas.

No lo hacen para la foto, pero lo cierto es que a estos hombres nadie les sigue el paso en la siembra, porque ya la realizan perfectamente erguidos, lanzando la semilla con precisión marcial, enterrándola por el extremo exacto y a la separación justa indicada en el manual.


IMPACTO

“Mire esto, un nido de gallineta, y allí otro, son esas que gorjean e indican que son varias”, hace notar Belcy con visible orgullo. “Pocos años atrás esto no era posible. Si acaso una gaviota sobrevolaba, y hoy vienen aquí incluso manchas enteras de sevillas (parecido al flamenco, pero con pico de paleta), nunca antes vistas en la zona.

“Abundan, según la temporada, los patos de Florida, el carpintero, la guacaica de la sierra, el coco, el martín pescador, el gavilán, el pelícano; asemeja un paraíso”, sonríe satisfecho.

“Es que la recuperación emprendida hace una década ya da sus frutos, y por la cercanía con el Refugio de Fauna Delta del Cauto, este bosque de manglar se ha convertido en lugar preferente para que aquellas mismas aves que allá van a nidificar en masa, lleguen aquí a alimentarse”, asevera el biólogo Gabriel.

“Claro ­—vuelve Belcy—, el rescate de la variedad de fauna no ha pasado inadvertido para los cazadores; pero ellos saben que aquí estamos nosotros y que, como área protegida (Humedales del Guá y Cayos de Manzanillo), aquí no hay permisos que valgan.”

Place saber que el capítulo de Campechuela no es una excepción. No puede serlo si, como precisa Antonio González, director del Ser­vicio Estatal Forestal en la provincia, en Granma hay más de 20 mil hectáreas de bosques de manglar, que representan el 11 % del área forestal cubierta en el territorio, y conforman una de las cuatro regiones fundamentales de las existentes en el archipiélago cubano.

“La Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna ha asumido con seriedad este empeño, y tiene unidades zonales de conservación encargadas de cada extensión de mangle, por pequeña que sea”, afirma Antonio.


EL HOMBRE
Con la mañana la marea baja, y el flujo del agua que regresa al mar por los canales es cada vez más patente del trabajo realizado por un puñado de hombres.

Contra la corriente y avanzando en el manglar, el paisaje da fe de las varias generaciones en crecimiento: carreras nuevas al centro de la zanja, a los costados otras jóvenes pero más adultas, y en los claros las semillas recién sembradas.

La sucesión natural se respeta, y si el mangle rojo —medicinal y más resistente al embate de las olas y el viento— preside la franja frente al mar, le sigue el tupido mangle prieto, y luego el patabán y la yana en las porciones más altas.

La zona sin duda adquiere atributos que tal vez convoquen a pensarla como una opción económica que es posible explotar limpia y sosteniblemente; de cara, por ejemplo, a la producción de medicamentos, al cultivo del gustado ostión, o como atracción turística.

En definitiva, si lo más difícil se va logrando, que es rescatar de la muerte un paisaje completo, alguna iniciativa económica puede ayudar desde allí a solventar las finanzas locales y compensar de algún modo tanto esfuerzo humano que todavía no halla —a juzgar por la rusticidad de los medios y los bajos salarios— una compensación ajustada a la envergadura de la singular labor.

Mientras tanto, los índices de la repoblación de manglares en Granma dan señales magníficas de avance; aunque en nombre del progreso, este frente requiera una mirada que supere la visión fría de los números, y se detenga un instante en el hombre que por lograr la cifra realiza su propia historia de vida.

La rutina de este oficio es más rica que cualquiera de esos números, y hay que ir a verlo y vivirlo, para saber cuánto de utilidad y de conciencia tiene un trabajo que solo recibe un gesto verde de gratitud: el premio de trinos y retoños nuevos con que la naturaleza premia a aquellos dedicados a traer de vuelta la vida al manglar.

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juan dijo:

1

4 de julio de 2014

06:49:00


Conozco esa tarea que realizan,tambien pude hacer lo mismo pero la mayor satisfaccion es ver como comienzan a crecer los manglares que siembras, hace mas de 20 años hice varias siembras en el norte de la cayeria de Matanzas ,cuanto extraño esos dias trabajabamos de sol a sol todo el dia sembrando.saludos una gran tarea la de udes

malfre dijo:

2

4 de julio de 2014

06:49:14


simplemente exelente, ojala y todos cuidaramos de nuestra tierra para asi poder vivir en un planeta saludable

El Conde dijo:

3

4 de julio de 2014

07:44:27


Exelente trabajo !!. No soy ducho en la materia, pero si las costas cubanas reflejan por si solas un significativo deterioro. No es en todas partes de las costas del pais, pero eso va creciendo ano por ano. Ese litoral lo conozco como la palma de mi mano, desde Manzanillo a Cabo Cruz y realmente es evidente la destruccion paulatina de esa franja costera y la desaparicion de sus manglares.

Canario. dijo:

4

4 de julio de 2014

09:30:16


Felicidades y muchas gracias, señor Dilbert Reyes Rodríguez , por este magnífico artículo, que además de disfrutar leyéndolo, también nos ha permitido conocer más y mejor de los manglares, un sistema tan especial y tan extraño a nuestra tierra, a nosotros aquí. Y de los los componentes de la Brigada 17 de la Unidad Zonal de Conservación Humedales de Cam­pechuela, decir que son personas admirables, dignas de que se les reconozca y alabe por la labor que hacen en pro de la naturaleza.

del Centro dijo:

5

4 de julio de 2014

10:15:37


Excelente trabajo el de este grupo de hombres, ellos trabajan para el futuro y ya hoy se ven los resultados. Soy un amante de la naturaleza, y estas cosas que se hacen me llenan de alegría; me gustaría aportar mi granito de arena en esta dura labor.

LLET dijo:

6

4 de julio de 2014

21:08:35


Domingo, 29 Junio 2014 Camine, la Zona de la Playa Rancho Luna. Cienfuegos. Conté más de 80 Autos en plena Duna de la Playa, destruyéndola poco a poco, destruyendo la recuperación de la vegetación costera. Los autos eran de todas las chapas, Estatales, Particulares, Turismo…. Nunca nadie se preocupa por esto ¿Dónde está el CITMA? Por favor, lléguense por allí, la naturaleza le agradecerá este esfuerzo. Por la zona del Hotel, vimos otros 70 autos, en igual parqueo, ¿Será que están sembrando Autos en la Costa, y esto la protege más, que los mangles? Todo los días se descubren tantas cosas nuevas, ¿”’’¡¡Quién SABE””’¡¡?

Carlos Pérez dijo:

7

2 de junio de 2016

12:37:34


Me agrada la identidad de su pueblo y el compromiso de repoblación de áreas de manglar. Un reconocimiento a las medidas de prevención en estas zonas sustantivas de producción primaria en la cadena alimenticia desde la flora y la fauna de la región ¡FELICIDADES HERMANOS!