ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

SANTIAGO DE CUBA.— Tan solo 19 años, la misma edad de miles de esos jóvenes  que hoy asumen las transformaciones destinadas a consolidar el modelo socio-económico cubano,  tenía entonces Josué País García cuando en la tarde del 30 de junio de 1957, es asesinado cobardemente junto a otros luchadores clandestinos en las calles de Santiago de Cuba.

Hermano menor del inolvidable Frank, de quien recibió siempre un especial cariño y por el cual profesó el más profundo sentimiento de respeto y admiración, a su lado se forjó tempranamente en el fragor revolucionario, pero con valentía y heroísmo supo tejer su propia historia en la lucha contra el régimen de Batista.

Muy joven sufre el primer encarcelamiento al ser detenido cuando escribía en una pared “¡Viva Fidel!”, “¡Abajo Batista!”. Para tratar de arrancarle el nombre de otros revolucionarios sus captores le amarran las piernas con una cuerda y lo cuelgan con la cabeza hacia abajo, pero de aquel adolescente solo obtienen el más heroico silencio.

La corta, pero intensa vida de Josué impresiona. Se le ve en cada protesta, en el trasiego de armas, en sabotajes o tareas organizativas, que cumple con audacia y lo preparan para asumir empeños mayores, como sería el Levantamiento Armado del 30 de noviembre de 1956, en apoyo al desembarco del yate Granma, guiado por Fidel.

Para el alzamiento, Frank había responsabilizado a Josué con los preparativos de la fuga de los presos políticos confinados en la cárcel de Boniato, pero luego le encomienda la delicada tarea de disparar con un mortero desde el Instituto de Segunda Enseñanza hacia el cuartel Moncada, misión frustrada al ser detenido junto al destacado luchador Léster Rodríguez, cuando  intentaban llegar al centro estudiantil.

Incluido con los apresados en el Levantamiento y el desembarco  del Granma en la Causa 67 de 1956, “seguida contra 226 personas acusadas de haber tomado parte en la insurrección encabezada por el Doctor Fidel Castro Ruz”, hasta el día del juicio guardó prisión en el propio penal de Boniato, donde al lado de Frank despliega  una intensa actividad organizativa destinada a proseguir la lucha.

Tras la salida es ascendido por la Dirección del M-26-7 a teniente de milicias y pasa a la total clandestinidad sin detener un instante su batallar, como refleja la respuesta que darían a un provocador mitin político convocado para el 30 de junio de 1957, por testaferros del régimen de catadura tan baja como la del senador Rolando Masferrer Rojas, connotado matón a sueldo.

Entre los distintos grupos del M-26-7 que salen a sabotear tamaña farsa, el de Josué, Floromiro Vistel Somodevilla (Floro) y Salvador Pascual Salcedo (Salvita), a bordo de un auto ocupado a un particular, es interceptado con fuego cruzado por carros microondas de la policía en la esquina de Martí y Crombet.

Los dos últimos caen heroicamente en desigual combate,  Josué es herido y capturado. En supuesta asistencia lo conducen en dirección al Hospital de Emergencia en un yip de militares, quienes en el camino lo rematan criminalmente.

El entierro de los revolucionarios se transformó en una manifestación de duelo y desafío al régimen. Sus cuerpos fueron cubiertos por banderas del M-26-7. “¡No tapen el sarcófago para que Josué pueda ver a su pueblo que lo sigue!”, dijo valientemente su madre Doña Rosario. El pueblo lo acompañó hasta la necrópolis santiaguera entonando la marcha del 26 de Julio y el Himno Nacional, gritando “¡Abajo Batista!”, “¡Revolución, Revo­lu­ción...!”.

Quien mejor lo conoció, Frank, el hermano que tanto lo amó y admiró, ante el dolor por la pérdida y la imposibilidad de despedirlo, desde la casa donde se encontraba oculto le dedicó en sentido poema estos versos: “Cumpliste tu vida, tus sueños. Moriste peleando y de frente”.

Por ello, a 57 años del criminal asesinato, mientras al pie de su reposo jamás faltan las flores ni dejan de ondear la enseña nacional y la bandera del M-26-7; Josué, sus compañeros Floro y Salvador, viven en el corazón del pueblo, que con la obra de la Revolución ha hecho realidad las ideas por las cuales heroicamente cayeron.

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Armando Cardona dijo:

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30 de junio de 2014

15:42:03


Historia memorable, digna de ser contada y recordada. La humanidad siempre se ha abierto paso por el arrojo y valentía de aquellos que, haciendo gala de sacrificio y heroicidad, se han opuesto a dictadores y tiranos de todas las épocas, estirpes y países. Es una lucha que no termina nunca, porque la vigilancia eterna es la única garantía de la libertad de los pueblos, como dijo Tomás Jefferson, revolucionario norteamericano y uno de los padres fundadores de la nación estadounidense (aunque, irónicamente, con el paso del tiempo se hayan olvidado los principios revolucionarios que animaron la creación de los Estados Unidos). Fue también Jefferson quien dijo que el árbol de la libertad, para que rinda fruto, hay que regarlo periódicamente con la sangre de tiranos y patriotas. Felicito a Granma por estas reseñas históricas, que mantienen viva la esperanza del mundo en estos tiempos difíciles.