
MATANZAS.— Si no fuera porque se trata de una exageración extrema, pudiera afirmarse que Eduardo Calero Ramos no ha hecho otra cosa en su vida que trabajar, así, con todo el énfasis y la admiración con que lo dicen sus amistades más cercanas.
Calero Ramos, tunelero de la brigada No. 3 de la ECOING 35 de Cuevas y Túneles, en Matanzas, es uno de los nueve compatriotas que el pasado Primero de Mayo fue condecorado con el Título Honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba por su extensa y ejemplar trayectoria laboral.
Dice que tan alto atributo lo alegró mucho, pero asegura que no es eso lo que busca un hombre cabal cuando se pega a la jornada laboral cada día. Creo que la mayor proeza está en cumplir con la tarea asignada, con disciplina y responsabilidad, ese es el mejor consuelo de un buen trabajador, admite.
Este hombre humilde, poseedor de una increíble fortaleza física, asegura no haber tenido un instante de reposo desde edad bien temprana. “Al triunfo de la Revolución ya había hecho nueve zafras azucareras como machetero, aunque entonces, ya con 20 años, todavía era analfabeto. Fue después con la Alfabetización que cogí unos graditos”, confiesa.
Lo que más le satisface de su reconocimiento es la acogida popular en el barrio y en el entorno laboral. “Eso fue muy grande, todos mis compañeros de trabajo fueron a recibirme a la sede de la CTC aquí en Matanzas, y luego en el CDR me hicieron un homenaje muy bonito. En todas partes me paraban para felicitarme. Nada estremece más que el cariño del pueblo, de la gente que te rodea todos los días”.
Aunque reside en Matanzas desde muy joven, Calero nació en Minas de Jarahueca, en territorio de Sancti Spíritus. “Allí eché los primeros años de mi juventud, por lo general cortando caña. Un detalle que no olvido nunca de aquella zona es la presencia de mi abuelo José Ignacio, veterano de la guerra del ‘95. En las noches, rodeado de sus muchos hijos y nietos, solía contarnos pasajes de la guerra. Era un viejito bravo, y cuando murió le hicieron guardia de honor por sus relevantes méritos”.
Entre las escasas experiencias buenas de entonces, una época marcada por el capitalismo, menciona el respeto por el trabajo, la puntualidad y la disciplina. “Lo malo es que no me enseñaron ni a leer ni a escribir, mientras más burro era uno mejor para los capataces”.
Está convencido de que una condición indispensable en el propósito de mejorar nuestra sociedad es conceder mayor importancia a la jornada laboral, no perdonarse ligerezas con el cumplimiento del horario y procurar que el trabajo sea lo más sagrado para vivir. “Nos falta mucha disciplina”, acentúa.
Calero es un hombre tranquilo y pacífico, a quien le sobra tiempo para tener una vida activa en su comunidad, el reparto Camilo Cienfuegos, en la ciudad de Matanzas. “Llevo 40 años como dirigente de zona en los CDR, y he realizado un total de 173 donaciones de sangre. Por problemas de salud ya no hago donaciones, pero hablo mucho con los jóvenes y les inculco el valor de este gesto humano”.
El día de nuestro breve encuentro, cuando empezaba a tomarle el gusto a la conversación y a su amistad, me pidió que lo excusara pues debía terminar la chapea de un terreno próximo a su centro de trabajo, algo que se había propuesto hacer en la mañana.
María Mirtha Martínez, compañera de vida, nos habló después de su extraordinaria capacidad para emprender cualquier labor y de sus bondades como persona. “Este hombre no hace más que trabajar, es una gente integral, está siempre ahí para lo que haga falta, es muy considerado y el primero en todo. Estamos muy contentos con su medalla”.



















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AAA ORIGINAL dijo:
1
10 de junio de 2014
10:14:57
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