
SANTA CLARA.— Noel Mesa Cepero nunca imaginó que después de terminar los estudios de Medicina, realizaría su servicio social en la comunidad Hanabanilla, situada a orillas del embalse bautizado con igual nombre, y alejado de su natal Cascajal.
Aquí atiende a los más de 600 pobladores que conforman el universo de pacientes del consultorio 19, y aunque su estancia en el pintoresco sitio no sobrepasa el año, en tan corto tiempo se ha ganado la simpatía de sus habitantes.
“Las personas que visitan el consultorio son sencillas y muy sociables, en su mayoría de la tercera edad, que padecen enfermedades crónicas o hipertensión arterial. También resultan recurrentes los casos de leptospirosis, por dedicarse fundamentalmente a la agricultura.
“Para contrarrestar la enfermedad, comenzamos la segunda dosis de vacunación a sectores de riesgo, entre ellos, los trabajadores de la Hidroeléctrica”.
En la montaña se presentan muchos embarazos en la adolescencia, y cuando detecta alguno a esa temprana edad, el seguimiento es permanente, para evitar el bajo peso al nacer y cualquier contratiempo que ponga en peligro la vida de la madre y su futura descendencia.
Bajo su tutela tiene cinco embarazadas, algunas por su avanzado tiempo de gestación, se encuentran en el Hogar Materno de Manicaragua; mientras otras ya fueron remitidas para Santa Clara, en espera del parto.
Cuenta Noel que cuando empezó en el consultorio, le indicaron que para visitar a los pacientes que viven al pie de las lomas, al otro lado del lago, tenía que hacerlo en bote.
“Imagínese, en mi vida había tomado un remo en mis manos, por lo que el primer día fue un desastre. Era necesario consultar una embarazada y no resolvía nada con lamentarme. Así que tomé la embarcación y empecé a remar, en vez de adelantar lo que hacía era retroceder, y de pronto me vi en medio de tanta agua. Entonces, tomé calma y me dije, si estudié una carrera que exige dedicación y sacrificio, cómo es posible que no pueda remar, y lo intenté de nuevo. Al tocar la orilla, respiré profundo. Al fin me graduaba de remero”.
Los campesinos se alegran al verlo subir las lomas y llegar a casa de los enfermos. También, cuando le tocan a la puerta a cualquier hora y sale a atenderlos, siempre dispuesto a ayudarlos.
—¿Se irá cuando termine el servicio social?
—Todavía no he pensado en eso. Aquí conocí a Lisandra, la enfermera del consultorio, y me enamoré de ella. Hemos hecho buena química. Fue una relación nacida a raíz de mi llegada, y nos va bien. Así que casi seguro que me quedo. Me gusta el lugar, su gente y el agradable microclima, y quiero seguir sirviendo a los pobladores.
Noel gira su mano para consultar su reloj. Pronto volverá a tomar un bote y cruzar de nuevo las tranquilas aguas del lago intramontano para atender a otra embarazada, una tarea que no admite demoras. Sabe que de sus desvelos mucho depende que la mortalidad materno-infantil se mantenga en cero en el Plan Turquino villaclareño. (Tomado de Vanguardia digital)
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Yunio dijo:
1
25 de marzo de 2014
12:31:21
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