
MANATÍ.— Quien haya visitado la finca de Miguel Rubio Fernández, años atrás, cuando “el viejo” se la entregó antes de morir, y compare la situación que hoy presenta esa área, podría quedar como suelen decir algunas personas: “boquiabierto”.
Suelos deteriorados y conceptos tradicionales de manejo no apropiados a la realidad y al renovado latido de la ciencia y la técnica, habían convertido en improductiva la estancia. “Mi gran acierto fue vincularme a la universidad de Las Tunas —admite Rubio— y haber confiado en las ventajas que para el campesino productor ofrece el programa de innovación agropecuaria local.
“Por esa vía llegó a mí la posibilidad de producir más, pero también llegó la vida, porque antes aquí se empleaba producto químico para todo. Recuerdo que a la hora de fumigar había que llevarse a mi nieta, alérgica como yo, porque el efecto era terrible.
“Después de oír a quienes saben, empecé a usar microorganismos eficientes y puedo decirte que el cambio ha sido como de la noche al día: bajaron los gastos y los costos, subieron los rendimientos, las producciones y los ingresos familiares.
“Aquí no hay secreto; aprovecho la materia orgánica. Sin ella no hay microorganismos eficientes, ni hay suelo, ni hay nada. Por eso le doy mucho valor a las excretas equinas y vacunas. Echo la materia orgánica directamente en el surco de siembra, le aplico el microorganismo eficiente y lo tapo, luego riego o aprovecho la lluvia, parto al medio ese surco o camellón y ahí siembro lo que deseo”.
—¿De dónde “salen” tus microorganismos eficientes?
—Salen del trabajo y de la misma finca: arroz molinado, guarapo de caña, calostro de vaca o yogurt casero, todo menos productos químicos. Como se sabe, es un compuesto, de origen natural, que favorece las plantas, protege contra plagas y beneficia al suelo.
—¿Cómo se comportan ahora los rendimientos de tus cultivos?
—Solo te pondré un ejemplo: donde antes lograba tres quintales de boniato hoy recojo 14. Por eso aquí he cosechado yuca, plátano, calabaza, papa, ajo, ají, cebolla, cebollín, col, tomate, pepino, 17 variedades de frijol, arroz... además de caña, king grass y otros pastos para alimentar a mis animales. También hago vinagre y conservo vegetales.
“Anteriormente la finca no daba ni para mantener a la familia. Ahora nos autoabastecemos en casi todo y, por supuesto, aportamos”.
—¿Con qué trabajas la tierra?
—Con bueyes. Son muy nobles y laboriosos. Cuento con arado para surcar, para roturar, cultivadora y grada. Quiero hacer uno que invierta el prisma del suelo pero no la capa vegetal.
“En fin, tengo la tierra, arados, agua de un pozo muy fértil, voluntad para trabajar, produzco de todo y no empleo ni una gota de sustancia química”.
Con ese acervo, Rubio viajó el pasado año a República Dominicana. El propósito fundamental era aprender, pero cuentan que de alumno se convirtió en profesor acerca del uso de microorganismos eficientes y recuperación del suelo. Algo parecido ocurrió cuando su esposa Virgen Rosa Pérez visitó México.
—¿Es cierto que la televisión estuvo por tu finca ?
—No me digas nada —expresa sonriente— me entrevistaron, dije lo que sabía y no sé cuántos campesinos han pasado ya por aquí. Hasta talleres hemos hecho. Pero no me molesta. Más bien me alegra, porque estoy ayudando a que otros produzcan más y a que no empleen sustancias perjudiciales a la salud.
COMENTAR
jorge dijo:
1
22 de marzo de 2014
11:09:35
Nébuc dijo:
2
22 de marzo de 2014
16:34:59
elieser dijo:
3
22 de marzo de 2014
18:27:26
Ruffini dijo:
4
23 de marzo de 2014
07:07:49
julian dijo:
5
23 de marzo de 2014
09:48:21
lidia virni dijo:
6
23 de marzo de 2014
13:22:31
Pastor Batista Valdés dijo:
7
23 de marzo de 2014
20:21:01
Natacha dijo:
8
24 de marzo de 2014
08:53:55
Responder comentario