ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La labor de educadores como Norma Pérez, resulta decisiva en el progreso de los niños autistas. Foto: del autor

VILLA CLARA. — Puede que en el Círculo Infantil "Barquito de Papel" o la Escuela Especial "Rolando Pérez Quintosa", de Santa Clara, escasee algún recurso material que impida el buen desarrollo del proceso docente educativo, pero lo que no falta allí son la preparación y la elevada cuota de ternura que necesita una labor tan noble como la de atender a los niños autistas.

De ello pueden dar fe el pequeño Carlos Marcelo, de cuatro años de edad, y su familia, o los niños Andy José o la bella Katerine, quienes desde hace algún tiempo son educados en esos centros pertenecientes al sistema educacional de Villa Clara.

Temprano en la mañana, de la mano de su abuelita, llega Carlos Marcelo Díaz López a su "barco de papel". Hay que ver la cara de alegría que muestra desde la entrada al círculo, en cuya portada lo recibe Yunet Carrazana Chávez, su educadora, quien, tras recibir el beso mañanero, lo traslada hasta el salón donde los esperan sus amiguitos.

Allí juega como uno más. De esa socialización y enseñanzas, ya han brotado sus primeras palabras y acciones coordinadas, en una manifestación de avance respecto al momento en que llegó a la institución.

Cuenta Yunia García Manzo, la logopeda del centro, que cuando Carlitos arribó a la institución apenas hablaba, y si lo hacía era para repetir lo que escuchaba, en un síntoma normal de ese tipo de enfermedad.

"En él, eran muy frecuentes las llamadas perretas, no se sentaba a la mesa a compartir con otros niños y casi no jugaba, permaneciendo aislado del colectivo la mayor parte del tiempo", refiere la especialista, quien explica cómo ante esa conducta quedó establecida una estrategia de trabajo en la cual participan las instructoras de música, plástica, su maestra y ella, entre otros, además de contar con el apoyo de la familia.

Nerkys Díaz, la profesora de plástica, muestra orgullosa algunos dibujos elaborados por Carlitos, en los cuales evidencia el progreso que va teniendo el niño. Para demostrarlo sitúa en su mesa tempera y papel, ante cuyo estímulo el pequeño toma el pincel para realizar algunos trazos, tras los cuales mira a la maestra en pose de satisfacción.

SOLO EL AMOR ENGENDRA LA MARAVILLA

El licenciado Luis Ramírez Cuéllar es el jefe del Departamento de Educación Especial en la Dirección Provincial de Educación en Villa Clara, quien explica que son 57 los niños y jóvenes autistas identificados en el territorio, entre los cuales se encuentran algunos muy pequeños, que estudian en los Círculos Infantiles, y otros mayores, que están en secundaria, preuniversitario o enseñanza técnica.

"Nosotros apostamos en Cuba por la inclusión educativa, atendiendo a que la escuela resulta el medio más integrador y donde mejor pueden formarse los infantes, además de ser el lugar en el cual están los mejores especialistas en el tema", reconoce el especialista.

Más que la enfermedad, nos concentramos en atender las diferencias que hay en cada uno de estos niños, a partir del criterio de que cada uno de ellos tiene características particulares y también posibilidades de progresar, asegura el directivo.

Explica, asimismo, que el programa de ayuda a los pequeños comenzó en la provincia en el 2002, en cuya materialización ha desempeñado un rol decisivo, la Comisión Provincial de Atención a Niños Autistas, integrada por médicos y especialistas de salud y educación, quienes, además de diagnosticar los casos, realizan actividades terapéuticas con los padres.

Entre los colectivos de referencia en el trabajo con los autistas, Luis menciona al de la Escuela Especial "Rolando Pérez Quintosa", liderados por la profesora Norma Pérez Pozo, un evangelio vivo en el arte de educar e instruir.

Con 43 años de labor en esta profesión y a pesar de sus casi 60 años de edad, Norma es el ejemplo vivo de cuánto puede lograrse cuando el amor prima en la labor realizada, más allá de cualquier limitación material que pueda surgir.

Son seis los niños con ese trastorno que estudian en la escuela, entre ellos Andy José González, de diez años, y Katerine Rodríguez Chinea, de siete, quienes muestran un apego muy grande por Norma, como ellos la llaman.

"Cuando llegaron al centro presentaban una afectación muy severa en el lenguaje y las destrezas motoras, además de un bajo nivel intelectual; sin embargo, con mucha paciencia y dedicación, hemos logrado cosas espectaculares en ellos", señala la maestra, quien posee el título de Licenciada en Oligofreno-pedagogía.

"Aquí cada niño, además de la maestra, tiene una auxiliar pedagógica y un grupo de especialistas que lo atienden de manera sistemática, entre los cuales menciona a profesores de Educación Física, rehabilitadores, terapeutas, instructores de arte y logopedas", refiere Norma.

Añade, que el trabajo con este tipo de enfermos es individualizado, y a la vez muy gratificante, porque saben recompensar cualquier gesto o actitud positiva hacia ellos, haciendo valer aquello de que amor con amor se paga.

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