ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

CAMAGÜEY.— Aunque este comentario parezca excesivamente alarmante, no queda otra que asumirlo con toda crudeza: quienes conducen vehículos sin un ápice de responsabilidad y sentido común se transforman, por obra y gracia de su nefasta actitud, en un peligro potencial suelto en las carreteras del país.

¿Cómo tomarlo de otra manera, si cada año las estadísticas dan cuenta de la ocurrencia de miles de accidentes de tránsito, con su secuela de muertos y heridos, en la mayor parte de los cuales la culpa recae en los conductores implicados por no respetar lo establecido en el Código de Seguridad Vial?

A modo de ejemplo, durante el 2013 solo en Camagüey se produjeron 458 accidentes con 50 fallecidos y 534 lesionados, cifras que señalan a esta provincia, junto con Matanzas, como los territorios que incrementaron los tres indicadores negativos, según información de la Comisión Nacional de Seguridad Vial.

Los datos, sin embargo, no son cosas del pasado reciente: el primer teniente Juan de Dios Pérez Gutiérrez, de la PNR en Camagüey, confirma que en enero de este año se reportaron 40 accidentes con cuatro muertos y 48 lesionados, lo que significa un crecimiento respecto a similar periodo del calendario anterior.

Un verdadero flagelo que parece hacerse cotidiano ante la evidente falta de eficacia de las acciones propagandísticas, preventivas, educativas y de enfrentamiento resuelto a quienes ponen en riesgo sus vidas y las de los demás, como si jugaran de manera temeraria a la ruleta rusa.

Otra cosa no puede decirse de los choferes que violan los límites de velocidad, irrespetan el derecho de vía, conducen bajo los efectos de bebidas alcohólicas o viajan sin prestar atención al control y dirección del vehículo, absortos en conversaciones "celulares" o en cuanta bobería ocurre a su alrededor.

Llama la atención, como lo demuestran las estadísticas anuales, que el alcohol está presente en uno de cada tres accidentes de tránsito, sobre todo ocurridos a la salida de centros recreativos, al término de fiestas familiares o en áreas cercanas a las playas, trocando el placer en trágicos sucesos.

Una tendencia al aumento se observa también en los accidentes calificados como masivos, casi siempre por la violación de las medidas para el traslado de personas en carros de carga o por el proceder negligente de choferes de sobrecargados camiones de pasajeros que circulan cual bólidos por las calles, avenidas y carreteras.

Aunque la mayor cuota de responsabilidad recae, por supuesto, en los conductores y peatones, en tales incidentes influyen, entre otras causas, los animales sueltos en las vías, los equipos con desperfectos técnicos, el trasiego de medios de tracción animal sin autorización y el deterioro progresivo de algunas calzadas.

Estas y otras muchas imprudencias, que bien pueden evitarse con un poco de cordura y sensatez, hacen que los accidentes constituyan hoy la quinta causa de muerte en Cuba, de manera general, y la primera entre el segmento más joven de la población, con una tasa de 6,3 fallecidos por cada 100 mil habitantes.

Quienes insisten en su actuar irresponsable podrían, al menos, preguntarse: ¿Cuántas familias lloran a diario, por ese motivo, la pérdida de sus seres queridos? ¿Cuántas personas quedan cada año baldadas para toda la vida? ¿Cuántos daños a la economía nacional y personal ocasionan tales percances?

Enfrentar el problema sin cortapisas deviene, por tanto, asunto de toda la sociedad, tanto en el ámbito preventivo y de la educación ciudadana, como en la enérgica respuesta de las instituciones responsables de aplicar medidas legales, las que están llamadas a ser más severas con aquellos que pretenden vivir en una anárquica jungla de asfalto.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.