ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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RODAS, Cienfuegos.— José Alfredo Silva Tapia es un curtido campesino de 46 años, de Parque Alto, municipio de Rodas, quien durante años compartió las labores agrícolas con su padre, en la finca usufructuada por aquel al calor del Decreto Ley 259.

Los compañeros de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) del territorio le hablaron de la posibilidad de contar con su propio sitio, en virtud de los beneficios proporcionados por el nuevo Decreto Ley 300; y él se entusiasmó con la proposición, la caviló con su esposa, la almohada, los parientes, en fin...

Dijo sí y, luego, al apreciar los primeros resultados de su esfuerzo, la acogió a tan buen grado que en la actualidad el anapista, precursor en adscribirse aquí al mencionado Decreto, en el primer año de explotación de su finca Los Pozos (la cual limpió de marabú junto a su familia), ya obtuvo dividendos que son motivo de encomio general.

"Me dedico a sembrar maíz, frijoles (para ayudar en la tan necesaria obtención de granos en el país y sustituir importaciones) y tomates; así como a la cría de chivos y carneros", refiere el productor de Los Pozos.

En sus 26, 84 hectáreas José Alfredo construyó un sistema de irrigación, aró la tierra, la puso en rotación y extrajo de estos fértiles suelos en su año inicial de labor cerca de 300 quintales de maíz y 60 de frijoles, lo cual en conjunto, según le comenta a este periodista, le generaron ingresos cercanos a los 80 mil pesos.

Él trabaja con afán en su sitio, al cual llega cada amanecer luego de desplazarse en su coche tirado por caballos, desde el lejano pueblecito de Parque Alto, donde vive. La travesía la realiza —cuenta— junto a su esposa Maribel y su hijastro Osmany.

Se pasan la jornada en el surco, y al atardecer, tras comer en la propia finca, retornan a la mencionada localidad rodense.

En los momentos en que dispone de alguna oportunidad, se da un saltico hacia la finca de su padre, y lo ayuda un poco. "Nunca se puede olvidar de dónde saliste", recuerda este hombre, verdadero tren en el surco, quien ex-presa que el Decreto Ley 300 ha sido la inspiración que le ha permitido obtener lo más bonito de su vida: fe en lo que hace y certeza de que su trabajo tiene un alto valor colectivo, dada su repercusión en la alimentación del pueblo.

José Alfredo relata cómo en fecha reciente sembró quince cordeles de caña y seis de King Grass para sus chivos, los cuales pretende fomentar con la misma intensidad que la producción de cultivos varios. "Tengo muchos proyectos en mente y fuerzas físicas y emocionales para respaldarlos", asevera confiado el tan optimista como productivo anapista cienfueguero.

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