
CIEGO DE ÁVILA.— Apenas rebasaba los 19 años cuando, profesionalmente, comenzó a conducir camiones para el acarreo de caña. Si hoy le conoce cada secreto al arte de manejar, eso se lo debe a Ramón, su progenitor. Con mucho orgullo afirmó: "A él le agradezco todas las mañas que se necesitan para arrear uno de estos camiones".
De aquellas primeras lecciones a los días actuales ya han transcurrido 12 almanaques completos. Son muchos los kilómetros de guardarrayas, caminos y carreteras que ha dejado atrás, en un constante ir y venir de la surquería a los centrales, de los basculadores a las plantaciones.
Cuando le anunciaron la presencia de los periodistas, muy callado fue acercándose al camión. Abrir la puerta y resguardarse en su interior fue una misma cosa. La timidez y la modestia se habían adueñado del joven trabajador. No obstante, al ser requerida su presencia, bajó rápido. "Aquí estoy", con lo cual se ganó una sonora carcajada de sus chivadores compañeros de faena.
Danisley Cabrera Arcia es el nombre de este joven de 31 años, de los cuales acumula una docena como chofer. Con una media sonrisa a flor de labios se dispone a dialogar con la prensa. El obturador de la cámara lo sorprende varias veces. Las bromas de que es objeto le van aflojando la tensión. No está acostumbrado a las entrevistas.
"Siempre me llamó la atención ver a mi viejo treparse en el vehículo. Muchas veces me fui con él; miraba todo lo que hacía, qué botón apretaba, cómo colocaba los cambios, la forma en que pisaba los pedales, le hacía preguntas... Así fui aprendiendo".
Ahora, con voz fuerte y segura, relata que primero tiró caña para el central Venezuela, y la tristeza que sintió cuando fue desactivado ese ingenio y cerrada la base de camiones. "Entonces fui trasladado para la del central Ecuador, en Baraguá, mi actual centro de trabajo. Ponga ahí que es una de las mejores bases de Cuba. Sí, sigo viviendo en el municipio de Venezuela".
No tiene que hacer mucho es-fuerzo para responder a la siguiente interrogante. "He sido millonario en ocho ocasiones. Y aunque no lo crea, cada una de ellas la he disfrutado, pues conozco desde chiquito, por vivir en un central azucarero, la importancia que tiene esa producción para el desarrollo de mi país".
Dice ahora, con una amplia carcajada, que todavía está festejando su último millón. Cifra que alcanzó el día 26 de febrero, a las 9:00 de la noche. "Utilicé 72 días para tirar las 11 500 toneladas de caña equivalentes, con un promedio de 160 diarias. Mi carro, un KAMAZ remotorizado, con dos remolques, con una capacidad de carga de 45 toneladas, se comportó muy bien".
Una voz le avisa. Tiene que arrancar e ir a llenar un nuevo viaje. "Mi-re, a veces me han preguntado cuál es el secreto para tirar tanta caña. Y les digo que ninguno. Solo hay que estar revisando el vehículo a cada rato, no violar los mantenimientos, ser muy precavido para que no haya roturas ni accidentes, y tener voluntad y resistencia para ser productivo. Aquí ahora ganamos buenos salarios. En la primera quincena de febrero gané más de 4 000 pesos.
"Claro, mientras el central esté moliendo estaré tirando caña. Esto me hace muy feliz". Acto seguido arrancó su KAMAZ y se marchó.



















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