Por variadas razones en el ingenio que decide en Mayabeque, los esfuerzos en la organización y planificación de la molienda, lejos de favorecerlos, le impiden producir el azúcar que hoy debía tener.
A juzgar por los análisis técnicos, defectos en la inversión de los turbogeneradores, deficiencia en los conductores y una mala operación, se convierten en el fantasma que origina, hasta la fecha, atrasos sustanciales en la molienda y en la producción de azúcar.
Un pobre rendimiento industrial de casi el 7,70 % y la explotación de las capacidades que ronda el 44 % son índices negativos que obligan a transformar con urgencia la situación de hoy e irle restando a las toneladas que el central le debe al plan.
Otra vez Azcuba mediante la empresa azucarera de Mayabeque fortalece el aparato industrial con personal competente y calificado, pero esto no se ha traducido aún en la solución de los problemas. Si algo perjudica a un colectivo son los reiterados vaivenes en su dirección y esto, algo muy lamentable, ha sido una constante en los últimos años.
El movimiento de cuadros en su equipo ha tratado de ganar en eficiencia y la zafra actual no es la excepción. Son medidas para fortalecer el sistema interno del ingenio y combatir la improvisación.
El criterio generalizado es que, si se trabaja bien, la industria es capaz de incrementar la molienda y responder ante el esfuerzo de los cañeros para no dejar un solo campo sin cortar.
Tiempo queda para reducir los atrasos y elevar lo más posible el rendimiento en azúcar y la producción. Esto demanda un seguro abasto de caña y cobrar efectividad en una norma potencial capaz de devolverle dinamismo y vida al ingenio.
Por la caña que promedian por hectárea, lista para el corte, están en condiciones de vencer sus compromisos y darle un extra de azúcar a la provincia; sin embargo, con este pobre comienzo, pareciera que esta contienda será una copia fiel de lo sucedido en las pasadas zafras.
Aunque no es el único, en casos similares fallan la exigencia, los controles y la capacidad de los jefes para comprobar si, de verdad, existían la calidad y los trabajos ideales en una arrancada. No basta en situaciones así proclamar su optimismo ante chequeos parciales y anunciar que la industria superaría sus males.
Con reiteración se le achaca al personal y su adiestramiento, el tiempo perdido por interrupciones operativas y roturas en el manejo de la maquinaria, indicadores criticados por ser responsables directos de impedir moliendas estables y de no cumplir la diaria explotación de esos medios.
La historia se repite en ingenios que aseguraban no volver sobre errores de la zafra anterior y, en cambio, comienzan, desde muy temprano, a sumarle al plan el azúcar dejado de fabricar.
Es evidente que pese a las pruebas y al ejercicio que antecedió a la arrancada, hubo inversiones generadoras de dificultades. Por ubicarse en un periodo muy definido y favorable, la zafra exige que cada objeto de obra, remplazo de equipos por otros obsoletos, y el cuidado y la revisión de áreas, como la energética, sean en extremo puntuales.
Los dirigentes y técnicos de la Empresa Azucarera de Mayabeque coinciden —la ingeniera Mislay Solano, entre ellos— en que esta zafra recibió de la dirección del país una atención mayor y los centrales dispusieron en tiempo de lo imprescindible para evitar costosas demoras.
Por el atraso que arrastran no se trata de simples avances integrales. La molienda, como eje impulsor de la zafra, necesita saltos en grande que le sirvan de "sombrilla" al rendimiento industrial, recobrado, lleven a lo mínimo el tiempo perdido y favorezcan el resto de los indicadores que influyan positivamente en la merma de los costos.
Por tener sus plantíos de caña en zonas muy bajas y varias vinculaciones, hace falta que el Héctor Molina despierte cuanto antes.

COMENTAR
Alexander dijo:
1
22 de enero de 2015
15:03:53
Responder comentario