Sancti spíritus y Granma.— Si algo han aprendido los profesionales de la Salud en Sancti Spíritus y Granma, es que los bajos índices de mortalidad infantil no se consiguen solo con la eficiencia de los sistemas de terapias intensivas neonatal y pediátrica, los cuales, por demás, en ambas provincias exhiben desempeños de excelencia, tal como indican las estadísticas oficiales.
Expertos en la materia dan por sentado que el arte de asegurar la supervivencia y el desarrollo saludable en edades tan tempranas, comienza incluso antes de concebirse el embarazo y tiene vasos comunicantes con la búsqueda y atención de los riesgos reproductivos preconcepcionales, la detección precoz de los llamados defectos congénitos y la atención y el seguimiento minuto a minuto a la gestación, al parto y por supuesto, al niño.
PRIMACÍA REPETIDA AL CENTRO DEL PAÍS

Con 3,2 fallecidos por cada mil nacidos vivos al cierre del 2013, Sancti Spíritus logra por segundo año consecutivo la mejor tasa de mortalidad infantil del país —compartida con Granma en este almanaque—, índice que a su vez constituye el segundo mejor registro en la historia de la región.
Para la doctora Teresa María Alonso Suárez, jefa del Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) en el territorio, el suceso tiene entre sus principales protagonistas a la interrelación lograda entre la atención primaria de salud y la secundaria, los servicios de Neonatología y Cuidados intensivos pediátricos, el desempeño de los hogares para embarazadas, la maternidad provincial y el Centro de Genética Médica.
Según Alonso Suárez, la labor de especialistas y trabajadores en general de esta última institución, resultó determinante en la disminución de las afectaciones por malformaciones congénitas a partir de un seguimiento diferenciado a aquellas pacientes con mayores riesgos y de una mayor efectividad en el diagnóstico prenatal.
El desempeño de los espirituanos resulta más admirable todavía cuando se sabe, por ejemplo, que del total de nacimientos (5 060, 24 más que en el 2012), apenas cuatro reportaron un peso inferior a los mil gramos, que solo 20 estuvieron por debajo de los 1 500, que los municipios de Fomento y la Sierpe no reportan muertes, y que la sobrevida del ventilado neonatal en la terapia intensiva pediátrica fue del ciento por ciento, verdadera hazaña del personal responsabilizado.
Para directivos y especialistas del territorio vinculados al PAMI, la estabilidad conseguida por Sancti Spíritus en los dos últimos años tiene mucho que ver con la revisión a fondo llevada a cabo aquí al término del 2011, justamente cuando la provincia cerró con la peor tasa del país (5,9 fallecidos por cada mil nacidos vivos).
Tras examinar en blanco y negro las experiencias positivas y negativas de entonces, confrontar con expertos del Ministerio de Salud Pública y llamarse a capítulo sin muchos paños tibios, los espirituanos se autoimpusieron más de 200 medidas organizativas de orden técnico, administrativo, docentes y de control.
La estrategia, que fundamentalmente pretendía mejorar la integración, incrementar las acciones de capacitación y asumir la atención prenatal con una actitud más previsora, aportó dos cifras excepcionales, sobre todo para un territorio que no clasifica entre los más desarrollados del país: 2,8 y 3,2 fallecidos por cada mil nacidos vivos en 2012 y 2013 respectivamente.
INÉDITO COLOFÓN DE UN DESCENSO SOSTENIDO
Los argumentos de los buenos resultados no son muy distintos en la oriental provincia de Granma, aunque por primera vez el territorio clasifica con la mejor tasa del país.
Contrario a la tendencia de la hermana Sancti Spíritus, los del Este cubano decrecieron en los nacimientos respecto al año anterior (187 menos); pero la cifra total dice mucho del esfuerzo, pues que hayan acontecido 10 818 alumbramientos y apenas 35 muertes, asienta una evidencia indiscutible de buen hacer por parte del personal del PAMI en el sistema de Salud local.
Si no, pregúntesele a la joven pareja de Pedro Ernesto Cabrera y Yoelsis Sánchez, premiados por la vida con un regalo de trillizos; pero también afortunados por tener —como todos los cubanos— el derecho a una asistencia médica que en el caso de Yoelsis, comenzó con el ingreso en un hogar materno a la novena semana de embarazo, siguió en el periodo crítico del posparto, y continúa con la enfermera que desde su salida del hospital, la asiste ocho horas cada día en su casa.
"Infinitamente agradecidos", es la palabra que más repiten padre y madre cuando refieren el cuidado de los doctores Alina y Ávila, la enfermera Mariselda, y absolutamente todo el equipo médico del hospital bayamés Carlos Manuel de Céspedes, donde el empeño por salvar la vida en peligro de los tres infantes, convirtió en desvelo y casi en "asunto personal" la rutina laboral de aquellos profesionales.
Casi ocho meses después del complicado parto y los siguientes días de tensa incertidumbre, la pareja ha incorporado como nuevo miembro de la estirada familia a Yamisleidis Quintana, la enfermera que jamás ha faltado una jornada en la atención de los chiquitines y quien ya siente tal afecto que no limita su actividad al termómetro y la observación clínica, sino que comparte hasta el lavado de pañales —multiplicado por tres— y la limpieza del hogar nuevo, entregado hace muy pocos días.
Pedro Ernesto, el padre, siente tanta admiración y gratitud con el sistema de Salud cubano, "materializado en el ejemplo de los médicos y enfermeras que aún hoy llaman preguntando por sus niños", que, asegura él, opaca todos los actos de personas insensibles que pusieron obstáculos a la posibilidad de la licencia paterna, la gestión ágil de la vivienda necesaria y hasta a la existencia de la leche especial que venden en la farmacia para estos casos: "gente incompatible con la humanidad desbordada de la Revolución, evidente ahora mismo en esta tasa de mortalidad infantil de primer mundo, inédita en Granma".
Feliz coincidencia esta de que justo en el mejor año de la historia, los partos múltiples lograran ser una muestra perfecta de la labor realizada por el PAMI en la provincia.
"Hubo tres nacimientos de trillizos, y a pesar de las complicaciones de siempre —en otros años han terminado con la muerte de al menos uno de los bebés— los nueve fueron salvados, y por la salud que gozan, jamás han vuelto a ser hospitalizados", resalta la doctora Mariela Véliz, en funciones al frente del PAMI en Granma.
"El resultado no ha sido casualidad", sigue Véliz, "sino fruto del trabajo más estrecho e integral entre todos los niveles que intervienen desde la captación de la embarazada hasta el seguimiento último al nacido.
"Reconocimientos especiales merecen las salas de terapia intensiva para niños, y entre estas, las de los hospitales Fe del Valle, de Manzanillo, y General Milanés, de Bayamo; que de 13 y 9 fallecimientos en el 2012, respectivamente, ambas bajaron a seis en el año concluido.
"De igual modo, el municipio costero de Media Luna consiguió el formidable saldo de terminar el año sin muertes, lo cual honra la tradicional baja morbilidad de esta región, y exalta la efectividad de su estrategia local para la prevención y promoción de la salud".
La doctora Véliz siente tener que decirlo, pero no camufla los ligeros incrementos en los indicadores de mortalidad materna y preescolar, contrarios a la tendencia positiva lograda en la Infantil, Escolar, Fetal Bajo Peso y Menores de Cinco Años. Concluye que ha sido un año de grandes logros, "sin duda, y ninguno por casualidad", reitera con énfasis, apegada a la estadística del último quinquenio, en que Granma aparece como la única provincia cubana que reduce sostenidamente la siempre elocuente tasa de mortalidad infantil.
DÍGITO A DÍGITO
A 60 fallecidos por cada mil nacidos vivos ascendía la tasa de mortalidad infantil en la región Sancti Spíritus, de la antigua provincia de Las Villas, cuando la Revolución triunfante comenzó a hacer realidad el Programa del Moncada; índice que la voluntad política y el empeño de los profesionales han venido achicando dígito a dígito: si una década después, hacia 1970, la cifra había descendido a 46, en 1980 los pediatras creyeron haber tocado el cielo con las manos cuando la redujeron a 18.
Algo parecido debieron haber pensado los galenos granmenses, cuando ese mismo año cerraron con 22,4, en una provincia que tampoco ha sido de las más desarrolladas de la Isla.
Fue entonces que llegaron las terapias intensivas para multiplicar la perspectiva de vida del grave, los servicios especializados de Pediatría y Obstetricia, el médico y la enfermera de la familia y el Programa de Atención Materno-Infantil, los cuales, de conjunto, dieron un vuelco a la historia del recién nacido en Sancti Spíritus, Granma y toda Cuba.
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