ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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La protección de los menores contra la COVID-19 es responsabilidad, especialmente, de la familia. Foto: Ismael Batista Ramírez

En el marco de la colaboración interinstitucional entre el Ministerio de Salud Pública (Minsap), la Facultad de Sicología y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-Cuba), ambas de la Universidad de La Habana (UH) y la oficina de Unicef-Cuba, se proyectó la evaluación de la salud mental de la población de niños y adolescentes cubanos convalecientes de la COVID-19.

Según consta en el Portal de la red de Salud de Cuba, Infomed, la evaluación comprendió cuatro aspectos: el despistaje de la presencia de sicopatología, el estudio neurológico, la caracterización del afrontamiento familiar y del bienestar sicológico.

Para el estudio se analizó una muestra de 44 niños y adolescentes, residentes de La Habana, que han padecido la COVID-19, encontrándose que el 81,8 % está afectado emocionalmente, sin que se hayan desorganizados los procesos cognitivos, los que en general muestran un funcionamiento normal, con un potencial intelectual de promedio a bajo. Las necesidades y competencias para la socialización, se encuentran en un nivel deficitario, como característica predominante en la muestra.

Refirieron además que dada la importancia que cobra el acompañamiento familiar en la recuperación sicológica de los niños y adolescentes, resulta significativo que el 60 % de las cuidadoras (madres en la mayoría), no parecen tener conciencia del impacto sicológico que ha dejado la COVID-19 en sus hijos.

Concluyeron, además, que los adolescentes son los que se encuentran más afectados emocionalmente que en el caso de los niños, un proceso que debe guardar relación con una mayor conciencia de peligro y riesgo para la vida.

En algunos persisten secuelas importantes como la pérdida del olfato o el gusto, dolores de cabeza y malestar general, por lo que las vivencias negativas se reactivan de manera constante. Esto, unido a la pérdida de familiares cercanos, temor a ser rechazados por los amigos para evitar el contagio, o la agudización de padecimientos anteriores a la enfermedad, justifica completamente el sobreapego, la tristeza, inhibición y falta de acometividad de estos menores, donde algunos pocos expresan la alegría con la presencia del personal médico y la emoción del alta médica.

Precisaron que la totalidad de los casos estudiados, debe recibir apoyo y acompañamiento sicológico, tengan o no sus padres conciencia de las problemáticas de sus hijos. Hacerlos conscientes de ello, es una parte fundamental de la labor que se requiere para una protección de la salud mental de este grupo de infantes.

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