
Este texto va para la embarazada primeriza llena de ilusiones que un día fui, ojalá lo hubiese leído entonces; pero todo lo que tenía en mi cabeza sobre lactancia materna eran los spots televisivos tan tiernos, las fotos hermosas de madres amamantando a sus hijos, los artículos explicando los beneficios de dar el pecho exclusivamente, y el eslogan de que lactar es amar.
Estaba convencida de que mi hija iba a tomar solo mi leche hasta los seis meses, lo deseaba, y la única exploración que hizo de mis mamas la ginecóloga durante mi preñez, no me dio motivo alguno para pensar lo contrario.
Yo suponía que era algo animal, instintivo, pero pronto descubrí que no. Mi hija nació de parto natural, sabía que era imprescindible que me la dieran cuanto antes para asegurar una buena lactancia, pero eso no se estila en nuestras maternidades. Se la llevaron a revisarla a otra habitación, y vine a verla casi una hora después, cuando terminaron todos los procedimientos con ambas.
Conocía que el calostro es muy poco, pero cuando mis pechos se inflamaron por la bajada de la leche, mi bebé seguía con hambre, yo con dolor en los senos y con un profundo miedo de no alimentarla bien.
Por supuesto que pregunté a una doctora, ella me ayudó con la extracción, y con el chorro abundante apoyó su dictamen: sí, tienes leche de sobra.
De más está decir que nunca pude imitar aquel proceder, y cuando nos fuimos a casa, mi hija seguía llorando de hambre y con dificultades para prenderse al pecho.
Busqué a la enfermera del consultorio, ella pasó trabajo para que la niña se agarrara; cuando pudo, confirmó: tiene muy buena succión.
Se fue y no pude imitar sus manejos para poner el pezón en la boca de mi hija. Ella lloraba y yo también. Cada médico que consultaba me decía lo mismo: la lactancia es lo mejor para tu bebé, no le puedes dar más nada, tienes que insistir.
Y yo lloraba más, porque esas palabras venían con la presunción de que lo que quería era buscar una salida fácil, que tenía desconocimiento y por eso pensaba que no se llenaba; mientras, los chillidos desesperados de hambre que daba mi hija me taladraban el alma.
Tanta era mi desesperación que no quería responder el teléfono para recibir felicitaciones ni ver a nadie; hasta que me dije: no, yo tengo que poder con esto.
Aproveché uno de los episodios de sueño por puro cansancio de mi beba, e hice lo que mejor sé hacer por mi profesión: informarme.
Busqué en cuanta página pude y descubrí que la culpa era de mis pezones casi planos, y que una extraedera podría ayudarme a moldearlos y facilitarle la tarea a mi bebé; supe de posiciones, de trucos, de maneras… Compré la extraedera, bastante cara por cierto, cerré la puerta del cuarto y me empeñé en triunfar.
Fue un proceso largo, lo logré con un seno, luego con otro, con prueba y error. Después viví las grietas en los pezones y lo mucho que duelen, experimenté ese miedo de que llegara la hora de la toma y con ella el dolor. Pero logré dos meses de lactancia materna exclusiva que espiritualmente me supieron a gloria.
Sin embargo, la alegría me duró poco, porque enfermé de mastitis infecciosa y, para mi sorpresa, como ya no era puérpera, mi hija no pudo ingresar conmigo, a pesar de que solo se alimentaba de mi leche.
Debió tomar fórmula en biberón; cuando volví a casa, ella sola inició un proceso de destete. Mamaba menos cada día, hasta que se negó rotundamente, y solo con la extraedera mi producción mermó hasta desaparecer.
Ahora, a pesar de lo duro que fue dar el pecho, miro las fotos de esos momentos, y me siento feliz. Orgullosa de mí, podría decir, porque hice cuanto pude para dar a mi hija esa protección.
Sé, no obstante, que hay madres sin el apoyo familiar o la conexión a internet para buscar soluciones a los escollos de sus lactancias. Entiendo a las que se rinden, a esas a quienes la naturaleza no se la puso fácil.
No vale solo con decir que lactar es un acto de amor, tiene que haber asesorías al respecto durante la atención al embarazo y en los hospitales maternos. Que haya quien te advierta que puedes preparar tus pezones con cremas; que son planos o pequeños; que puede que una extraedera te sea útil…
Es necesario también que se proteja la lactancia más allá del puerperio en los ingresos de las madres, quizá hasta los seis meses.
Y para esas que no han podido hacerlo, o solo parcialmente, les digo que no son ni malas ni menos madres, que sus hijos pueden ser saludables e inteligentes, que dar un biberón también es un acto de amor.
Hay que ponerle más contenido al discurso sobre la lactancia, para que sean más exitosas y menos solitarias.
PRECISIONES
Del 1ro. al 7 de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna.
Beneficios para los niños y las niñas
- Provee seguridad alimenticia total en los primeros seis meses.
- Brinda fuente ideal de nutrientes.
- Mejora la respuesta a las inmunizaciones.
- Protege a los niños y las niñas de las infecciones. Reduce la incidencia y la mortalidad por enfermedades infecciosas.
- Reduce el riesgo de padecer de enfermedades crónicas.
- Favorece el desarrollo intelectual, emocional y motor.
Beneficios para las madres:
- Disminuye la morbilidad extremadamente grave y la mortalidad materna debida a la hemorragia posparto.
- Disminuye el número de mujeres que desarrollan cáncer de ovario, cáncer mamario y osteoporosis.
- Provee una forma natural de espaciar embarazos. Tiene propiedades anticonceptivas, aunque no es un método muy seguro y de larga eficacia.
- Previene enfermedades.
- Incrementa el vínculo madre / hijo.
Para Cuba, la atención al niño y a la madre es y será una de sus mayores prioridades, por eso es tan importante potenciar la práctica de la lactancia materna, pues con ella colaboramos a promover una niñez saludable, y una maternidad responsable y activa.
Fuente: Minsap
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Árida dijo:
1
12 de agosto de 2021
20:28:18
Árida dijo:
2
12 de agosto de 2021
20:31:48
Mi dijo:
3
10 de septiembre de 2021
10:04:16
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