
El siglo XXI avanza a grandes pasos en cuanto a tecnología se refiere. Los elementos futuristas que nos llegaban mediante las películas de ciencia ficción en las pasadas décadas hoy comienzan a ganar terreno. Entre ellos, la robótica es solo un ejemplo.
Dentro de cinco o diez años será frecuente ver robots funcionando entre seres humanos, aseguró en el 2011 Reid Simmons, profesor de robótica en la universidad estadounidense Carnegie Mellon, a la revista National Geographic (NG).
Tres años después, los proyectos, logrados o no, de artefactos inteligentes para acompañar a los ancianos, hacer las tareas domésticas, encuentros románticos, competir con la selección humana campeona mundial de fútbol (y ganarles para el 2050), e incluso combatir en guerras, han puesto a pensar a especialistas de todo el orbe.
Ante tal abanico de oportunidades robóticas llueven las preguntas. ¿Está preparada la humanidad para una revolución de estas características? ¿Qué tipo de tareas se deben delegar en una “máquina”? ¿Nos sentiríamos más cómodos al tratar a un androide con características corporales parecidas a las humanas o con un amasijo de metal, cables y luces?
El creador japonés Hiroshi Ishiguro, supervisó el desarrollo de una legión de robots innovadores para explorar la interacción entre humanos y máquinas. Su obra más famosa probablemente sea su propio gemelo robótico. Ishiguro, que al trabajo en los Laboratorios de Robótica Inteligente y Comunicación, en Kyoto, une su labor como profesor en la Universidad de Osaka, ha declarado a NG que creó a su doble “para lograr estar en dos sitios a la vez”. Incluso puede controlar al androide a través de Internet mediante un sistema de sensores del movimiento para que este interactúe con los colegas del laboratorio mientras él imparte docencia en Osaka.

Este verano, el Museo Nacional de Ciencia e Innovación Emergente de Japón presentó la exposición Androide: ¿qué es humano?, de robots con expresiones, voz e interacción cercanas a lo humano. Las creaciones del profesor Ishiguro fueron parte de la muestra.
Los robots —con caras de piel y músculos artificiales— son presentados como conductores de un noticiero en el que narran lo ocurrido con la naturalidad de un ser humano, aunque con la perfecta dicción que solo una máquina puede tener, reseñó AP.
Hiroshi Ishiguro no solo está interesado en ampliar las fronteras tecnológicas, sino también las filosóficas al preguntarse qué es lo esencialmente humano, estudiar las reacciones del público ante su obra y el uso de ese comportamiento para construir robots humanoides más reales.
Entonces esa ciencia entraría en un campo mucho más complejo. ¿Podría un robot formular juicios morales por sí mismo? ¿La conciencia, ese rasgo que nos caracteriza, podría encerrarse en un chip?
GUERRAS Y ROBOTS
Algunos consorcios armamentistas se frotan las manos ante las posibilidades de utilizar máquinas inteligentes en las guerras por pelear. Es conocido que se preparan robots en forma de bombarderos y vehículos terrestres con ametralladoras y granadas dirigidas a distancia. También modelos que quizás mañana puedan decidir por sí solos cuando y a quien disparar.
Según NG el investigador que más ha avanzado en la creación de robots éticos es Ronald Arkin, del Instituto Tecnológico de Georgia, en Atlanta. Para Arkin, lo que inspira su trabajo no son las limitaciones éticas de los robots en el campo de batalla, sino las del hombre. “En el fragor del combate los robots no se verían afectados por emociones cambiantes. En consecuencia sería menos probable que cometieran errores bajo el fuego enemigo”.
En el sistema de Arkin el robot se guiaría por un “director ético”, programado en su software, para decidir si debe disparar o no. Al apuntar a un objetivo realizaría comprobaciones predeterminadas, basadas en las leyes internacionales. Un carro de combate enemigo, por ejemplo, se consideraría un objetivo aceptable, pero un funeral al que hubieran asistido soldados enemigos armados no lo sería.
Un segundo componente, el “adaptador ético”, limitaría el armamento a utilizar. Si un arma demasiado potente causara daños no intencionados (un misil que destruyera un edificio de apartamentos además del carro de combate) entonces su uso quedaría limitado hasta que el sistema fuese ajustado. Además, Arkin finalmente dejaría actuar al juicio humano mediante un “consejero de responsabilidad”, componente que permitiría a una persona anular las decisiones del “director ético”.
El investigador estadounidense reconoce que el sistema no está listo para su uso en el mundo real, pero ha afirmado que trabaja “para que los militares consideren las implicaciones éticas y para que la comunidad internacional reflexione sobre ello”.
Una pregunta se desprende de las declaraciones de Arkin. ¿Hasta donde podría llegar la humanidad si la principal razón de las investigaciones continúa siendo la de exterminar vidas en vez de crearlas?
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Arquero dijo:
1
3 de octubre de 2014
07:59:50
Nirvana roque Fernandes dijo:
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3 de octubre de 2014
11:59:44
Belkis Garcia dijo:
3
4 de octubre de 2014
08:46:26
robotico dijo:
4
4 de octubre de 2014
09:42:14
Bob dijo:
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4 de octubre de 2014
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Jorge Luis dijo:
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4 de octubre de 2014
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victor dijo:
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4 de octubre de 2014
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orley dijo:
8
4 de octubre de 2014
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rob dijo:
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7 de octubre de 2014
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Pescador de Clarias dijo:
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8 de octubre de 2014
16:03:36
alberto dijo:
11
9 de octubre de 2014
14:02:43
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