
Como un sentimiento doloroso y temido por un gran número de personas mayores, y uno de los grandes enemigos de su bienestar, describen los expertos a la soledad en las edades avanzadas de la vida. Este tema –que la sociedad se ha encargado de asociar con una visión negativa de la vejez, si bien puede atribuírsele a todas las edades– toma relevancia en tanto la calidad de vida no solo implica un buen estado físico, sino también emocional.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la salud mental y el bienestar emocional tienen la misma importancia en la edad mayor que en cualquier otro periodo de la vida.
De acuerdo con la OMS, a lo largo de los años son muchos los factores sociales, psíquicos y biológicos que determinan la salud mental de las personas. «Además de las causas generales de tensión con que se enfrenta todo el mundo, muchos adultos mayores se ven privados de la capacidad de vivir independientemente por dificultades de movilidad, dolor crónico, fragilidad u otros problemas mentales o físicos, de modo que necesitan asistencia a largo plazo. Además, entre los ancianos son más frecuentes experiencias como el dolor por la muerte de un ser querido, un descenso del nivel socioeconómico como consecuencia de la jubilación, o la discapacidad. Todos estos factores pueden ocasionarles aislamiento, pérdida de la independencia, soledad y angustia», menciona el organismo internacional.
Al respecto, agrega que los adultos mayores también son vulnerables al maltrato, que en este grupo etario no se limita a causar lesiones físicas sino también graves problemas psíquicos de carácter crónico, como la depresión y la ansiedad.
Justamente estas dos condiciones conducen a sentir esa sensación de soledad, sobre la que Granma conversó con la psicóloga Roxana Celia Ricart Menéndez, del Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud. 
A juicio de la experta, puede percibirse aun cuando la persona conviva con el resto de los miembros de la familia, y se manifiesta al ser la misma recluida a un espacio psicológico o incluso físico diferente, por debajo de las condiciones que deberían ser.
«Esta soledad acompañada tiene mucho que ver con la ideología que persiste en nuestra cultura, asociada al viejismo o el ancianismo», sostuvo la especialista, refiriéndose a esos estereotipos que nos hablan de que el adulto y la adulta mayor ya «no necesitan tener tantas condiciones, que están en la decadencia, cercanos a la muerte…Toda esta ideología peyorativa, de disminución, minusvalía, hace que las personas de otras generaciones, prioricen otras cuestiones y no a los adultos mayores».
En este sentido, apuntó Ricart Menéndez, pueden sentirse solos, no tomados en cuenta. «Entonces, sobre la base de la ignorancia de las necesidades de esa persona, pues no las cubres, y ello es una negligencia, una forma de maltrato, y es una de las causas que pueden hacerlos sentir solos», explicó la entrevistada.
Pero también está la soledad real, aquella donde la persona mayor vive sola, mencionó; «y en la que intervienen muchos factores socioeconómicos ».
Sobre los mismos, la experta mencionó el llamado síndrome del nido vacío, marcado por uno de los primeros acontecimientos al que suelen enfrentarse las personas mayores: el abandono del hogar por parte de los hijos para iniciar una vida independiente, a veces en otro país, incluso si se busca mejorar condiciones de vida para estos propios padres.
«Queda un espacio sin cubrir que es el de la compañía, el amor, la convivencia, que son tan necesarias en las personas mayores, y se originan sentimientos de indefensión y soledad».
Asimismo, mencionó la soledad dada por un evento vital de la edad que es la viudez, más frecuente en las mujeres, en tanto estas tienen una mayor esperanza de vida; o la soledad que puede provocar la institucionalización. «Aunque nuestra cultura tenga rasgos de viejismo, es contrastante que somos retentivos de nuestras personas mayores. El ideal general es que estas envejezcan con nosotros, y a su vez el de la persona mayor cubana es envejecer en la familia. Es por ello que muchas veces, cuando es tomada la decisión de institucionalizar a esa persona para sus cuidados, pues tiene un costo psicológico», dijo.
«Es esencial que las familias cubanas conozcan que la necesidad psicológica que rige esta etapa del desarrollo es la de trascendencia. Los adultos y adultas mayores necesitan extender a las nuevas generaciones todos sus conocimientos, vivencias, aprendizajes, errores, lo que han ido acumulando y atesorando durante toda la vida. Si esta necesidad no se satisface, por supuesto que hay frustración, desencanto, tristeza; y para lograr cumplir con este rol es vital la comunicación y el intercambio con los jóvenes», alertó la entrevistada.
De ahí que, dijo, aun cuando no sea intencional, puede relegarse al adulto mayor si no se tiene en cuenta como elemento fundamental el saber qué necesita el otro; y ello está en la base de toda relación humana.
Sobre qué hacer, cuáles son las señales de alerta que debemos conocer para identificar cuando los mayores de casa están viviendo sentimientos de depresión y ansiedad, y algunas estrategias para combatir el aislamiento y la soledad en los adultos y adultas mayores, estaremos hablando en la próxima columna.






        
        
        


    
        
        
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karla dijo:
1
1 de mayo de 2017
14:15:04
Dr. José Luis Aparicio Suárez dijo:
2
1 de mayo de 2017
16:37:39
Leonardo Castañeda dijo:
3
3 de mayo de 2017
08:59:14
Barbara Rodriguez Feria dijo:
4
3 de mayo de 2017
12:31:08
mayli dijo:
5
4 de mayo de 2017
14:57:23
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