WASHINGTON.—Si usted pregunta en esta ciudad repleta de políticos, asesores y analistas qué hace falta para continuar avanzando en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, lo más probable es que escuche esto: momentum. Su traducción más exacta sería impulso.
Si el 17 de diciembre del 2014 se dio el empujón inicial, en la mañana de ayer la Casa Blanca puso más ruedas en movimiento.
El presidente Barack Obama visitará Cuba a finales de marzo para darle un sello personal a lo que se ha convertido en uno de los mayores legados en política exterior de la actual administración demócrata.
Mientras la noticia le daba la vuelta al mundo, el Instituto de la Paz en Washington —establecido por Ronald Reagan en 1984, apenas un año después de la invasión a Granada— acogía la primera conferencia del Consorcio Cuba.
Fundado el pasado año por la entidad bipartidista The Howard Baker Forum, el foro agrupa a compañías, organizaciones sin fines de lucro, inversionistas, académicos y empresarios, que comparten la visión de continuar el camino de la normalización de las relaciones con la Isla.
Por el ultramoderno edificio, desde cuyos vitrales se observa el Monumento a Lincoln, desfilaron durante nueve horas altos cargos de la administración Obama, académicos y empresarios vinculados de una u otra manera con Cuba.
Penny Pritzker, la secretaria de Comercio que ha sido anfitriona durante los últimos días de la delegación encabezada por el ministro Rodrigo Malmierca, recordó su viaje a La Habana en octubre pasado.
“Aprendimos que en Cuba, como en muchos de nuestros otros socios comerciales en todo el mundo, es necesario trabajar con las empresas estatales con el fin de apoyar al sector privado local”, dijo.
La última ronda de medidas ejecutivas de su cartera y el Departamento del Tesoro, abren una puerta en ese sentido, aunque las leyes vigentes lo hagan poco viable.
El ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera cubano, Rodrigo Malmierca, mencionó tres aspectos en específico: levantar las prohibiciones en el uso del dólar para las transacciones financieras de la Isla, la apertura de Washington a las exportaciones cubanas y la autorización a las empresas estadounidenses de invertir en el país en otros sectores además de las telecomunicaciones.
Esa madeja de leyes que conforman el bloqueo ocupó buena parte de los debates de los especialistas.
Ante una pregunta de Granma, Andrea Gacki, especialista del Departamento del Tesoro, no fue capaz de ubicar una regulación en específico que estableciera la prohibición del uso de la moneda estadounidense por parte de Cuba. “Estamos explorando, no queremos especular”, dijo sobre la posibilidad de eliminar con futuras medidas ejecutivas la persecución financiera que ha costado a Cuba miles de millones de dólares y por la que se ha multado a bancos de terceros países.
El secretario de Agricultura, Thomas Vilsack, criticó durante el almuerzo el freno que impone el bloqueo a las oportunidades de intercambio entre Cuba y Estados Unidos.
Tras resaltar el interés de su país en la agricultura orgánica de Cuba y sus experiencias en las granjas urbanas durante su viaje a La Habana en noviembre último, Vilsack dijo que las restricciones también tenían un efecto negativo para ellos.
Estamos buscando oportunidades de negocios a partir de un fondo que aportan voluntariamente algunos agricultores norteamericanos, refirió.
De acuerdo con las leyes actuales, su cartera no puede canalizar recursos federales para explorar las opciones de negocios con Cuba, como es la práctica común, lo que constituye una limitación para que las compañías estadounidenses posicionen efectivamente sus productos allí.
El secretario norteamericano lamentó la caída que se ha registrado durante los últimos años en las ventas de productos agrícolas, aprobadas por una ley del año 2000 pero que están sujetas a onerosas condiciones como el pago en efectivo y por adelantado.
Aun así, Cuba invirtió en los últimos 15 años cerca de 5 000 millones de dólares en comprar alimentos en Estados Unidos, impulsada sobre todo por los precios competitivos y la cercanía de los puertos de embarque.
Pero según las últimas cifras del U.S.-Cuba Trade and Economic Council, un organismo que monitorea el comportamiento del mercado, durante el 2015 se redujeron en 120 millones los montos adquiridos en relación con el 2014, cuando fueron de cerca de 290 millones. Ambas cifras son lejanas al pico de 710 millones alcanzado en el 2008.
A pocos pasos del Instituto de la Paz, en el Departamento de Estado, John Kerry, recibía en horas del mediodía del jueves a Malmierca y a otros siete miembros de la delegación que lo acompaña.
Esta es la segunda vez que un ministro cubano visita Washington desde el restablecimiento de relaciones el pasado 20 de julio, cuando el canciller Bruno Rodríguez Parrilla dejó inaugurada la sede diplomática de la Isla en esta capital.
Otro capítulo en el largo y complejo proceso que tienen por delante La Habana y Washington.
Alguien preguntó al presidente de la Cámara de Comercio, Thomas Donohue, cuándo podríamos ver normalidad de las relaciones entre los dos países.
Estoy seguro que en 20 años, respondió, aún estaremos buscando formas de mejorar la manera en que hacemos negocios.
Pero el momentum para acabar con el bloqueo, la principal limitación al desarrollo de Cuba y a la normalización de las relaciones con su vecino, no puede esperar tanto.
El viceasesor de la Casa Blanca en Seguridad Nacional y Asistente Personal del presidente Obama, Ben Rhodes, confirmó lo que vienen defendiendo los especialistas cubanos desde el principio: Obama tiene facultades ejecutivas para hacer mucho más de lo que ha hecho hasta ahora.
El asistente personal de Obama criticó a quienes aún apuestan por el bloqueo como una manera de lograr los objetivos de la política exterior norteamericana hacia la Isla.
Podría tener sentido antes pero Cuba está cambiando, dijo Rhodes a los miembros del Consorcio Cuba, tras reconocer que incluso muchos cubanoamericanos radicales habían logrado evolucionar en sus posturas. La pregunta es si seremos parte de ese cambio o no.
Los estadounidenses viajan, dijo Rhodes, y ven que los cubanos quieren la mejoría de las relaciones. ¿Por qué en nombre del pueblo cubano abrazaríamos una política que es masivamente rechazada por ellos?, se preguntó.
Rhodes aseguró que la actual administración valora otros cambios regulatorios que se puedan hacer dentro de los marcos de la ley actual.
Todavía no hemos logrado conectar nuestra nueva política hacia Cuba con las transformaciones que vive ese país para que se solidifiquen los negocios y haya un impacto, dijo. “Eso es lo que quiere el Presidente”.
Creemos que todavía es posible hacer más antes del fin de esta administración, añadió. Crear un momentum para hacerlo irreversible.
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Urbano licea dijo:
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19 de febrero de 2016
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vicente dijo:
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19 de febrero de 2016
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Miguel Angel dijo:
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19 de febrero de 2016
14:34:30
manolo dijo:
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19 de febrero de 2016
15:12:57
Lic. Pierre Millet dijo:
5
19 de febrero de 2016
21:16:11
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