
Los cultores de la teoría del fin del socialismo y el triunfo neoliberal tuvieron su momento de gloria allá, por los años finales del siglo XX. Entonces proclamaron, entusiastas, el fin de la historia, el fin de las ideologías, el triunfo de las leyes del mercado, la muerte de las utopías y el entierro del marxismo.
No hacía falta pensar en nada, ya no era necesario ¿Para qué gastar neuronas pensando en un futuro hipotético?
El neoliberalismo considera al mundo como un depósito de potenciales objetos de consumo, incita a los individuos a creer que dar satisfacción a sus deseos constituye el paradigma del «éxito» y la felicidad en la vida.
Nacido en los años 40, pretendió ser una alternativa frente al estado de bienestar y al socialismo; pero entonces no podía enseñar su verdadera esencia. El socialismo, en los años 50 y 60, había logrado niveles de prosperidad superiores a los del capitalismo.
Las nuevas armas culturales del capitalismo llegaron a las tierras del socialismo mucho antes del golpe final. La descomposición ideológica, que es pura y dura ideología contrarrevolucionaria, aserró los pilares que sostenían a aquellos Estados.
La guerra cultural librada contra los proyectos socialistas en Europa del Este, utilizó con eficacia la pérdida, por parte de estos, de la capacidad para conectar con el pueblo, sobre todo con las nuevas generaciones.
Transformaron, como reconoce el estudioso Atilio Borón, el «pensamiento único» del capitalismo neoliberal, generador de la apatía política y el conformismo, en «sentido común», que impide ver las desigualdades y la destrucción que causa la metafísica del mercado.
La promoción del consumismo hedonista como vía a la felicidad, que forma parte del abecé del neoliberalismo; la idea de que no hay nada más allá, que hay que vivir el momento, el éxito de su neolingua, el escamoteo de símbolos y su resignificación, la mentira y la manipulación más vergonzante, fueron las «materias primas» con las que construyeron el puente al abismo, el mismo puente que nos tienden hoy a los cubanos, por el que pretenden que marchemos, avergonzados de nuestra historia.
En los últimos años, la aplicación de las políticas neoliberales a escala global ha provocado nefastas consecuencias económicas y sociales; han generado, especialmente en América Latina, niveles de desempleo y subempleo históricos, una pobreza alarmante y una gran precarización social.
Los Estados antes socialistas fueron esquilmados en pocos años por las transnacionales, el desempleo, la desigualdad, la insalubridad, la prostitución, metamorfosearon el paraíso en construcción en un solar yermo donde rige la ley del más fuerte, la desesperanza de muchos, y un culto hedonista al dios mercado.
No estamos ante el fin de la historia, y mucho menos ante el fin de las revoluciones. El hombre no se cansará nunca de intentar alcanzar el mundo mejor soñado. Nada ha podido detener la marcha de la humanidad hacia el futuro, y nada la podrá detener ahora.
Rosa Luxemburgo dijo una vez, citando a Federico Engels: «La sociedad capitalista se halla ante un dilema: avance al socialismo o regresión a la barbarie». Ese dilema tiene hoy más vigencia que nunca.
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Miguel A. dijo:
1
20 de febrero de 2021
15:19:52
lena dijo:
2
20 de febrero de 2021
22:49:31
lena dijo:
3
20 de febrero de 2021
22:50:20
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