WELLAND, Toronto.—Si esta pista de canotaje se llama Aguas Tranquilas, los cubanos vinieron a revolverlas para de su espejo cristalino sacar cuatro medallas de oro y una de plata y una de bronce, cuando este martes terminan este deporte, animado por seis finales.
Jorge García ha realizado una destacadísima actuación al componer la tripulación que obtuvo el oro en el K-4, 1000 metros y este lunes rellenó su alforja con los metales preciosos en el K-1 y K-2, el segundo junto a otro de los principales hombres de esta embajada, Reinier Torres. La porfía en Guadalajara 2011 favoreció a los antillanos en la tabla de medallas de la disciplina (4-3-2) por (4-2-1) los canadienses.
TRES MEJOR QUE DOS
Como “viejo zorro” –con solo 26 años-- el habanero trazó su estrategia en el K-1 para batir al argentino Daniel Dal Bo, consistente en dejarlo tomar ventaja en la arrancada, como aquel siempre hace, pero cuidándole la distancia, mientras él mantenía su ritmo estable de paletadas. Ya en los 250 metros --cuando venía segundo-- Jorge partió como bólido para “recordarle a Dal Bo nuevamente que él nunca me ha ganado, aunque yo quedé a milésimas de mi tiempo en Londres 2012.”
El argentino minutos después confesó que intentó arrebatarle el oro capturado por el cubano en Guadalajara frente a él, pero “la verdad es que está muy fuerte, batalla con gran intensidad y por eso me liquidó. Me alegro mucho, porque somos muy buenos amigos”, apuntó.
Al preguntarle a García si no era demasiado agotadora una segunda regata (el K-2, 1000) en el día --atendiendo a que el domingo ganó el oro en el K-4 a 1000--, con una picaresca sonrisa afirmó que “algunos países preservan a sus hombres para presentarlos frescos en cada evento; yo soy todo lo contrario, voy entrando más en calor si compito con intensidad en una misma jornada. Además, para esta tercera prueba me dieron una hora y media de recuperación, suficiente”, agregaba previo al receso.
Toronto repetía así a los mismos competidores en el podio del K-1, pues detrás de Jorge García (3:40.990) finalizó el rioplatense Dal Bo (3:42.019) a quien le sacó ventaja de casi un largo, mientras el canadiense Adam Van Koerverden, campeón mundial del 2011 y subtitular olímpico de Londres 2012, ancló en la tercera posición (3:43.055).
GOLPE A DÚO
Después de relajarse del esfuerzo anterior, Jorge retornó al canal en compañía de otro de los puntales de la estafeta cubana, Reinier Torres, para completar su presentación al agenciarse el oro al ritmo de 3:25.932 en la misma distancia del kilómetro.
A pleno sol en la zona mixta, Torres explicó que “la parte más dura de la competencia ocurrió a partir de los 250 metros, pues su compañero, que iba en la plaza delantera del bote, empezaba a sentirse el rigor de una mañana muy intensa, y fue cuando incrementé el ritmo, puse mayor fuerza para derrotar a los argentinos (3:27.240), quienes nos estuvieron asediando durante todo el trayecto”.
Donde quizás dolió no subir a lo más alto del podio fue pues la canoa biplaza de Serguey Torres-José Carlos Bulnes(3:49.932) que solo pudo agenciarse el bronce, antecedidos por los canadienses Benjamin Russel-Gabriel Beabuchesnes (3:46.316) y los brasileños Isaquias Queiroz(3:47.117). Significó entregar el reinado de un bote que desde La Habana 91 solo conocía la gloria.
Como otra propuesta de la mañana surgió el C-1, 1000, donde Rolexis Báez enfrentó a tres oponentes de altísimo rango internacional, de ahí que su cuarto escaño (4:20.164) lejos de demeritarlo, lo enaltece ante el líder de la competencia, el brasileño Isaias Queiroz (4:07.886), un excepcional actual campeón del mundo que bate sus remos a pesar de faltarle un riñón. Queiroz, el canadiense Mark Oldershaw, medallista de plata con 4:09.587, segundo en el tramo de la Copa universal 2015 realizado en Portugal, y el mexicano José Cristóbal (4:14.572), titular del orbe en el 2009, se alzaron como baluartes infranqueables para Báez, quien había cedido ante el azteca en Guadalajara 2011.
El final de la contienda correspondió a Yusmari Mengana. La muchacha salió en la punta del K-1 a 500 metros desde el inicio y así se mantuvo hasta cruzar la línea imaginaria.
Reclamada por la prensa internacional al concluir la faena, todavía sin reponerse, le dedicó su triunfo a su abuela y madre, quienes han sido sus soportes en la vida. “Esto empieza ahora para mí, aún tengo otras dos finales a 200 y 500 metros en las que también voy a pelear por el oro”. Y ya serían dos cubanos con tres medallas: ella y Jorge García.





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