
Si de cambio de mentalidad se trata, pienso que algunos empresarios debían transformarse, porque no creo que alguien con deseos de prosperar en el negocio pueda ser capaz de paralizar su entidad durante media hora o más para realizar lo que ellos llaman el “cuadre”, una práctica que, además de afectar la economía, crea irritación y descontento en la población.
El fenómeno, algo muy usual y cotidiano en Cuba, en especial en los lugares que prestan determinados servicios como los Servicupet y las instituciones del comercio y la gastronomía, entre otros, resulta una de las tantas manifestaciones de indolencia e irrespeto hacia el cliente, el usuario o el ciudadano común que busca satisfacer sus necesidades en esos sitios.
Al parecer, la muy cubana experiencia, es fruto del desapego que sienten muchos funcionarios y empleados por la labor que realizan, debido a la vieja y dañina filosofía de que “total, al final ganamos igual si prestamos un mejor o peor servicio”, lo que denota también mucha falta de exigencia por parte de las administraciones que dirigen allí.
Resulta incomprensible, como pude observar en días recientes en Santa Clara, que un punto de venta de combustible paralice sus labores durante media hora para la entrega de un turno a otro, haciendo esperar a infinidad de conductores que pretendían serviciar sus vehículos, la mayoría de los cuales se retiró del lugar indignado ante tamaño maltrato.
Por desagracia, ese mal ejemplo no es una excepción, más bien constituye la regla y forma parte del día a día de los cubanos, quienes vemos como la mayoría de las instalaciones dedicadas a algún tipo de prestaciones paralizan sus actividades a cualquier hora a fin de proceder al “cuadre”.
No creo que se hallen muchos lugares en el mundo donde quien dirige pueda darse el lujo de permitir perder clientela o dejar de vender y comercializar las mercancías con la justificación de controlar las ventas del día anterior o verificar la existencia en los anaqueles, por solo citar algunas de las excusas más comunes.
Y no es que no deba dejarse de controlar. De lo que se trata es de buscar las vías de hacerlo de manera eficaz, sin afectar al cliente, quien, como dice un viejo eslogan siempre debe tener la razón, algo que la mayoría de las veces se incumple.
Se trata, en esencia, de buscar la forma más adecuada para lograr la verificación y el control de los recursos, pero sin afectar al pueblo, lo cual debe ser la esencia del actuar de toda institución que se respete.


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Rafael Ruiz dijo:
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12 de junio de 2015
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Jose Lus dijo:
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Ricardo Muñoz dijo:
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jose luis diaz dijo:
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Marleni Silé Flores dijo:
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DANILO dijo:
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