ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La maestra nunca lo podrá olvidar. Entre esas historias que saltan de primeras cuando le piden contar las maravillas espirituales que le de­be a su profesión, está la de aquel diamante en bruto al que el esfuerzo personal convirtió en una joya llena de luz.

Aquella fábula de La perla y el diamante que un día llevó a la clase para sembrar una más de las enseñanzas que se beben de la literatura, le venía de maravilla. La perla altanera presumía de tener un gran valor por haber nacido de la mar azul, mientras le echaba en cara todo el tiempo al diamante sus orígenes “de negro carbón”.

La leyenda real, la que cuenta el inventario propio de ese alumno que ella identificaba con el diamante, tuvo demasiadas sombras. Nació de una madre con ciertos trastornos psicológicos y el padre nunca le dio la cara. Los abuelos se ocupaban del nieto y de la hija, que dando rienda suelta a sus instintos maternales se aparecía de vez en vez por la escuela para saber del niño, pero terminó recluida en una clínica de enfermos mentales.

Los tres años que conforman la secundaria básica lo tuvo la maestra sentado en su aula. Era reconfortante ver cómo aprendía el niño y cuánta atención prestaba a cada una de las clases. Solitario y poco aceptado hacía muchas veces preguntas que delataban una exquisita curiosidad. Pertenecía a un grupo en el que había un pléyade de estudiantes, la mayoría con todas las condiciones para obtener los mejores resultados docentes, es decir, padres dispuestos a bajar el sol para ponerlo a los pies del hijo, preocupados y ocupados por tareas, trabajos prácticos, y pendientes de cada una de las actividades evaluativas para apo­yar las exigencias de la escuela y velar si eran acatadas en el tiempo solicitado.

El muchacho quería ser profesor de Química. Aun sin haberla estudiado —pues la asignatura se daba por primera vez en octavo grado— solía repetirlo. A fuerza de ver documentales o tal vez debido a otras razones que nunca comentó, sostenía con mucha fuerza ese criterio. Una pujante necesidad de dar había en aquel niño al que la vida golpeaba también con precariedades económicas. El sustento venía de su abuelo materno y de nadie más.

Las transformaciones adolescentes alcanzaron al estudiante que, ya en noveno grado, mostraba las sombritas de un futuro bigote. Un asomo de ciertos cuidados se dejaban ver en quien había sido hasta entonces desgarbado. Lo que sí no cambió en él fue su disposición para el estudio, su marcha constante para hacerse un profesional.

Pronto vendrían los exámenes de ingreso para el Instituto Pre­uni­ver­sitario de Ciencias Exactas  —pa­ra nadie es un secreto que conseguir su matrícula es un afán de la mayoría de los padres y a veces ni con la familia entera apoyando al estudiante se puede lograr—. En la lista de los que se presentarían estaba su nombre.

Mucho escuchó hablar de los repasos, de las casas de estudio a las que iban sus compañeros, del padre o la madre de alguno de sus colegas que podían por sus conocimientos aclararles algunas dudas. Pero su mundo era otro. Tenía incluso que ayudar en la casa y visitar a su ma­dre para poder verla.

Días antes del primer examen para la Lenin se le notó ausente en el aula. En la madrugada murió repentinamente el abuelo. Solo por algo así faltaría el jovencito a esas clases de donde únicamente podría tomar los conocimientos que le medirían en las pruebas.

En tales circunstancias se examinó. Casi cincuenta compañeros su­yos­ se presentaron también. Los re­sultados en el centro fueron increí­bles. ¡Veinte y siete estudiantes consiguieron la escuela y él estaba entre ellos!

En aquella fábula de La perla… el diamante le recordaba a la presumida que su mérito era muy común porque, viniendo del mar, a cualquiera le era muy fácil brillar; lo difícil es irradiar luz después de desandar un camino escabroso a fuerza de voluntad.

Y aunque esta historia se parezca a la fábula, no es invención. En la Lenin el joven descolló entre los mejores y, hecho un profesional, se llegó un día a la casa de la maestra que más lo recuerda. —¡Hola, pro­fe!, ¿no se acuerda de mí? —Claro, mi niño. Tú eres inolvidable.

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Iraida Rubí Lorenzo dijo:

21

4 de diciembre de 2014

09:21:15


Gracias Madeleine. Es un artículo para padres, profesores y alumnos DE REFLEXION. El poder y el dinero no es todo en la vida. Además lo más importante en la vida es brillar con esfuerzo propio. Así surgen por lo general los grandes talentos!!!

Ubén dijo:

22

7 de diciembre de 2014

14:23:46


Todos los maestros o profesores tienen recuerdo de perlas y diamantes, iguale o parecidas a la narrada por Madeleine. Estos ejemplos de diamantes se vieron muchos al triunfo de la Revolución, hoy día son más las perlas porque el proteccionismo y el modernismo que las familias quieren aparentar está haciendo daño en las aulas. En la Jornada del Educador resulta de mucho agrado estos ejemplos del sector que toda persona ha recorrido de una u otra forma y que guarda la más bella profesión, "maestro".

Wendy Acosta Manso dijo:

23

8 de diciembre de 2014

14:51:30


Hola soy Psicológa y me emociona esta historia, que va más allá de ser eso, tan solo una historia, porque cuántos adolescentes y jóvenes se ven reflejados en ella, unos que brillan con los luz propia por su esfuerzo y sacrificio pero otros que prefieren quedarse en la ignorancia. Desde este pequeño espacio doy gracias a usted, Madeleine, por su crónica y la exorto a que emprenda las alas de su imaginación y muestre más artículos que sean tan hermosos como este.

Madeleine dijo:

24

11 de diciembre de 2014

13:16:10


Muchas gracias a toda la gente hermosa que se ha conmovido con el trabajo, señal de que para muchos —incluso muchos que no han podido acceder a la web, pero que por otras vías me lo han hecho saber— sigue siendo importante y digno de admirar el esfuerzo humano y el valor de la perseverancia. José Ramón es un alumno que tuve, un verdadero diamante, al que le vi el brillo aun cuando estaba oculto. Hoy es INGENIERO INFORMÁICO. Les dejo aquí la fábula que les enseñé un día a mis alumnos sin que ellos supieran que uno de sus compañeros era uno de los protagonistas. Dijo la perla al diamante: -"Valgo mucho más que tú; de negro carbón naciste, y yo de la mar azul." Y le contestó el diamante: -"Tu mérito es muy común ¡Siempre fuiste y serás blanca!, ¡Yo fui negro y vierto luz!"

Anar dijo:

25

30 de diciembre de 2014

08:32:45


bella historia, muy bella, me gustaría, si la periodista puede conocer el final, si se graduó, tengo en conmoción hasta el cabello. Es una enseñanza.

Elsa Duany dijo:

26

2 de enero de 2015

10:50:31


Me encanto tu fabula, es didáctica y pienso, que uno escribe o expresa lo que es, y por eso te admiro y exhorto a continuar esta vía, tenemos el la vida varias formas de expresarnos parece ser esta la tuya, es importante que estos escritos salieran donde todos pudieran leerlos, para que podamos aprender y a valorar lo que tenemos, cumplo misión medica y siempre leo Granja ,por que desde pequeña me gusta leer todo bloque caía en mis manos, vengo de una familia muy humilde, estudie en una vocacional y hoy cuando miro para atrás, siento orgullo de mi, por que todo lo que tengo lo obtuve con sacrificios y te aseguro que el sabor es el mejor, sigo sacrificandome por mi, por mi familia y por la humanidad, y te doy las gracias por resaltar, lo que verdaderamente importa y es la belleza interior ,la transparencia de las personas y el deseo de ayudar al projimo.

Luis Alberto Lopez dijo:

27

16 de enero de 2015

10:57:34


Exacto.El brillo de la perla esta en su piel y ademas es relativamente facil que se dañe.El brillo del diamante viene de sus entrañas,de su alma, y es ademas casi imposible dañarle, mucho menos con herramientas comunes o vulgares.Cuanta sapiencia humana se apoya en el diamante para desarrollar todavia mas conocimientos.No conozco, si lo hay, un curriculum similar a favor de la perla y perdonenme mi ignorancia si asi fuera.Para una misma persona , la humildad y la sencilles son ambas partes de un mismo binocular que les permite ver mas alla del horizonte en la vida. Mis respetos y agradecimiento Madeleine.Usted misma es un diamante aunque nunca se lo hayan dicho.

edenio dijo:

28

24 de julio de 2015

14:55:23


Maravillosa historia que aplica en cualquier rincón de nuestra aldea global, que muchas veces,por sectores parasitarios truncan los verdaderos sueños y aspiraciones de un individuo.

Alberto Carmona dijo:

29

4 de octubre de 2016

15:45:28


Excelente, una vez más me ha sorprendido su artículo muy sugerente nombre de: el brillo del diamante, pues así somos todos diamantes en bruto uno más que otros, pero es una pena que lo mucho de su artículo no se apegue a la era que nos ha tocado vivir no es un comentario negativo pero si un tanto realista, lo digo porque muchos no aprecian el amor y la dedicación de los maestros esos los cuales pasan el mayor tiempo de nuestra vida con nosotros no solo enseñándonos, sino formándonos todos los valores para ser mejores seres humanos pero muchos manchamos ese brillo que nos dieron esos buenos maestros a lo largo de todo su dedicado tiempo para con nosotros pero siendo realista también muchos hemos aprovechado cada palabra cada hecho, cada enseñanza y consejo y hemos hecho sentir a estos nuestros nuevos y adoptados padres más que orgullosos, formando parte así de su nueva familia, por eso sin importar de que mina hayamos venido ni las condiciones en que estemos estos nuevos y desconocidos padres son dedicados a ponernos a nosotros sus nuevos diamantes en bruto a relucir por todo lo alto de nuestras vidas, gracias Madeleine por muy reflexivo comentario, creo que quien lo lea le hará reflexiona acerca de que no debemos empañar el esfuerzo de estas personas para las cuales éramos unos desconocidos y nos hicieron sus más apreciados hijos.