ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Por fin llegaba a mi destino. Después de casi 40 minutos entre frenazos inesperados, gotas de sudor y algún que otro empujón que olvidaba la cortesía del permiso, ahora también tenía que sumergirme entre la oleada de personas que subían por la puerta de salida y no dejaban descender del P8.

He aquí otro tema para comentar… volaba mi imaginación de reportera cuando la voz insultada de un señor sacó mi mente de las perturbaciones “guagüísticas”: ¡Mira eso! ¡Es­tos jóvenes ya no saben qué hacer, ahora hasta dejan grafitis en los cristales!

La protesta no carecía de argumentos. Entre la sofocación del instante y la proeza que significaba pisar la acera, mis ojos habían pasado por alto el spray negro que recubría un importante espacio del parabrisas trasero del ómnibus, figurando en una especie de firma o los llamados tag.

Horas después, en la tranquilidad del hogar, revisaba el origen léxico de aquella palabra que tanta contrariedad había ocasionado.

Proveniente del italiano graffiti, el vocablo fue acuñado por los romanos que plasmaban sus profecías y protestas en murallas y paredes; un impulso de comunicarse, que anteriormente compartieron los macedonios, los griegos o los egipcios con sus indescifrables jeroglíficos.

Sin embargo, no fue hasta los años sesenta del pasado siglo que el término se consideró a nivel mundial una expresión de la cultura del hip-hop, revistiendo las urbes con amotinamientos de signos e imágenes.

Pero entonces..., el grafiti ¿crea o destruye? ¿Se trata de arte callejero o mero vandalismo? ¿Dónde termina uno y comienza el otro? La cuerda floja parece tensarse y lo que para algunos es una manifestación artística que a golpe de pintura reclama su lugar, para otros se resume en un acto grotesco que destruye inmuebles urbanos.

Aunque no soy especialista en el ámbito de la plástica, creo que la gran diferencia radica en el propósito de lo que se busca comunicar y, especialmente, con qué nivel estético y en qué sitio se lleva a término.

En la reafirmación de su concepto artístico, si bien el grafiti en­globa desde un simple texto hasta la figura más excéntrica —realizado de forma creativa y espontánea—, también conlleva la madurez de expresar sus mensajes en entornos descoloridos o presos del aburrimiento. Así, regalan a los transeúntes un pedacito de su arte sin deslucir la propiedad pública.

De otra forma, más allá del daño a los bienes, marcar las vallas con un lápiz o aerosol solo por la pretensión de hacerse conocer, rompe con la armonía del medio, denotando mal gusto e irresponsabilidad.

En otras décadas, los jóvenes revolucionarios, a modo de denuncia e inconformidad con el régimen neocolonial, señalaban los críme­nes del gobierno en columnas y carteles.

Hoy, el panorama político y social del país ha borrado la huella de esos oscuros años, y aunque sonrío cada vez que distingo en los muros de populosas calles frases como “100% cubanos”, “Cuba sí” o el icónico retrato del Che que Korda nos legó con su cámara, a menudo nuestro sentido visual es víctima de la otra cara de la moneda.

En las fachadas de muchas construcciones es común encontrar la exhibición de nombres, fechas y hasta declaraciones de amor de quienes encuentran divertido o emocionante dejar constancia de su paso.

No es arte estampar con un rotulador “Shey­la ama a Erick” en los asientos de las guaguas, o pintar un conjunto de garabatos en cabinas telefónicas y señales viales. Alejados de la investidura decorativa, dichos trazos invaden la ciudad, y en vez de contribuir al universo simbólico del grafiti, añaden otro punto a la reproducción de lo sucio.

La arquitectura urbanística no puede convertirse en el lienzo para aquellos que, en gesto irreverente, gustan por cubrir nuestro derredor con ilustraciones y frases vulgares, sin medir los daños a las locaciones estatales y privadas.

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frank dijo:

21

20 de octubre de 2014

19:25:13


muy bueno tu artículo, y muy doloroso es tema que tratas...he sufrido esas galerías callejeras, y pienso que los compañeros de la PNR, deben jugar un papel más activo ante estas conductas

Damir dijo:

22

21 de octubre de 2014

10:10:30


Y no olvidemos cuanto cuesta limpiar los objetos publicos cubiertos con los graffiti... Es un gasto destructivo y inutil. Una carga para los fondos publicos imprevista y imposible para planificar. Todo el dinero que se gasta a limpieza pudiera invertirse en escuelas o hospedales, o trasporte publico, por ejemplo.

Damir dijo:

23

21 de octubre de 2014

10:26:17


Y, amigos, dejen de coquetear con la autora del artículo. Granma es u periodico serio... : )

Bradly dijo:

24

5 de noviembre de 2014

01:45:29


El grafiti es ARTE, y debe ser respetado como tal. También es real que existen lugares que deben ser respetados y no usarse como background

Osvaldo dijo:

25

6 de noviembre de 2014

14:56:38


Yaditza, su articulo es bien interesante. En mi opinion, el "graffiti" dependiendo de su contexto y lugar puede ser considerado vadalismo. Regularmente, el graffiti es bien comun en zonas urbanas donde existe alta nivel de poblacion. Aquellas personas que utilizan estos medios para comunicar preferencias culturales lo hacen de una manera "inocente" en sus puntos de vista. Desafortunadamente estos actos artisticos en muchas ocaciones desarrolan controversia entre diferentes grupos como pandillas or gangas de la sociedad creando una cadena de competencias entre si. Por el otro lado de la moneda, existe la exposicion de ideas entre lazos politicos e culturales que procuran informar a la poblacion de principios o insignias ideales. En fin, el uso de "Graffitti" nos algo que embelleze la ciudad, al contrario devalua estas areas de la poblacion y envia un mensaje de hostilidad para aquellos que la visitan. Muy bueno su articulo!

Dagoberto Pedraja dijo:

26

10 de noviembre de 2014

15:06:48


Más respeto al arte del Grafitti ,a lo que usted se refiere es una chapuseria de muy mal gusto ,super chea y 4to mundista , grafitti es algo muy serio con su estética, forma de hacer ,rigor artístico y un gran etc, no llamar grafitero al primer neófito que se dedique a pintorretear el entorno urbano de nuestra ya demacrada ciudad.