Ni sorpresa ni incredulidad: la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) –una vez más– se ha montado en el carro del odio y las mentiras contra Cuba, y se propone dar lecciones de libertad de prensa y de protección a los periodistas, algo que ni sus directivos se creen.
Ahora se ha ofendido la SIP porque el Gobierno cubano ha actuado democráticamente y con apego a la ley, para desenmascarar a un grupo de llamados periodistas independientes, mayormente radicados en Estados Unidos y España, agrupados en El Toque, un medio subvencionado desde el exterior, dedicado a provocar inflación y, con ello, la irritación del pueblo de la Isla.
El Toque es un engendro mediático, con factura Made in USA, cuyas acciones, que están más que comprobadas, van destinadas a la desestabilización económica y a crear más penuria entre nuestros ciudadanos.
La SIP, luego de las denuncias desde Cuba contra la intromisión de El Toque, ha saltado como una liebre y arremetió contra las autoridades cubanas que se proponen poner freno a tales conductas antiéticas y abiertamente contrarias a las leyes de nuestro país.
La Sociedad Interamericana de Prensa ha dedicado parte de su existencia, como institución que aglutina a los grandes monopolios mediáticos de América, a levantar mentiras contra Cuba, fabricar matrices de opinión contrarias al proceso revolucionario y al periodismo que se ejerce en la Isla.
Con el crédito agregado de radicar en Miami, Florida, dice trabajar por el fomento de la libertad de prensa y por la protección del mal llamado «periodismo independiente».
Enterado del hecho, busqué y rebusqué entre cientos de despachos noticiosos internacionales, para conocer si la SIP se había pronunciado contra los crímenes de Israel en la Franja de Gaza y en solidaridad con los más de 250 periodistas y otros trabajadores de los medios que allí han muerto víctimas del terror sionista.
Ni una línea. Ningún comunicado. Esa es la respuesta.
Acudí a otros hechos como el de las dictaduras de la década de los años 70 en países de Sudamérica, y quise saber cuál fue la posición de la SIP, pues allí, además de violarse todas las normas democráticas y de libertad de expresión, fueron asesinados periodistas: encontré similitud en la nula reacción.
En países de la región sudamericana, además de la represión y los crímenes, se clausuraron medios de prensa, y muchos colegas fueron encarcelados y torturados. Otros salvaron sus vidas viajando al exilio.
Condena a aquellos crímenes no la hubo. Y, en todo caso, los grandes medios, cuyos dueños formaban parte de la mencionada organización, optaron por el silencio o por algún tenue lamento ante la censura.
Ahora, cuando las autoridades cubanas desenmascaran a quienes forman parte de El Toque, y quienes están tras ello en el Departamento de Estado estadounidense, los directivos de la SIP, tratando de ocultar su conducta antiética y nada profesional, han impugnado el derecho que tiene Cuba de defenderse, como país libre y soberano, regido por leyes y no por campañas mediáticas e improvisaciones.
No olvidemos aquella ocasión cuando desde Washington se ponía a prueba un complot contra Cuba, y los llamados periodistas independientes que se sumaron a la farsa acudían a la entonces Oficina de Intereses en La Habana, para recoger el dinero que se les pagaba por ayudar a desestabilizar el orden y la tranquilidad ciudadana.















COMENTAR
Responder comentario