ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

El punto de inflexión que permitió el auge del narcotráfico en América Latina fue el surgimiento de los grandes cárteles en Colombia durante las décadas de 1980 y 1990, motivado fundamentalmente por la alianza estratégica de Estados Unidos con estos grupos criminales.

En los años 90, la presión militar sobre los cárteles los fragmentó y dispersó. Esta situación, junto a decisiones geopolíticas interesadas, facilitó la expansión y consolidación del crimen organizado en nuevas geografías.

La relación entre la cia y el narcotráfico ha sido objeto de numerosas investigaciones y denuncias. Uno de los casos más destacados fue la Operación Irán-Contras, cuando, para respaldar a la contrarrevolución nicaragüense, la cia financió la compra de armas mediante envíos masivos de cocaína.

No fueron pocas las oportunidades en que la agencia hizo la vista gorda ante la entrada de drogas, a cambio de apoyo en la lucha contra gobiernos considerados enemigos de Washington en América Latina.

Así la CIA apoyó golpes de Estado, financió dictaduras y coordinó operaciones encubiertas en América Latina en las décadas de 1970, 1980 y 1990. En este contexto, el narcotráfico fue una práctica tolerada e incluso incentivada para asegurar alianzas.

En la actualidad, se pretende reeditar la narrativa del Cartel de los Soles, una organización delictiva que no existe y que jamás ha sido reportada por las agencias que combaten el narcotráfico. Sin embargo, es muy útil como espantajo para asustar a los crédulos y, sobre todo, para denigrar a la dirección política del chavismo.

La trama del Cartel de los Soles y su presunto líder, Nicolás Maduro, ha evolucionado desde los años 90 hasta la actualidad, pasando por varias etapas clave. En marzo de 2020, el Gobierno de Estados Unidos presentó cargos contra Maduro y otros altos funcionarios venezolanos, acusándolos de narcoterrorismo, conspiración para la importación de cocaína y corrupción.

Se ofreció entonces una recompensa inicial de 15 millones de dólares por información que condujera a la captura del mandatario venezolano, una medida que escapa a toda decencia y respeto por la verdad.

Con el tiempo, esta recompensa aumentó significativamente; bajo la administración Trump, se elevó a 25 millones de dólares, y en 2025, la fiscal general Pamela Bondi anunció que la recompensa por Maduro había aumentado a 50 millones de dólares, la mayor cantidad histórica ofrecida para un líder político en el hemisferio occidental.

La verdad es que tales acusaciones de narcotráfico se han convertido en la justificación principal para medidas coercitivas y agresiones de todo tipo contra Venezuela. En estos momentos, hay ocho barcos, un submarino nuclear y 1 200 misiles apuntando al Caribe.

Fuentes: BCC y Cepal

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