¿Qué haría Trump con Al Capone, deportarlo o hacer negocios?

Pasajes de la vida de Alphonse Gabriel Capone, Scarface (cara cortada) o Al Capone, famoso gánster estadounidense en la década de 1920-1930 del siglo pasado, fueron magistralmente interpretados por Robert De Niro, en el filme Los intocables, estrenado el 3 de junio de 1987.

El galardonado actor recordó que, en 2016, estuvo abierto al primer periodo de Donald Trump (2017-2021), concediéndole el beneficio de la duda, pero la realidad lo llevó a convertirse en enemigo acérrimo de su desdeñable administración.

Recientemente, tras tildar al magnate-presidente de «payaso», el merecedor de un Oscar por su actuación en Toro salvaje (1980), entrevistado por Vanity Fair, opinó que, con el mandatario «todo se reduce a un capricho, a un impulso. Carece de estructura, todo se hace en el caos, en la locura, y la gente que le rodea es la más peligrosa» (¿Se referirá a Marco Rubio, Elon Musk y compañía?). 

Al Capone, quien levantó un imperio en Chicago sobornando a jueces y policías durante la Ley Seca (prohibido fabricar, transportar o vender alcohol entre 1920 y 1933), queda en franca desventaja si comparamos su quehacer con el del actual ocupante de la Oficina Oval, transcurrido un siglo de cambios en el mundo, y auge de una delincuencia que se enriquece e intenta «nadar sin mojar la ropa», para no ir a prisión.

A Scareface le gustaba que lo aplaudieran cuando aparecía en público, sobre todo si asistía a ver los juegos de beisbol, tal como se lo pide hoy a sus fans –en cualquier lugar donde se presenta– el prepotente Jefe del recién elegido Gobierno estadounidense.

El 16 de junio de 1931, Capone se declaró culpable de evadir impuestos sobre la renta. A la Organización Trump, en diciembre de 2023, le hallaron 17 delitos, en varios años. Por cinco de sus 23 cargos, el 17 de octubre de 1931, al gánster lo condenaron a 11 años de prisión. Trump es el primer presidente estadounidense que asume ese cargo, a pesar de juicios pendientes ante la justicia federal, por el montón de historias vergonzosas archivadas. 

«Donald Trump me recuerda al padrino que interpreté en Uno de los nuestros, –relata De Niro–. En una escena, un joven gánster me dice: “Nos ocuparemos del fulanito”. Y le respondo: ¡Mátalo! El maleante novato entonces insiste, ¡Que sea ahora mismo!».

Por ese camino del desprecio, la ira y el odio va el genocidio de Israel en Palestina, apoyado por ee. uu. También ese derrotero lo recorre la enfermiza amenaza del Presidente de arrebatarle el canal a Panamá, de comprar Groenlandia, y se hace notable al aplicarle el incremento de las tarifas arancelarias a las importaciones de China, dominado por su sicosis en la competencia enfilada a perjudicar la economía del gigante asiático, en constante crecimiento. 

Las humillantes deportaciones de indocumentados, en redadas con los expulsados atados de pies y manos, son una prueba más del atropello a la dignidad humana que tiene un denominador común: arremeter con presiones políticas, económicas y sociales contra la soberanía de los pueblos para someterlos, en beneficio de Estados Unidos.    

Si el mafioso Al Capone, hijo de inmigrantes italianos, reencarnara hoy en sus inicios de carrera como pichón de delincuente en su natal Brooklyn, ¿Trump lo deportaría o le propondría hacer negocios con ganancias repartidas fifty-fifty?