En un giro radical de la nación siria, el actual Gobierno planea privatizar puertos y fábricas estatales, como parte de un programa de reformas económicas que busca una mayor apertura al mercado occidental, confirmó recientemente el ahora ministro de Relaciones Exteriores, Assad Hassan al Shaibani, luego del Foro de Davos.
El anuncio se hizo luego de que ocuparan el poder fuerzas compuestas por facciones extremistas armadas, con personajes identificados, unos como miembros del grupo terrorista Al Nusra, una dependencia de Al Qaeda, y otros, los llamados moderados, con avales muy diversos en esta guerra de más de 12 años que ha vivido el país árabe.
Para la comprensión de un hecho de tal envergadura, como la metamorfosis siria, es necesario recordar, por un lado, que con el pretexto de combatir al denominado grupo del Estado Islámico, se desarrolló la ocupación de una parte de su territorio por tropas estadounidenses, las cuales se encargaron de saquear los recursos de la nación árabe; y, por otro lado, la salida precipitada del poder y del país, del presidente Bashar al Assad.
No obstante, lo real es que, una vez instalados en el poder, las facciones insurgentes que, en algunos casos, habían sido declaradas como «terroristas» por parte de Washington, se vieron sin las sanciones que, por más de una década, Estados Unidos y Europa impusieron a la nación.
Pudiera este razonamiento explicar la verdadera intención de la Casa Blanca respecto a Siria. Sin embargo, nuevamente se comprobó que la «ingenuidad» política no puede sustituir ni perjudicar la resistencia y la constancia en el combate para defender programas de beneficio para los pueblos.
Factores internos y externos dieron al traste con el proyecto de país que construía Siria, nación que contaba, en el escenario de los primeros años de guerra, con indicadores económicos y sociales destacados en la región del Oriente Medio.
Antes de 2011 generaba cantidades suficientes de trigo para su consumo e, incluso, exportaba a otros países; pero la producción se redujo de 5 000 000 de toneladas a poco más de un millón debido a la salida de casi un millón de hectáreas del plan, por estar en zonas ocupadas por las tropas de EE.UU.
Un documento de la Organización Mundial de la Salud, de 2015, resaltó que Damasco «tenía uno de los sistemas de atención sanitaria mejor desarrollados del mundo árabe». En tanto, una investigación de la ONU, de 2018, destacó que la atención sanitaria universal y gratuita se extendió a todos los ciudadanos sirios.
La educación también era gratuita, y se estima que, antes de la guerra, el 97 % de los niños en edad escolar primaria asistían a clase, y las tasas de alfabetización superaban el 90 %, tanto para hombres como para mujeres.
Pero una nación en guerra y con la ocupación foránea en una parte del país, mutiló esos avances y se produjo una involución, sin detenerse hasta hoy.
Son estos actores foráneos los que, de seguro, saldrán beneficiados con la decisión de quienes hoy ocupan el poder, al privatizar gran parte de la economía nacional, incluyendo fábricas, puertos y otras dependencias hasta ahora bajo la jurisdicción gubernamental.
No obstante, la nueva historia de esa nación árabe, ahora en proceso de metamorfosis, está por ver. Son muchas las interrogantes y la incertidumbre ante las actuaciones de facciones extremistas y moderadas que han empezado a repartirse el poder.
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