
Para muchos occidentales, el mandarín es una lengua más difícil de asaltar que las ciudadelas fortificadas de las dinastías chinas. Sin embargo, el idioma que utilizan más de mil millones de personas, principalmente en el gigante asiático, es cada vez más estudiado en el mundo por las puertas que abre hacia una cultura milenaria y un país que es hoy la segunda potencia económica global.
Los cubanos no están ajenos a esa aspiración y cerca de 4 000 nacionales han transitado por las aulas del Instituto Confucio de la Universidad de La Habana durante sus ocho años de existencia.
Cuba posee uno de los índices académicos más altos de América Latina en cuanto al aprendizaje del mandarín. En las reuniones regionales de los Institutos Confucio nuestro país siempre destaca como una de las entidades de mayor impacto en la docencia, afirma su director, Arsenio Alemán, en conversación con Granma.
A los cubanos en general les va muy bien en el aprendizaje de esa lengua milenaria, reconoce y para reafirmarlo cita que más del 85 % obtienen el aprobado en los exámenes internacionales.
Para Alemán, quien está al frente de esta institución desde sus inicios, aprender a hablar chino no es extremadamente difícil, aunque no deja de reconocer su dificultad.
Según su experiencia, leer y escribir esa lengua es bastante complicado, pero hablarlo no tanto. «Nuestros estudiantes logran hablar y comunicarse en chino luego de un año aquí», refiere.
Para salir con el máximo nivel de chino que se imparte en el Confucio de La Habana se precisan seis años de estudio. Pero Arsenio considera que ese largo tiempo de preparación no es suficiente. «Para aprender ese idioma tan complejo y lejano para nosotros, por estar conformado de ideogramas, se requiere paciencia, disciplina, consagración y voluntad», sostiene.
MUCHO MÁS QUE UNA ESCUELA DE IDIOMAS
Cuba posee uno de los 550 institutos Confucio repartidos por todo el mundo, proyecto que lleva el nombre del mayor pensador de la historia china y que promueve el idioma y cultura de esa milenaria nación.
Además de enseñar el idioma, parte de nuestra labor se basa en transmitir los elementos de la cultura y tradición de China, sin los cuales sería imposible la comunicación con los nativos de ese país, refiere Alemán y agrega que eso lo propicia el instituto con un sistema paralelo a las clases, en concursos, talleres, seminarios, cursos o conferencias.
Comenta también que poseen un fuerte componente cultural, lo que les permite crear mayores sinergias con la comunidad. «Aquí impartimos cursos de caligrafía china, de recorte de papel, de medicina tradicional, tenemos un coro que canta en los dos idiomas y todas aquellas actividades que ayuden a los estudiantes a perfeccionar la lengua y consolidar sus conocimientos de esa gran nación».
Estrechar los lazos entre Cuba y la República Popular China va en la base de la existencia misma del Instituto Confucio de La Habana.
«Una de nuestras misiones es lograr que las personas que trabajan directamente con los chinos, dígase comerciantes, diplomáticos, guías turísticos, personal de aduanas e inmigración, entre otros, sean capaces de actuar positivamente evitando malos entendimientos».
A pesar de estar adscrita a la Universidad de La Habana, la institución no es exclusiva para estudiantes universitarios. El Confucio está abierto para todas las personas que quieran aprender chino, incluidos los niños.
Este curso 2016-2017 arrancamos con una matrícula de 995 alumnos, de los cuales aproximadamente 200 son estudiantes de secundaria básica y preuniversitario. También atendemos a una amplia gama de personas, subraya Alemán y añade que en sus aulas reciben empleados de casi todos los organismos de la administración del Estado que tienen proyectos de cooperación con China.
«Varios ministerios nos han pedido apoyo para que sus trabajadores, en primer lugar, aprendan el idioma y luego con un cierto dominio podamos verticalizar la enseñanza en vocabularios asociados a las principales áreas de intercambio entre ambos países como la biotecnología, la televisión digital, el transporte y el comercio exterior, entre otros».
El centro también propicia la preparación de personal para la enseñanza de idiomas. Arsenio comenta que todos los años se imparte un curso de perfeccionamiento de metodología de la enseñanza de la lengua china, dirigido esencialmente a las personas con interés en ejercer la docencia, en el cual involucran a un grupo de sus mejores estudiantes.
EN EL CORAZÓN DEL BARRIO CHINO
Por cerca de cinco años, el instituto radicó en una sede temporal en el estadio universitario Juan Abrantes. Desde el 16 de octubre del 2015 el Confucio de La Habana se trasladó a su nueva casa en el Barrio Chino.
Prácticamente sobre las ruinas del restaurante Pacífico, uno de los más emblemáticos de ese asentamiento asiático en la capital cubana, se erigió el nuevo inmueble que busca insuflar otro aire a la zona.
Lo primero que cambió al mudarnos a la nueva sede fue la estructura de la matrícula, que nos permitió crecer y conformar grupos de no más de 20 estudiantes, la cantidad ideal para las clases de idiomas, dice su director. «Hemos ganado en espacio, contamos con una biblioteca, lugar para exposiciones, presentaciones de libros y documentales, para los talleres de caligrafía».
El Instituto Confucio de la Universidad de La Habana, es el único centro docente del país que imparte lengua china que cuenta con profesores nativos.
Actualmente cuentan con diez docentes chinos, solo dos profesores cubanos a tiempo completo y uno parcial, relación que, según Arsenio, no satisface la demanda actual.
«Nuestro objetivo en el futuro es diversificar mucho más el claustro; la aspiración es crecer en la cantidad y calidad de profesores cubanos, reducir gradualmente la contribución de China y dejar solo los imprescindibles para mantener el rigor académico. Pero ese deseo se nos dificulta bastante ante la competencia que ejercen el sector extranjero, mixto y hasta de la empresa estatal socialista con respecto a las ofertas o posibilidades que se pueden dar desde la academia», sostiene.
Otro de nuestros puntos pendientes es no poseer aún un laboratorio de idiomas, expresó Alemán. Aunque en el nuevo edificio tenemos los locales para montarlos y actualmente estamos en las gestiones para recibir el equipamiento que provee la parte china, todavía no lo hemos podido concretar.
LLEVAR EL CHINO A TODA CUBA
A las oficinas del Instituto Confucio de La Habana llegan todos los días solicitudes de personas de otras provincias del país que quieren sumarse.
Aunque existen aulas e instituciones que imparten ese idioma a lo largo de nuestra geografía, ninguna tiene el estatus del Instituto Confucio, única entidad fuera de China acreditada para realizar los exámenes internacionales de dicha lengua.
«Abrir Institutos Confucio en otras provincias se va del marco de mi competencia, pero sin dudas podríamos crear una filial, aulas, cátedras», responde el director y agrega que cuentan con las condiciones necesarias para ello. Solo necesitaríamos de una institución contraparte que asuma la responsabilidad de organizar y controlar los procedimientos administrativos, las matrículas, etc.
Amplía que otra posibilidad podría ser montar un curso de chino en una plataforma vía Intranet, para que en el resto del país puedan tener acceso a través de los Joven Club, la red del Ministerio de Educación o Infomed. Según reconoce también están en disposición de ofrecer un curso de chino en la televisión como se ha hecho con el inglés, francés, italiano y portugués.
METAS Y ASPIRACIONES
Entre los principales objetivos de la entidad para su futuro está completar el equipamiento del edificio y ponerlo al 100 % de su capacidad de explotación, ofrecer más posibilidades a los estudiantes, lograr estabilizar el claustro de profesores cubanos y su capacitación, así como la formación de traductores e intérpretes de chino y prepararlos en aquellos sectores en los que ambos países están estrechando la cooperación.
Pero lo más importante para Arsenio Alemán y sus colegas es lograr, en el mediano plazo, que los cursos que se imparten aquí tengan créditos para trabajar en Cuba.
Para Alemán resulta contradictorio que, a pesar de que el Confucio está adscrito al Ministerio de Educación Superior (MES) y es la única institución reconocida por China para la enseñanza de su idioma, sus alumnos graduados no reciben ningún título que los avale ante instituciones cubanas.
«Aquí emitimos un certificado que avala que el estudiante aprobó el Instituto Confucio y además en nuestra sede se realizan los exámenes internacionales de idioma que realiza China, equivalente al TOEFL de los Estados Unidos o los que aplican la Alianza Francesa, pero ninguno de esos títulos le sirve para trabajar en entidades de la Isla. En cambio, sí son válidos para trabajar en una empresa china aquí, en el gigante asiático o en cualquier otro país».
«Alcanzar en algún momento el estatus de carrera con crédito —en correspondencia no solo con el nivel de nuestra academia, sino también con la influencia que acapara China en mundo, y por la importancia cada vez mayor de los vínculos sino-cubanos—, por ahora, sigue siendo nuestro sueño».
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Raydel Escriba Lam dijo:
1
22 de marzo de 2017
12:08:12
Claude Respondió:
25 de abril de 2017
09:32:30
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